Sustos, risas y sobre todo, pasarlo muy bien. Si algo caracteriza al Carnaval en la isla de El Hierro son Los Carneros de Tigaday. Aday Cejas es el portavoz del colectivo, y acerca esta tradición que tanto caracteriza y diferencia a las fiestas de invierno herreñas del resto. Recuerda como desde pequeño su padre lo llevaba y a él en un principio le daban miedo, algo que se convirtió en admiración con el paso de los años, pues se encarga de que esta antigua costumbre se siga realizando y que los próximos 11 y 13 de febrero las calles de Tigaday se llenen de carneros que buscan a la multitud.
Le gusta echar una mirada al pasado para destacar la importancia de esta tradición y de todos aquellos que en su momento la impulsaron. En ella los más jóvenes (en la actualidad deben ser mayores de 18 años) se colocan las zaleas y acompañados del sonido de los cascabeles y del betún da comienza el recorrido por Tigaday. Carneros que deben estar bien preparados, no solo por el peso que supone llevar esas pieles de oveja, sino por las horas que permanecen corriendo entre los vecinos.
Un verdadero espectáculo al que acuden cada año cientos de vecinos y de turistas, dispuestos a pasar un rato lleno de sustos, pero también de risas y de llegar a casa pintados, tras haber vivido una experiencia cargada de historia.
Tradición e historia
Aday, si tuvieras que decir cuál es la esencia de Los Carneros de Tigaday…
Los Carneros son distintos a los carnavales de otras islas, son algo muy típico de El Hierro. Los sacó don Benito Padrón, después de la guerra. Antiguamente se vestían con el tizne que quedaba en los calderos y con eso se betunaba y ya en los años 80 se comenzó a utilizar el betún, que de hecho actualmente es lo que seguimos empleando con lo que se pinta a la gente por las calles de Tigaday.
Podemos decir una fecha exacta que marcara el inicio de esta tradición…
Eso es algo más complejo. Yo la conozco de cuando éramos jóvenes, que escuchábamos eso de vamos a Los Carneros y te animabas a ir para saber de qué se trataba. Y bueno, pues veías a unos carneros corriendo y te aferrabas a tu padre o no te bajabas del coche (ríe).
Con 15 años fue la primera vez que me vestí y que empecé a colaborar ayudando a otros compañeros a la hora de vestirse. Para todo ello eran y son necesarias varias pieles, porque hay que formar la parte de atrás, la de adelante, el cuello y la cabeza.
Una tradición carnavalera que pienso que es muy bonita porque salió de gente mayor, no se ha perdido y siempre se tiene ese recuerdo del olor a betún y de ver a los carneros corriendo por toda la calle. No es la típica mascarita, además haces hasta deporte, porque si no corres, te pintan (entre risas).
Zaleas necesarias
Se percibe el cariño y entrega que le pones a todo ello… ¿Podemos decir que te viene de tus abuelos?
Realmente ni mis abuelos, ni mis padres, se han vestido de carneros, sino que me llevaban para que los viera como un espectador más.
Cuando se nos quemó la Casa del Miedo que nos quedamos con ocho carneros, pues ya ahí me puse en contacto con el matadero insular, ya que no quería que lo que yo había vivido de pequeño con esta tradición se perdiera. Y a partir de ese entonces, todos los años se van consiguiendo zaleas, gracias también a dos fiestas importantes para la isla de El Hierro, como son las de San Simón en Sabinosa que pertenece al municipio de La Frontera y la fiesta de Los Pastores que está relacionada a la Virgen de Los Reyes.
La comida que se hace en ambas fiestas que te he dicho, va vinculada al ganado, por lo que me pongo en contacto con el matadero y ahí me dicen la cantidad de pieles de las que disponen, por lo que voy, las busco, las trato y ya las tenemos preparadas para ese día.
Las pieles y su proceso
Por lo que estás comentando, el obtener todas estas pieles lleva un proceso de meses…
Sí, claro. Vas a buscar esa piel y luego hay que ponerla a secar. Antiguamente se mataba al carnero y la oveja y se llevaba al mar, pues era difícil conseguir sal.
