A las puertas de un juicio en el que el Ministerio Fiscal le pide una pena de 4 años de prisión como autor de un delito contra los recursos naturales y el medio ambiente por un desguace ilegal, Fernando Gutiérrez, presidente de la Federación Regional de Cofradías de Pescadores, se siente “pisoteado” e “injustamente tratado”.
Dice que es la primera vez en 13 años que habla de todo esto en un medio de comunicación y no puede entender “cómo la persona más comprometida con el medio ambiente en El Hierro está imputada por un delito medioambiental”.
Reconoce que nunca llegó a tener autorización para operar del Gobierno de Canarias, pero “no porque no me la hayan querido dar, sino porque desde el Cabildo de El Hierro se hizo llegar una orden para que lo mío no se legalice”.
Desmiente que haya contaminado el suelo y tiene claro que “la naturaleza, que es mi amiga, se ha encargado de demostrar que todo es mentira. Lo que están haciendo conmigo es un crimen: las calcosas han crecido en 5 años de una manera increíble. Es la mejor prueba de que el suelo no está contaminado. ¿Cuántos litros de combustible, de aceite o de ácido de batería he evitado yo que acabara en el suelo de la Isla?”.
P. ¿Cómo empezó todo esto?
R. En El Hierro, hace 21 años, todo el material que llegaba se enterraba, desde un coche a una Coca Cola o una cama cuando se hacía vieja. Así es que igual que hicimos con el mar, poniendo en marcha un proyecto de pesca sostenible, decidimos acabar con el problema medioambiental más grande de la Isla. Nos reunimos con ayuntamientos y el cabildo para buscar una solución. Trajimos al presidente de la Asociación Española de Vehículos de Desguace para ver qué podíamos hacer. Y la solución fue concentrar todo ese material en un sitio para sacarlo. Buscamos el mejor sitio, en el centro de la Isla, donde comenzaba a gestarse el primer Punto Limpio.
¿Qué se hacía hasta ese momento?
Había tres vertederos. En el de Los Llanillos y en el de Valverde se botaban los vehículos y los residuos férricos. Hay muchos vehículos enterrados allí. Cuando pusimos en marcha el desguace sirvió para cerrar los otros a los ciudadanos para estas cosas. Pero se tomaron el desguace como si fuera un vertedero. Los dos primeros años fueron terribles, teníamos que luchar con la gente y hacer mucha pedagogia.
¿Por qué se instalaron en un espacio del Cabildo?
El Cabildo me cedió un suelo en sus antiguas cuadras para empezar. Estaban pensando en instalar allí el Punto Limpio. Además, el avance del Plan Insular decía que se ubicaría ahí la futura zona industrial. Se hizo un concurso público para que todo fuera legal. No se presentó nadie y me lo cedieron. Tuve que pagar 135.000 pesetas de las de hace 20 años. Empezamos a concentrar todo el material allí. Y claro, una cosa era la teoría y otra la realidad cuando te pones a trabajar con ella: compactar y sacar de El Hierro los coches, las neveras, las lavadoras, las cocinas...
¿Es verdad que lo hacía con un camión del Cabildo?
El Cabildo tenía un camión que se dedicaba a recoger los vehículos abandonados para botarlos y enterrarlos en los tres vertederos. Lo que hice fue proponer que en lugar de tirarlos en los vertederos me los trajeran a mí. Pero no lo gestionaba yo. Aunque es verdad que en ocasiones acompañaba al chófer para hacerlo más rápido. Si iba él solo traía dos coches diarios, pero si yo iba con él a lo mejor dábamos cuatro viajes. Cuando venían las fiestas intensificábamos el trabajo para limpiar la Isla de una manera increíble.
¿Y funcionó?
En menos de un año nos vimos desbordados. No cabían los vehículos dentro de la parcela. Como aquello era del Cabildo y había una puerta que se abría a las 8 de la mañana y se cerraba a las 8 de la noche, la gente venía y vaciaba por fuera de la parcela. Venían con el camión lleno de un montón de cosas, llegaban arriba y le daban volquete. Tuvimos que hacer una labor de pedagogía increíble para empezar a poner orden en todo esto, para cambiar la mentalidad de las personas y buscar soluciones.
