Canarias quiere aprovechar la energía de sus olas para la transición hacia las renovables

La transición hacia las renovables que Canarias se ha marcado para alcanzar en 2040 la neutralidad climática se sustenta principalmente en la eólica y la fotovoltaica. Pero la variabilidad a la que están sujetas ambas fuentes, pues a pesar de las envidiables condiciones del Archipiélago el sol y el viento no están disponibles todo el tiempo, ha llevado al Gobierno regional a buscar otras opciones como apoyo o complemento. Una de ellas es la denominada undimotriz, es decir, el aprovechamiento de la energía de las olas mediante una estructura en el mar que transforma las ondulaciones en movimiento para accionar un generador eléctrico. A pesar de su interés en las islas, aún no cuentan con ningún proyecto en funcionamiento en el Archipiélago que comercialice la energía que genera.

El mar del Archipiélago sí ha servido desde hace años como laboratorio o banco de pruebas de referencia en la Unión Europea para testar prototipos de generación de electricidad o desalación a partir del movimiento de las olas, entre otras investigaciones. La Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), consorcio público creado en 2007 entre el Gobierno de España y el regional, ha llevado a cabo numerosos proyectos en este sentido, colaborando con organismos públicos o empresas, gracias a un área marina de 23 kilómetros cuadrados al este de Gran Canaria que dispone para realizar todo tipo de ensayos y que se apoya en una plataforma-laboratorio situada a 1,5 km de la costa y a 30 metros de profundidad.

Empresas danesas, noruegas o españolas han instalado prototipos en las aguas definidas al este de Gran Canaria, sin que la fase de investigación haya confluido en la explotación de los mismos en las Islas. Una de las más recientes es la planta desaladora Gaia, que presentó en noviembre del año pasado la empresa noruega Ocean Oasis. También se probará en el banco de ensayos de Plocan para aprovechar la energía de las olas y desalinizar el agua del mar, lo que puede suponer una ventaja respecto a las infraestructuras que realizan esta labor desde tierra al reducir el consumo energético. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, ha defendido la apuesta por la energía undimotriz no solo como un actor de cierta relevancia para mitigar el cambio climático, sino enmarcada en la llamada economía azul, junto a la eólica offshore o la acuicultura, con vistas a contribuir a la tan mentada diversificación para reducir la alta dependencia del turismo. 

Sin embargo, a pesar de que Canarias es una avanzadilla en la investigación de diversas tecnologías relacionadas con la undimotriz, la primera planta para aprovechar y comercializar la energía de las olas en España (y en Europa) se instaló en 2011 en el País Vasco, en concreto, en la localidad de Mutriku (Guipúzcoa). Genera 296 kilovatios gracias a la entrada de las olas en unas cámaras que comprimen el aire en su interior y que, al salir a presión por su orificio superior, accionan unas turbinas que producen la energía eléctrica. Para este año, el gobierno valenciano prepara una planta similar en la zona norte del puerto de Valencia y la empresa Eco Wave Power ha anunciado la apertura de una planta pionera en Port Adriano, Mallorca.

En Canarias, el Gobierno ha estudiado el potencial de la undimotriz en su Plan de Transición Energética, encargado al Instituto Tecnológico de Canarias (ITC). En concreto, está enmarcada junto a la estrategia dedicada a las renovables marinas. Aunque en este documento la eólica offshore se alza como una fuente imprescindible para la transición, pues tiene potencial para generar hasta 14 gigavatios (la demanda eléctrica en las islas asciende a los 8 gigavatios por hora), define a la energía de las olas como la de mayor interés entre las oceánicas. Y, además, es la que está más próxima a su despliegue comercial, en comparación a la mareomotriz, la energía de las corrientes, la energía térmica oceánica y la energía osmótica, en las cuales no ha apostado Canarias porque no tiene condiciones propicias para su desarrollo de cara a contribuir de forma significativa en la descarbonización.

El potencial que podría alcanzar la energía undimotriz en Canarias se sitúa entre los 313 y los 206 Megavatios (MW). Mientras que en el territorio continental esto supondría poca potencia, en islas con sistemas eléctricos más reducidos puede tener una influencia importante en la descarbonización. Así, la estrategia de renovables marinas del ITC establecer que sería preciso llevar a cabo, al menos, una experiencia piloto que demuestre la viabilidad de aplicar esta fuente renovable en alguna isla antes de 2030. Para ese año, la estrategia define que se deberían conseguir 4 MW generados por las olas y, en 2040, alcanzar 16 MW, con Gran Canaria (5MW), Lanzarote (5MW) y Tenerife (2 MW) aglutinando el mayor número de instalaciones; el resto tendría que conseguir, al menos, 1 MW.

Sin embargo, en las Islas la undimotriz estaría sometida a restricciones como las figuras de protección ambiental o ecosistemas que limitan su ubicación, pues una planta de generación puede provocar apantallamientos que provoquen que haya zonas que no se oxigenen de forma correcta y afecte a los nutrientes en sebadales, por ejemplo. Así, los espacios más idóneos se ubicarían en el norte y noreste de las islas, excepto Lanzarote y El Hierro, que debido a que tienen áreas protegidas, es preferible optar por el este. Además, la distancia entre estructuras o convertidores de olas debe rondar los 900 metros. A pesar de ello, hay “una alta aceptabilidad del espacio marítimo para permitir su puesta en marcha”.

El despliegue comercial en las Islas de la energía undimotriz es viable porque ya se han desarrollado 1.500 patentes de distintos tipos de estructuras que convierten las olas en electricidad, es decir, ya existe la tecnología y habría que elegir cuales se adecuan mejor a las Islas. Cada estructura o convertidor de olas tiene una potencia que suele oscilar entre los 250 y los 759 KW que pueden alcanzar profundidades de hasta 800 metros. La finalidad de todas es prácticamente idéntica: activar una turbina mediante la acción de las olas, ya sea añadiendo vienta o agua. Las diferencias radican en el cómo, habiendo multitud de soluciones técnicas, desde estructuras en las que las olas comprimen y descomprimen el aire en el interior de una cámara y permiten accionar una turbina a depósitos que almacenan el agua en su interior, que es empujada por las olas para activar una turbina.

El problema es que “la escasa madurez del sector” hace que aún sea caro instalar estas estructuras, con cifras que alcanzan los 9.000 euros el KW. Lograr los 4 MW planteados en 2030 supondría una inversión de 36 millones de euros, mientras que el coste de 1 MW con eólica o fotovoltaica es mucho menor. “Por consiguiente, los proyectos que previsiblemente se instalarán en Canarias en años venideros muy probablemente se centren en las fases de investigación. A medida que esta tecnología vaya alcanzando madurez, los dispositivos irán reduciendo costes e interesará cada vez más su utilización”, señala el ITC en la Estrategia de las energía renovables marinas de Canarias.

Además, presenta ventajas competitivas frente a otras renovables, como puede ser su constancia, su reducido tamaño o su menor impacto visual; incluso puede unirse a las estructuras de las plataformas flotantes de energía eólica en el mar. “Es una solución muy válida asociada a autoconsumos en zonas costeras o para sistemas eléctricos de menor tamaño como los que supone las islas de La Gomera, El Hierro o La Palma”, destaca el documento.