Yo nunca lo llegué hacer, yo tuve la suerte de vestirme con don Benito durante cuatro años y gracias a él empecé a ver como se hacían las ropas. En este sentido, la piel debe quedar estirada y sin ninguna arruga, debido a que eso es sinónimo de rozaduras y molestias.
Se hacía así, porque no disponían de tanto material como ahora, por decirlo de este modo. Había que cuidar las pieles como cualquier otra prenda más, como si fuera una camisa o un pantalón que te pones diariamente.
Por ejemplo, lo que si nos dan los particulares, es decir, aquellas personas que matan un carnero o una oveja es la cabeza, ya que el matadero insular no nos la da. Las zaleas por ahora sí, pero las cabezas no.
Tras tantos años en esto, ¿es complicada la vestimenta de Los Carneros a la hora de ponérselas?
Lo que haces es cubrirte con las zaleas las distintas partes del cuerpo. Nosotros nos atamos ahora con una brida de cinturón de seguridad. Lo más difícil de hacer es la cabeza, de tal manera que partimos de un casco de construcción, se forra con zalea y se le coloca la cabeza.
Las pieles y su peso
¿De cuánto peso hablamos? Porque deben cargar con esta vestimenta durante varias horas y también tener algo de resistencia ¿no?
Una zalea puede pesar de 20 a 40 kilos y cuando está mojada del sudor, aún mucho más. Los Carneros se pueden pasar varias horas corriendo y a veces se tropiezan con viñas o el propio asfalto.
Hablamos que son jóvenes mayores de 18 años, que por lo general no presentan ningún tipo de dificultad para cargar con estas pieles. Te comento algo más, un dato muy positivo y a nuestro favor es que hay tantos chicos que desean participar que en su momento fijamos una edad mínima. Al existir afortunadamente tanta demanda se estableció el requisito que debían ser mayores de edad, primero porque son algo más responsables y porque ya saben de qué va todo.
También se da el caso que algunos se visten un año y si no les llama la atención, se van. Eso es algo que se respeta. Ya la participación, siempre dependerá de cada uno.
Imprescindible el betún
La cantidad de betún que llevan debe ser considerable para poder pintar a los cientos de asistentes que esperan a lo largo de la calle de Tigaday…
Sí, pero siempre se termina acabando. Aquellos que acudan que por lo menos que se queden impregnados del olor del carnero. Yo siempre digo que cada uno vaya a la fiesta como quiera, la cosa es como salga.
Si entras en una fiesta y sabes de qué va, también eres consciente de la ropa que debes llevar, es decir, si vas al recinto sabes que vas a salir pintado. Hay que llevarse ese pequeño recuerdo, junto a las diversas fotos que hagas.
Uno de los aspectos más llamativos de estos carneros es que se desconoce quién se esconde debajo de esas pieles…
Sí, intentamos que quien se vista de carnero no le hable a los medios de comunicación, que vaya muy bien tapado, con polainas en los pies y en las manos. También que las ropas sean largas y en los brazos gran cantidad de betún, por lo que no se va a ver nada.
No se concibe un carnaval herreño sin la presencia de Los Carneros…
Se puede decir que en El Hierro, Los Carneros son muy especiales. Nosotros, por ejemplo, tenemos una sola murga en El Pinar, no es como en otros lugares que hay concursos de comparsas y demás.
Nuestras costumbres son estas, de las que hablamos. Por ejemplo, cuando se sale a recorrer Tigaday coincide que es martes y domingo de carnaval, por lo que acude la gente de toda la isla e incluso de fuera. Hay muchas personas que vienen de otras islas porque les llama la atención.
Por otro lado, Los Carneros siempre han estado arraigados a los Tejeguates y al folklore. Es importante siempre inculcar a nuestros hijos desde pequeños en la cultura de su isla, para evitar que se pierda.
¿Qué invitación puedes hacer para que vecinos que nunca han acudido a este carnaval se animen?
Que lo hagan. Estamos acostumbrados a que los carnavales sean pelucas, mascaritas y purpurina, pero esta es una tradición que se remonta a antes de los años 60 y que tiene una gran historia.