O sea... costó pero funcionó.
Lo principal lo estábamos consiguiendo. Estábamos concentrando todo el material, la gente estaba empezando a tomar conciencia, y estábamos sacando ese material de la Isla. En principio, acabamos con el problema medioambiental más grave que tenía El Hierro. Todo lo que antes se enterraba ahora se estaba sacando. Además, contagiamos al Cabildo en recoger el vidrio, el cartón, las neveras y las lavadoras, chatarras... Fue una labor increíble.
¿Hasta que tiene que abandonar el espacio que le había cedido el Cabildo, no?
Yo tenía un contrato de 5 años. Y a finales de 2005 el Cabildo de El Hierro consiguió unos fondos europeos para hacer allí un complejo. Me dijeron que tenía que marcharme. Teníamos una concesión prorrogable, pero nos tuvimos que ir.
¿Qué hizo entonces?
En el avance del Plan Insular todo aquello era zona industrial. Así es que le compré un terreno a un señor que estaba justo al frente. En ese momento no tenía ni dinero, pero me lo vendieron con la promesa de ir pagándolo como pudiera. Pagué por aquello 1 millón de pesetas. Ya había hecho una pequeña nave, una pequeña zona de descontaminación y un pequeño taller con el que funcionaba en los terrenos del Cabildo. Pero tuve que empezar de nuevo desde cero.
¿Y cuándo comenzaron los problemas?
Pues resulta que el Ayuntamiento de Valverde hizo una modificación del Plan General y declaró el sitio donde yo estaba Zona de Especial Protección Paisajística. No creo que el alcalde lo hiciera con mala intención, más bien me da que fue cosa de algún técnico. Pero desde 1999 hasta 2006 estuve trabajando sin problemas. El Seprona, la Guardia Civil de Tráfico, la Policía Local de Valverde y Frontera, todas las autoridades pasan por allí varias veces, comprobaban lo que estaba haciendo y no ocurría nada... Como comprenderá todo el mundo, 1.000 coches no se pueden esconder... Denunciaron al Cabildo en el Juzgado y me cogieron a mí por medio. Pero hasta el año 2009 o 2010 conmigo no se mete nadie.
Es decir, su actividad quedó fuera de ordenación.
Nosotros tramitamos todo lo que correspondía tratando de conseguir licencia. Tengo un tocho de papeles presentados en el Ayuntamiento y en el Cabildo. Y yo estaba ubicado allí antes de que se modificara el PGO. Pero no fue posible conseguirlo. Esa es la realidad que me tocó vivir, con toda la crudeza. Toda la inversión que hice en el terreno del Cabildo la perdí, fue una doble ruina porque muchos de los coches que tuve que pagar se quedaron. Me decían que tenía que legalizarme. Y empezó a sonar mal lo de la denuncia. Todo se iba calentando, aunque seguíamos mejorando el desguace: una nave, una zona de descontaminación, la zona de recepción de residuos, una máquina compactadora... pero residuos en el desguace prácticamente no hay ninguno.
Sin embargo hay informes de la Guardia Civil que hablan de su existencia.
Sí, claro, cuando llevaba más de cinco años con la compactadora en el mismo sitio vinieron un día, y tomaron una muestra de la tierra... Es evidente que si paras cualquier vehículo en una huerta durante años, máxime un vehículo industrial, algún residuo queda. Eso fue lo que hicieron conmigo, cogieron un residuo de allí y dijeron que estaba todo contaminado. La realidad de ahora es que la hierba ha crecido que da miedo en los alrededores de la máquina.
Si como usted dice, estaba resolviendo un problema medioambiental de la Isla, ¿por qué no obtuvo ayuda de las instituciones?
El Cabildo me ayudó en lo que pudo. Tomás Padrón, que era el presidente, me ayudaba en lo que podía. Probablemente nadie pensó que fuéramos a llegar a esto. He tenido mala suerte. Fíjese si tuve mala suerte que cuando estaba gobernando Tomás Padrón me decía que todo se iba a arreglar, que si el Plan Insular... se fue Tomás Padrón y no se arregló nada. Vino Alpidio Armas, con el que no tenía buena relación, y las pasé canutas: me mandaban a la Guardia Civil, al Seprona,... Y en el año 2006 se presenta una denuncia contra el Cabildo, aún a sabiendas de que estábamos buscando una solución ambiental a los problemas de la Isla.
Aún así, siguió con la actividad.
Yo seguí con la actividad en mi terreno, tratando de adaptarlo a la normativa. Pero en todo momento estuve dado de alta en Hacienda y en la Seguridad Social como chatarrero. Hice todo lo que la Ley me permitía. Presenté un anteproyecto para conseguir la legalización, que nunca me aprobaron, y si me quieren juzgar por no haberme dado licencia, pues así será... Pero hacíamos lo mismo que cualquier desguace de Tenerife. Mi vida está ahí. He invertido más de 300.000 euros en esto. Pero no podía seguir gastando más porque no tenía licencia y sólo crecía la deuda...
Después de Alpidio Armas llegó Belén Allende, del mismo partido que Tomás Padrón, se supone que podrían volver a ayudarlo.
Con el Cabildo de Belén Allende fue lo peor. Yo la apoyé incluso públicamente, porque creí que era lo mejor para la Isla. Como hice con el alcalde de El Pinar, que es de otro partido. Pero con Belén fue lo peor de lo peor.
¿Por qué?
Yo soy el presidente de la Cofradía de Pescadores de El Hierro, con la que hemos desarrollado un proyecto de pesca responsable y sostenible. Viene el problema: el Estado quiere declarar en la isla un Parque Nacional Marino. Entiendo que es bueno, que hay que sacarlo adelante. Aquello es España, y yo quiero que el Estado venga. Los pescadores creen en su presidente. Y eso me cuesta que Belén Allende me ataque, me ponga la proa y no pueda legalizarme de ninguna manera. Porque con la Ley del Suelo aprobada sería bien sencillo. Es el único desguace de la provincia, junto a otro de La Victoria en Tenerife, al que han impedido legalizarse. Es así de cruel, pero es así.
¿Aún tiene aspiraciones de que eso pase?
Claro que las tengo. Si quisieran, lo mío se legalizaba mañana. Pedimos al Juzgado que levante el precinto que tengo, porque el suelo estaría habilitado al estar aprobado el Plan Insular, que dice que eso es un suelo industrial. Tiene que adaptarse el PGO de Valverde, pero no lo hacen. Lo que se ha hecho conmigo no se ha hecho ni con el mayor terrorista de España. En lugar de apoyar a la persona que buscó solución al problema medioambiental más grave de la Isla, lo que hicieron fue ponerme zancadillas de todo tipo. Salvo Paulino Rivero, que cuando gobernaba me llamó e intentó ayudarme.
Pero es el Gobierno de Canarias el que no le ha dado la autorización para operar.
Nieves Lady Barreto, consejera de Política Territorial, delante de David Cabrera, diputado de AHI, me dijo que era una injusticia y que lo iban a resolver. Pero luego hubo una contra orden que vino desde El Hierro diciendo que lo mío no se arreglara. He tenido gente trabajando en mi contra. Estoy pagando una penitencia que no me corresponde.
¿Se siente traicionado?
Lo que me siento es pisoteado por unas personas que confunden la velocidad con el tocino. Van a machacarme porque soy un luchador social y cuando estás en una lucha que ellos entienden que va contra sus intereses pues te machacan. Y resulta que la persona más comprometida con el medio ambiente en la isla de El Hierro está imputada por un delito medioambiental. Me siento un perseguido de la sociedad.
¿Tiene esperanzas de que todo se reformule?
