Mora en Siete Palmas el alma de un balón que ha pasado estos días por las mejores manos posibles. Es un balón mágico, como no hay otro igual, tanto son los beneficios que tiene si lo tocas. Dicen que incluso con mirarlo ya te engatusa. Un balón que concentra lo mejor del baloncesto europeo. El infinito talento de los Gasol, Rudy o Navarro; la magia de Sergio Rodríguez o Ricky Rubio; la fiereza de Ibaka; la garra de Felipe Reyes; la aceleración de Llull; el virtuosismo de Calderón; el empuje de Claver, y las ganas del lesionado Abrines. Es ese balón que antes pasó por A Coruña, Granada o Sevilla, con paradas posteriores en Badalona y Madrid y que ya estará, para siempre, en el corazón del Gran Canaria Arena. Y en el de todos los isleños, sean o no clientes habituales de la magnífica instalación de Siete Palmas.
Se erige en el cielo de Las Palmas de Gran Canaria el pabellón “de los sueños”, allí donde muchos aficionados insulares pudieron ver por última vez en vivo, que no en directo, pues Teledeporte prefirió emitir la final del torneo de Tenis de Cincinatti (con David Ferrer combatiendo los cañonazos de Roger Federer) a una de las mejores selecciones mundiales de siempre, con todas sus estrellas concentradas y unidas por un objetivo común: ganar el oro, ser felices, hacer feliz a todo un país como si no lo hubieran hecho tantas y tantas veces, especialmente desde aquella mágica tarde de Saitama. Nada hubiera sido posible sin el Arena, cuya construcción tanta controversia despertó. Allí donde Pau Gasol dejó inmortalizadas sus huellas para el disfrute de todos los presentes “en el mejor pabellón de España”, como lo calificó el seleccionador, Juan Antonio Orenga. Ahora, en Siete Palmas, la cuenta atrás se grita más fuerte que nunca. Ya pasó España y ahora pasan lentos los días, por lo gozoso del resultado final, hasta que llegue la selección de Estados Unidos para jugar, ante Eslovenia, su único partido preparatorio fuera del país sin nombre. No están las deidades de este deporte, aquellas de apellido James, Bryant, Durant o Anthony, los cuatro mosqueteros de un juego sin igual. También se bajaron del barco con excusas varias apóstoles como Blake Griffin, Dwight Howard, Kevin Love, Chris Paul o LaMarcus Aldridge, aparte del lesionado Paul George. Pero nuestro balón sigue feliz, deseoso de ser acariciado por las dulces manos de James Harden, Stephen Curry o Anthony Davis, el baloncestista de la ceja más grande. Incluso con ellos tres, cualquier selección del Mundial aspiraría al oro desde el primer segundo del Mundial. Sí, entramos en una nueva cuenta atrás.
Cada bote de nuestro balón es un segundo menos para que llegue ese 26 de agosto. No faltará eldiario.es. No faltará nadie. Ojalá que la televisión tampoco. Gracias al Gran Canaria Arena, las dos grandes y casi únicas favoritas al oro (decepción sin igual para España y USA supondría el hecho de no estar en la final del 14 de septiembre en Madrid) pasarán por nuestra isla. Ese día se podría cumplir otro sueño más para todos los que amamos al deporte más bonito del mundo. Tenemos el pabellón de los sueños. A los jugadores de nuestros sueños jugando a un palmo de nosotros. En nuestra casa. Compartiendo nuestro sueño. Por eso, este verano, época soñadora donde las haya, será inolvidable. Como Calderón de la Barca. Porque la vida es sueño. Y los sueños, sueños son. Apaguemos el despertador.
Badalona
Tras pasar por Gran Canaria, la Selección Española de Baloncesto comienza este miércoles en Badalona un torneo amistoso. Allí, en el Palau Olímpic, donde el verdeadero Dream Team, el que Jordan, Magic, Bird y compañía deleitaron al mundo en los JJ OO de Barcelona, el equipo de Orenga se medirá a Croacia y el jueves al ganador del duelo entre Ucrania y Méjico, también mundialista y que jugará la primera fase precisamente en Gran Canaria. Pau Gasol y los suyos cerrarán su preparación el lunes contra Argentina y en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid.