La eficacia de medidas como limitar la movilidad para controlar la propagación de epidemias es un factor ya comprobado mucho antes de la irrupción de la COVID-19, y prueba de ello es el devenir de Gran Canaria cuando fue asolada por el cólera a mediados del siglo XIX, según refleja una novedosa exposición dedicada a ese episodio histórico.
Bajo el título de Memorias del cólera. Historia de una epidemia, la muestra pretende acercar a la ciudadanía el recuerdo de una crisis sanitaria que, pese a ser muy anterior a la del coronavirus, pues data de 1851, pone de manifiesto el carácter recurrente de las plagas y la vigencia de métodos para atajarlas que no son nuevos, según han destacado al presentarla este martes responsables de la entidad que la ha producido, el Museo Canario.
Quienes acudan en días y meses próximos a sus salas para visitar la exposición podrán constatar, de hecho, los “muchos paralelismos” que existen entre lo ocurrido entonces y en los tiempos de la covid, ha asegurado su presidente, Diego López.
Muertes, dificultades para dar respuesta a la situación desde los sistemas sanitarios, perjuicios económicos y hasta repercusiones políticas que forman parte del relato de aquellos hechos dejan patentes esas semejanzas, ha apuntado.
Si bien aclarando que la del siglo XIX fue una epidemia de dimensiones “terroríficas” en Gran Canaria, ya que arrojó un saldo de fallecidos equivalente al 9% de la población que había en la isla, sobre todo en la capital, donde acabó con cerca de un 20% de los habitantes.
Son unas proporciones que, ha subrayado, de extrapolarse al escenario actual habrían supuesto la desaparición de unas 100.000 personas en todo el territorio insular, 75.000 de ellas en Las Palmas de Gran Canaria.
Y ello a pesar de que el episodio tuvo una duración mucho menor, pues las muertes se prolongaron unos cuatro meses, entre junio y septiembre de 1851, y algo más, seis meses, el aislamiento que se decretó para evitar que la enfermedad siguiera extendiéndose por el archipiélago, prohibiendo la entrada y salida de los numerosos barcos que transitaban por su puerto mediante fórmulas tan expeditivas como romper los timones de todos los atracados en él.
Documentos de todo tipo que se han estudiado y sacado a la luz para hacer posible la iniciativa, desde manuscritos de médicos ilustres que lucharon contra aquella patología a recortes de prensa, registros sanitarios y estudios de enterramientos de víctimas llevados a cabo fuera de los cementerios, revelan, de cualquier modo, que a los devastadores efectos del cólera sobre la población isleña contribuyeron también problemas existentes ya antes de su llegada a Gran Canaria.
Porque, si bien el elemento que desató la crisis fue la arribada de un barco con gentes infectadas que hicieron que se fuera extendiendo por el lugar la enfermedad, esta no habría sido tan letal, según ha afirmado la conservadora del Museo Canario, Teresa Delgado, de no darse ya circunstancias que fueron determinantes para agravar las dimensiones de la epidemia.
Circunstancias como que el suministro del agua provenía de canalizaciones al aire libre y expuestas a la contaminación de desechos de todo tipo, desde residuos humanos a basuras o suciedad procedente de zonas más altas donde se lavaban ropa y demás en las orillas y que terminaba vertida en ellas, o las carencias que sufría de antemano buena parte de la población.
Puesto que no pocos habitantes vivían en condiciones de hacinamiento en la capital grancanaria, especialmente castigada por la enfermedad, y eran numerosos también quienes padecían de malnutrición se enfrentaban a ella en desventaja, ha dicho.
Teresa Delgado ha querido recalcar, en todo caso, que la exposición refleja, a la vez, cómo ya desde entonces se apreció la utilidad de respuestas a las plagas como la aplicación de un “cordón sanitario”, término que da título a uno de los apartados que la conforman, y entre los que no falta incluso que, bajo el nombre de “héroes”, muestra cómo las dificultades sacaron lo mejor de personas como algún médico que acabó por fallecer a consecuencia de su empeño de acercarse a los afectados para aliviar sus padecimientos.
Todo ello a través de documentación histórica que ahora ha puesto a disposición del público el Museo Canario, facilitando además su comprensión a cualquiera con la edición de un vídeo que acompaña a los textos y de grabaciones que los interesados pueden escuchar en sus teléfonos móviles usando códigos QR que aparecen junto a cada sección.