Claro. ¿Cómo no?, si entiendo que se ha cometido una injusticia conmigo que no tiene nombre. Lo he intentado todo y con Coalición Canaria (CC) no hay ninguna posibilidad. Desde el Cabildo de El Hierro, Belén Allende, ha dado una orden para que lo mío no se legalice. Y eso sabiendo que estoy imputado por un delito medioambiental y que si aquello se normalizara podríamos pedir un levantamiento del precinto.
¿Qué está pasando ahora con los coches?
Ahora hay un desmadre: la gente tiene que pagar 300 euros para que le saquen el coche, y así está la Isla, llena de coches. Eso es lo que está pasando. Está El Hierro lleno de coches. Nadie paga los 300 euros. Están haciendo un daño medioambiental tremendo porque cada uno hace lo que quiere. Lo único que se me puede achacar es que no tengo autorización para desarrollar la actividad. Pero no la tengo porque no me la han querido dar. Si aquello en lugar de hacerlo yo lo hace otro cualquiera...
Pero a usted le acusan precisamente de haber contaminado el suelo.
Eso es mentira. El suelo no está contaminado. Las vacas pastan dentro. El solar está lleno de coches pero la naturaleza, que es mi amiga, ha demostrado que todo es mentira y que lo que están haciendo contra mí es un crimen: las calcosas han crecido en 5 años de una manera increíble. Donde no hay coches, o entre ellos, la hierba crece de una manera brutal, y eso que hay vacas y cabras sueltas dentro. Es la mejor prueba de que el suelo no está contaminado. Es posible que alguna vez se haya derramado algo de aceite, no lo voy a discutir, pero de contaminado nada. Esa acusación de que allí se trabajaba con total desprecio a la naturaleza es absolutamente falsa. ¿Alguien se cree que me hubieran permitido desarrollar la actividad durante 14 años si de verdad estuviéramos dañando al medioambiente?
También le acusan de haber hecho un gran negocio.
Si aquello era un gran negocio..., ¿por qué nadie se ha instalado en El Hierro después? ¿Por qué no han ido los de Tenerife? ¿O porqué no hay en La Gomera? Hicimos lo mismo que se hacía en todos lados. Y sacamos entre 7 y 8 mil vehículos que estaban tirados por toda la Isla.
¿Nada de negocio entonces?
Cuando me precintan, en noviembre de 2013, la chatarra no valía nada, 30 céntimos el kilo. Sacar una gandola de chatarra de El Hierro costaba 1.000 euros. Luego llegó a subir a 140 céntimos el kilo. Conseguí que el transporte costara 400 euros. En una gandola cabían entre 15 y 20 mil kilos de chatarra escachada, que tenía un valor aproximado de 2.400 euros. Ese negocio lo hizo Recuperadora Canarias, que gestionaba el Punto Limpio del Cabildo y ganaron más de 200.000 euros gracias a mí.
También los acusó usted a ellos de realizar vertidos después de haberse ido.
En el año 2014, en el Punto Limpio de El Hierro, se vierten miles de litros de aceite al suelo. Yo acumulaba bidones de aceite y de agua de baterías que entregaba allí para que los tramitasen. Pues bien, todo eso lo acabaron escachando allí dentro y botándolo en el suelo. Escacharon también cientos de coches sin descontaminar ni uno solo. Sólo una guagua de la cooperativa, el 24 de junio de 2014, la descontaminaron. Yo denuncié todo eso en el Juzgado, con fotografías incluidas, pero no me hicieron caso.
¿Hay alguna cosa más que le gustaría aclarar?
Que sería muy triste que por intentar resolver un problema medioambiental en la Isla me acaben condenando. Es triste que por cuestiones políticas esto haya acabado así. Nunca me olvidaré de Paulino Rivero, porque cuando en mi pueblo había miseria por el volcán nos ayudó, y fue el único, con Tomás Padrón, que se preocupó por mi situación. ¿Cuántos litros de combustible, de aceite o de ácido de batería he evitado yo que acabara en el suelo de la Isla?