Como el inagotable James Stewart sin parar de hablar en el Senado de los Estados Unidos, para no perder la palabra y defenderse de una falsa acusación. Francisco Cambreleng no es exactamente el Mr. Smith de ese lujo de película, Caballero sin espada en castizo español, pero se revira como una panchona hasta el agotamiento de sus letrados rivales si estos se empeñan en interpretar a su conveniencia o cambiar el sentido de su denuncia del caso de Grupo Europa, que se juzga en la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior canario.
Este sábado habilitado para continuar con el interrogatorio del denunciante de este caso de presunta corrupción en el Ayuntamiento de Telde, gobernado entonces (2003-2007) y ahora por el Partido Popular, ni el letrado de su jefe en la promotora Grupo Europa, Antón Marín, ni el del principal acusado, el diputado regional del PP Jorge Rodríguez, ni el del exjefe de Urbanismo de Telde, José Luis Mena, lograron abrir una brecha en el discurso de lo que el exgerente de Grupo Europa denunció como una trama de fraudes con viviendas sociales.
Y eso que los letrados de las defensas prefieren centrarse en darle la vuelta a la tortilla: ya que Cambreleng, en sus reiteradas denuncias de cobro de comisiones ilegales por parte del diputado y los funcionarios acusados por el ministerio fiscal, cifraba en 240.000 euros la cantidad global que Grupo Europa llegó a pagar durante años en Telde por conseguir suelo y contratos para construir viviendas, pues la estrategia elegida es acusar a Cambreleng de que esos 240.000 euros, en realidad, los robó el denunciante de su empresa para pagar su chalé.
O cualquier otra cosa, porque a lo largo de los interrogatorios de las defensas, letrados de unos y otros acusados han llegado a afirmar que los 240.000 euros que Cambreleng dice haber pagado en Telde el propietario de Grupo Europa habrían sido, o a) el importe no declarado de Cambreleng por su actual vivienda en Ciudad Jardín, o b) un pago a una mercantil en Fuerteventura, Vinorce, que estaría relacionada con el exconcejal de Urbanismo de Pájara Blas Acosta, e incluso c) dinero que se llevó para su bolsillo y por lo que entró en conflicto judicial con su exjefe Antón, todavía pendiente de resolución.
Cosas de las estrategias dispares, porque tantos 240.000 euros suman mucho más que esos 240.000 euros únicos que figuran en un documento excel de Grupo Europa y Cambreleng ya ha asegurado, hasta la saciedad, que se refiere al dinero empleado por su jefe para “otros pagos”, a políticos y funcionarios de Telde. Cuestión aparte, en este juicio, será el elemento probatorio final, pero de momento, entre el destino de los pagos, el motivo de los pagos, las fechas de las licencias urbanísticas otorgadas y la recurrente referencia a la presencia del periodista de puño y letra presente, en toda la investigación, nada avanza este caso más allá de las posturas encontradas a uno y otro lado de la sala de vistas.
En esta tercera sesión, de nuevo de casi seis horas en las que Cambreleng no tuvo reparo ni desaliento alguno para explicar una y otra vez, sin perder demasiado la paciencia, cómo se pagaban comisiones ilegales, o cómo llegaba a acompañar a Antón Marín al hotel Fataga de Las Palmas de Gran Canaria y este le ordenaba quedarse en la barra hasta que entregaba los sobres con dinero a politicos y funcionarios, y después era invitado a participar en reuniones para amañar el concurso de asesoramiento a Urvitel para viviendas sociales, casi todos los lugares comunes ya conocidos desde la denuncia y en la sesión del lunes volvieron a pisarse.
Hubo de todo, desde afirmaciones del abogado de Antón Marín de que era imposible que la tarde del viernes 23 de diciembre de 2005, que señala Cambreleng como la primera entrega de un sobre de 30.000 euros para José Luis Mena, hubiera personal en la oficina con que el denunciante comentara ese momento sobrecogedor “porque estaban almorzando, desde las tres hasta las ocho de la tarde en el restaurante La Marinera”, hasta preguntas reiteradas del letrado de Mena de por qué sabía que conducía un BMW X5, o quién lo llevó a la Policía a denunciar, y hasta por qué no exigió el derecho de rectificación a la revista Época cuando publicó aquel reportaje del Soriagate titulado Un GAL sin crímines en Canarias.
Cambreleng salió de todas esas cuestiones con la paciencia de quien no se desvía de lo que sabe: denunció lo que denunció porque lo sabía, y lo que no sabía, no está denunciado. “Y punto”. Al tiempo volvía a explicar todo el proceso, más allá de que si en una fecha concreta en Telde se concediera una licencia concreta, y esa fecha sea anterior al pago que denuncia a Mena, por lo que este no tendría objeto ni sentido. “Es que da igual, se pagaba porque había un objetivo mayor, y no solo esas dos licencias [de las únicas dos promociones puestas en marcha], queríamos tener mucho más suelo, para muchas más promociones”, aclaró.
Llamadas del presidente a no reiterarse, unos y otro
Con un par o tres llamadas del presidente del tribunal y del TSJC, José Ramón Navarro, a los abogados de las defensas y al propio Cambreleng para no volver a repetir lo mismo una y otra vez, la sesión transcurrió con curiosas anécdotas como la del abogado del diputado del PP Jorge Rodríguez Pérez, preguntando si en esta trama, no sería “otro Jorge Rodríguez”, y no su cliente, al que se refiere Cambreleng, ante la incredulidad del denunciante ya que en la trama matriz de Faycán existe un imputado de ese mismo nombre, pero obviando el letrado que Cambreleng mismo estuvo en varias reuniones con el diputado en el Ayuntamiento de Telde.
Fue una de esas reuniones, con el exalcalde de Telde Paco Valido [futuro testigo del caso] la que volvió a relucir este sábado, con la afirmación tajante de Cambreleng de que “Valido y Sonsoles [Martín, concejal de entonces y actual del PP] mienten”, cuando niegan que Jorge Rodríguez les instara a ayudar a “la empresa amiga del partido” cuando se bloquearon todos los proyectos de Grupo Europa tras el estallido del caso Faycan. “Claro que mienten ¿Cómo van a decir lo contrario si forman parte del Partido Popular?”, expuso Cambreleng tajante.
Hubo mucho más, como discusiones sobre la obstrucción al tráfico si se aparca “en”, “sobre” o “encima” de una “glorieta” o “isleta” en la bifurcación de las calles Ferreras con Albareda y Juan Rejón, donde aseguraba el denunciante haber visto el BMW X5 que habitualmente conducía José Luis Mena, y al que se subió Pedro Pablo Santana, otro de los acusados, tras recoger los sobres entregados por el propio Cambreleng...
Incluso fue cuestionado por qué no se acogió al programa de testigos protegidos ante el miedo inicial que Cambreleng tenía a su exjefe por las influencias de las que se vanagloriaba [“Decía conocer a Aznar, a su yerno, tenía a Jorge en nómina, contactaba con alcaldes”, dijo Cambreleng, “¡hombre, tampoco es un terrorista!”, replicó a lo que los otros entienden que él debió hacer o no], pero sobre todo, este primer juicio de corrupción en el PP de la era Soria ha seguido girando en torno a un mismo guión impecablemente definido y prestablecido en los escritos de las partes: las defensas intentan encontrar una o varias contradicciones con que tumbar el discurso del denunciante y este responde siempre a todo, sin callarse.
El jueves 6 de febrero seguirá en el uso de la palabra. Después llegará el turno del resto de los acusados.