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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La mitad de los grupos de las centrales térmicas para generar electricidad en Canarias supera su vida útil

La mayor parte de la electricidad que se consume en Canarias se genera en las centrales térmicas a través del fuel-oil, en torno al 80% de media anual. Y lo hacen a través de grupos o unidades de vapor, gas, diésel o ciclo combinado que, en un 50%, han alcanzado su vida útil hasta 2020, con casos que llegan hasta los 48 años de antigüedad y a pesar de ello siguen operativas. Estas infraestructuras son, junto al transporte, responsables de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en las Islas mientras el Gobierno regional lanza numerosos planes, iniciativas y una Ley contra el Cambio Climático para encaminarse hacia la ambiciosa meta que se ha fijado: alcanzar en 2040 la neutralidad climática.

El 49,4% de los grupos de generación de electricidad de las centrales térmicas en Canarias superaron su vida útil antes de 2020, un escenario que se incrementará hasta el 62,4% en 2030, según la estrategia de Generación Gestionable llevada a cabo por el Instituto Tecnológico de Canarias y enmarcada en el Plan de Transición Energética de Canarias. Y para 2040, todo el parque generación de las centrales térmicas tendría su vida útil vencida.

Para evitar ese escenario, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ya ha iniciado el trámite para sacar a concurso la renovación de los grupos térmicos en las centrales isleñas. En concreto, ha emitido el borrador previo a la presentación de alegaciones para las empresas interesadas, que han tenido de plazo desde el 17 de enero hasta el 8 de febrero de este año para ello. En teoría, esto permitirá un mayor reparto de la generación eléctrica desde las centrales y romper con el monopolio de Endesa; adicionalmente, también se podría posibilitar el uso del hidrógeno como combustible.

La estrategia de Generación Gestionable del ITC estima que el procedimiento de renovación puede alargarse entre unos 5 a 8 años, “desde que se comunica la actuación hasta que es implementada, pasando por un complejo procedimiento que incluye trámites burocráticas y diferentes concursos para la adquisición de equipos y componentes”.

Si la renovación no ha sido implementada antes de 2030, Canarias contaría con 24 grupos térmicos con vida útil en vigor que sumarían una potencia total de 866,1 MW, frente a los 2.303,71 MW disponibles hasta 2020. El documento elaborado por el ITC recomienda que es necesario sustituir los actuales por otros generadores gestionables y que provean de la suficiente inercia al sistema para evitar que se produzcan ceros energéticos, independientemente de la aspiración a buscar soluciones que no estén basadas en combustibles fósiles.

En este sentido, el Parlamento de Canarias apoyó de forma unánime en junio de 2021 el desmantelamiento de las centrales térmicas de las islas y su sustitución por las renovables. La propuesta, impulsada por el colectivo ciudadano Salto a la Transición Ecológica, hacía hincapié en la necesidad de reducir de forma progresiva la dependencia de la quema de combustibles fósiles.

Sin embargo, en territorios isleños, con sistemas eléctricos aislados, prescindir de los grupos térmicos en la transición es, cuanto menos, muy complejo. Roque Calero, ingeniero industrial y catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, asegura que no es posible la sustitución al completo de estas unidades en las Islas por renovables.

“Siempre se tiene que garantizar la producción eléctrica, cada hora y a cada segundo”, señala, y la energía eólica o la fotovoltaica están sujetas a las variables del viento y del sol, que no está siempre disponible. El almacenamiento podría ser una solución, pero Calero indica que “no hay ningún sistema de almacenamiento en el mundo que permita mantener varios días el suministro eléctrico” si escasean las fuentes limpias. En cambio, lo grupos permiten asegurar la cobertura de la demanda en todo momento, parándose y entrando en funcionamiento cuando sea necesario.

Ahora bien, Calero matiza la importancia del tamaño de potencia de estas unidades. En las islas, las principales, que son de ciclo combinado, cuentan con unos 200 MW de potencia y “mientras existan este tipo de grupos, nunca se podrá meter en la red eléctrica más de un 60% de renovables”.

Por ejemplo, las principales centrales de Gran Canaria y Tenerife, ubicadas en San Bartolomé y Granadilla respectivamente, cuentan con una potencia de alrededor de 230 MW en cada uno de sus dos grupos de ciclo combinados. Uno opera y el otro se mantiene conectado a la red por si falla el primero y no se puede reducir su potencia. Las islas capitalinas tienen una demanda de entre 500 y 550 MW y más de esa cantidad no puede entrar en el sistema porque colapsaría. Aunque aumentara la instalación y potencia de las renovables, un porcentaje siempre estaría reservado para los grupos térmicos.

Por ello Calero defiende que “si se quiere introducir renovables al máximo” es necesaria la sustitución de los grupos existentes por otros más pequeños, de unos 25 MW de potencia, que en conjunto alcancen la generación necesaria en función de la energía renovable disponible. Esto permitirá “dar mayor flexibilidad al sistema y mayor penetración de renovables”. De hecho, a su juicio, “es mayor el impacto de eliminar los grupos térmicos grandes, que introducir un sistema de almacenamiento”.