MANAMA, 17 (Reuters/EP)
Alrededor de 11.000 personas han secundado este viernes el llamamiento del principal partido opositor bahreiní, Wefaq, y han salido a las calles de Manama para reclamar reformas democráticas y un diálogo nacional.
La manifestación es la segunda que se celebra en menos de una semana, y la oposición ha adelantado que seguirá convocando este tipo de concentraciones hasta que el régimen que lidera el rey, Isa bin Hamad al Jalifa, cumpla las demandas. Estas marchas son las primeras que se convocan de forma masiva desde que las fuerzas de seguridad dispersasen en febrero a la multitud concentrada en la plaza de La Perla de la capital, Manama, y sofocasen en marzo las protestas.
Según el líder de Wefaq, Ali Salman, ha advertido ante la multitud de que “no hay marcha atrás” y ha subrayado que “la raíz del problema antes del 14 de febrero era la marginación del pueblo en la toma de decisiones”. Los chiíes, mayoría en Bahreín y protagonistas de las revueltas, denuncian que el régimen, copado por suníes, les margina.
El líder de Wefaq ha asegurado que los ciudadanos “deben tener derecho a elegir su Gobierno y a ser la fuente de poder”. La administración está dominada por la familia gobernante, los Al Jalifa, que también designan a los miembros de la principal cámara del Parlamento y mantienen sin apenas competencias a la cámara nombrada mediante el voto ciudadano.
Por su parte, los dirigentes del país --sede de la Quinta Flota de Estados Unidos-- acusan a los manifestantes de seguir una agenda sectaria con el respaldo de Irán. La oposición ha señalado que estas incriminaciones pretendes distraer a los Estados árabes y a Estados Unidos de los verdaderos motivos de las protestas: unas elecciones representativas, mayor apertura democrática y concesión plena de los derechos individuales.
Las manifestaciones del viernes han tenido lugar en la isla de Sitra, justo a las afueras de Manama, y han provocado atascos de hasta cinco kilómetros en la zona. Los organizadores han señalado que la siguiente parada será Muharraq --ciudad en la que hay aproximadamente el mismo número de suníes que de chiíes-- o la misma capital. En ambos casos se espera que haya más problemas con las autoridades que en las anteriores, ya que el Gobierno no es tan permisivo con las manifestaciones en estos lugares.
Estas protestas no han pasado desapercibidas para los que respaldan al régimen, que planean hacer una contramanifestación a las afueras del palacio del primer ministro. “Lo haremos en rechazo a los comunicados de Salman, del Wefaq, que se considera a sí mismo representante de los chiíes y los suníes del país, y en contra de sus condiciones (para el diálogo), que la gente honorable de esta nación rechaza”, señala el comunicado hecho público por los convocantes.
DIFÍCIL CAMINO HACIA LAS NEGOCIACIONES
El Gobierno bahreiní ha afirmado que todos los tipos de reformas posibles se pondrán sobre la mesa en julio, pero el Wefaq ha mostrado su voluntad de ceñir estas peticiones a cambios políticos exclusivamente. El presidente de la Autoridad de Asuntos Informativos ha señalado a los medios de comunicación egipcios durante una visita a El Cairo que cerca de 60 grupos, no todos de carácter político, tomarían parte en las mismas, con cerca de 300 personas en la mesa de negociaciones.
Algunos miembros del Gobierno han afirmado en privado que dudarían si participar en dichas conversaciones en caso de que esto fuera cierto. Salman ha declarado que esta posibilidad llevaría a “una reunión social, no a un diálogo político”.
La gran mayoría de los manifestantes ha señalado que su principal petición es la liberación de las centenares de personas detenidas bajo la Ley de Emergencia, que el rey levantó la semana pasada. Decenas de detenidos, incluyendo varios líderes de la oposición como Ibrahim Sharif o Hassan Mushaima, serán sometidos a un juicio militar acusados de planificar un golpe de Estado con la ayuda de “grupos terroristas”.
“¿Cómo podemos iniciar un diálogo cuando las figuras de la oposición están en la cárcel?”, ha señalado un participante en la manifestación de este viernes. “Es un diálogo entre el débil y el fuerte”, ha remachado.