El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, propuso este jueves que los países que más contaminan en el mundo determinen hasta finales de 2008 una meta de emisiones de los gases que producen el efecto invernadero.
Por primera vez, Bush ha aceptado la idea de establecer un límite internacional a la generación de gases que ocasionan el calentamiento global, pero esa meta sería “de largo plazo” y no se fijaría hasta finales del próximo año.
El presidente hizo el anuncio en un discurso en vísperas de la cumbre del Grupo de los Ocho (G8), que tendrá lugar del 6 al 8 de junio en Heiligendamm (Alemania), donde el cambio climático tendrá un papel predominante.
El gobierno de Bush se había negado hasta ahora a aceptar límites a las emisiones de gases contaminantes, como los marcadas por el Protocolo de Kioto, y en cambio ha apuntado al avance tecnológico como la solución del problema.
Por ello, Estados Unidos se dirigía a la cumbre del G8 (Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia) como el blanco de todas las críticas por ir a remolque, pero con su plan de este jueves la Casa Blanca pretende ofrecer su propia respuesta al problema.
“Estados Unidos trabajará para establecer un nuevo marco sobre las emisiones de gases de efecto invernadero para cuando venza el Protocolo de Kioto en 2012”, dijo Bush.
Ese pacto obligaba a los países industrializados que lo ratificaron a reducir para 2012 esas emisiones a niveles de 1990.
Alemania, que actualmente preside el G8 y la Unión Europea, ha propuesto que los ocho rubriquen en Heiligendamm un acuerdo para definir qué pasará después de esa fecha.
Su canciller, Angela Merkel, acogió positivamente el anuncio de Bush. “Esto establece un terreno en común desde el que avanzar”, dijo a la prensa en Berlín.
Alemania ha sugerido que los ocho países del grupo se comprometan a limitar el aumento de la temperatura mundial como máximo a dos grados Celsius, antes de que comience a caer.
Para ello se requiere que en 2050 el volumen de emisiones de gases como el dióxido de carbono sea la mitad que el registrado en 1990, según los expertos.
No obstante, Jim Connaughton, el principal asesor ambiental de Bush, dijo hoy que ese enfoque “no es muy práctico” y también rechazó la creación de un mercado internacional de carbono en el que se puedan comprar y vender los derechos a contaminar.
Con su nuevo plan, Bush aparentemente aspira a objetivos menos estrictos y quiere evitar que sólo los miembros del G8 se comprometan a ellos.
Eso no ha agradado a las asociaciones ecologistas. “Lo que Alemania propone es mucho más específico que el plan de Bush”, dijo David Willett, del Sierra Club, la mayor organización medioambiental del país.
“Incluso lo que sugiere Alemania no es suficiente. ¿Entonces, qué es lo que Bush va a proponer?”, se preguntó.
Connaughton no quiso dar detalles, sino que dijo que los números concretos saldrán de unas negociaciones a las que EEUU invitará a “entre 10 y 15 países” que son responsables de más del 80% de la contaminación del mundo.
Bush mencionó específicamente India y China, aunque en la lista probablemente también estarán Brasil, Australia, Suráfrica, México, Corea del Sur, Rusia y las mayores economías de Europa.
El primer encuentro tendrá lugar en Washington en el último trimestre del año, según la Casa Blanca.
Además de representantes oficiales, participarán empresarios y organizaciones no gubernamentales para promover la distribución de tecnologías no contaminantes.
Asimismo se creará un sistema “robusto y transparente” para medir la contaminación que genera cada país, explicó el presidente.
El plan propone también eliminar en los próximos 18 meses las barreras arancelarias que dificultan la difusión de tecnologías “limpias”. “La forma de superar el desafío de la energía y del cambio climático mundial es mediante la tecnología”, insistió Bush.
Pese a las críticas de las organizaciones ecologistas, el anuncio de hoy refleja un cambio de parecer en la Casa Blanca, que durante el primer mandato de Bush retiró la firma de EEUU del Protocolo de Kioto y se negó a hablar de calentamiento global.
Pero ha habido un cambio de opinión y en enero en su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente por primera vez reconoció que el cambio climático era un “desafío serio”.
Organizaciones como Sierra Club insisten en que Bush debe pasar de las palabras a los hechos.