Si no fuera por la novelería y porque uno se encuentra allí con gente a la que hace muchos años que no ve y que a veces hasta son familia, esto de Fitur sería un auténtico pestiño. Ya no es como otras veces y a no ser que vayan allí a trabajar (que igual hasta les divierte) o a vender algo (y procuren no venderse ustedes) no crean que se pierden nada del otro mundo.
Porque quedaron ya lejos los tiempos de los grandes fastos y el jolgorio de Olarte o Román. Y porque la presencia canaria en Fitur ha ido consolidándose cada vez más como lo que debe ser: un lugar de encuentro para los profesionales de la distintas ramas del sector turístico para ampliar mercados y hacer negocios. O sea: mucho hablar y muchas relaciones públicas y menos parque de atracciones. Más peña encorbatada y sentada en las mesas dispuestas al efecto departiendo agradablemente, y menos drags zancudas, degustaciones gratuitas y sorteos de viajes.
Aunque algo de aquel viejo glamour siempre quede, si bien más en otros espacios que en el dedicado a Canarias. Y lo demuestra el hecho de que aún haya viejitos que, no solo en Fitur, sino en otras ferias, se lleguen hasta la puerta de Ifema, tras haber cruzado el puente de la M-40 desde su casa en el barrio de Canillas, para pedirte cuando sales que les dejes tu credencial de periodista para entrar gratis.
En esta edición, por falta de glamour y oropel, ni siquiera vino el Rey Felipe, sino solo la Reina Letizia, ya que su regio esposo anda en más altos y constitucionales menesteres. Y es que tanto en los corrillos más informales como en las declaraciones públicas de los personajes públicos estuvo inevitablemente presente la formación del futuro Gobierno. Eso sí, en el stand de Canarias no había demasiadas rastas.
Y es que pese a que sean muchas las autoridades cabildicias, municipales y autonómicas que han cambiado desde el año pasado, a que Clavijo estuviera debutando y a que Soria podía estarse despidiendo, tampoco hubo nada demasiado nuevo bajo el sol en la esquina de siempre del pabellón nueve más allá de las inauguraciones protocolarias y de unas cifras de visitantes que parecen continuar en buena dirección.
Solo que el tripartito del nuevo Cabildo de Gran Canaria prefirió esta vez no hacer rancho aparte en una esquina de la esquina, si bien eso no evitó que los canariones mas notorios, empezando por el presi Antonio Morales, se fueran congregando a lo largo de la mañana en torno al stand de Lopesan, vaya usted a saber por qué querencias inconscientes.
O que desde el punto de vista estético en los materiales de los mostradores predominaran los ocres y los blancos frente a los azules, casi exclusivamente presentes en las inevitables imágenes del oceáno de algunos afiches. ¿Síntoma del nuevo tiempo político?