Cuba espera en calma al sucesor de Fidel

Los cubanos aguardan en completa calma, incluso con cierta apatía, la designación este domingo de un nuevo presidente del Consejo de Estado, tras casi medio siglo con Fidel Castro en el poder.

La Habana presenta su cara más tranquila a 24 horas de la reunión de la Asamblea Nacional en la que se anunciará el nombre del sucesor, hasta ahora no revelado oficialmente, aunque muchos creen que será el presidente interino desde hace 19 meses, el general Raúl Castro, de 76 años.

“Honestamente, me importa tres pitos”, declaró a Efe Jorge, de 29 años y actualmente sin ocupación, y subrayó que a él la política le da igual.

Jorge está esperando un permiso de salida para abandonar esta isla de 11 millones de habitantes, algo que, aclaró, “sí es una preocupación en este país”.

Tomás, albañil de 47 años, esperará a ver qué sucede: “Es la primera vez que se da esto. Hay que esperar para ver cómo van las cosas”.

Para Tomás, “no hay dudas” de que el nuevo jefe de Estado y de Gobierno será el menor de los Castro, presidente provisional desde el 31 de julio de 2006, y cree que “con Raúl las cosas pueden ir un poco mejor”.

La calma ha sido la tónica de Cuba desde que el martes 19 el líder revolucionario de 81 años, convaleciente de una dolencia intestinal, anunció que no aceptará una renovación del mandato en un mensaje publicado por los medios de comunicación de la isla, todos estatales.

El nombre del nuevo jefe de Estado se sabrá oficialmente tras la constitución por un nuevo periodo de cinco años de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que tiene dos sesiones por año y que en el último quinquenio, aparte de los presupuestos anuales, solo aprobó una ley.

La sesión empezará en el Palacio de Convenciones de La Habana a las 10.00 locales (15.00 GMT) con la asunción de los escaños de los 614 diputados ratificados el pasado 20 de enero en comicios generales.

Después se elegirá -previsiblemente a puerta cerrada- a la nueva dirección parlamentaria y, a continuación, al presidente, los vicepresidentes, el secretario y demás miembros del Consejo de Estado, integrado por 31 personas.

Mientras por el mundo corren ríos de tinta sobre los cambios institucionales en Cuba, en las calles de La Habana la gente parece ajena al hecho de que, por primera vez desde que fue creado en 1976, el Consejo de Estado no estará presidido por el jefe de la revolución de 1959.

Sacha, estudiante de 18 años, con una mochila que luce el nombre de Jamaica y el dibujo de una hoja de cannabis, dijo que es “rasta” y que la política, por tanto, no le interesa.

“Aquí no va a pasar nada, y si hay lío, ya estaremos preparados”, indicó, y precisó que ese lío sólo puede venir de afuera de Cuba, en referencia a Estados Unidos.

Dania, de 60 años, reconoce que sintió “mucha emoción” cuando se enteró de que Fidel Castro se retira, aunque lo entendió porque “ya es mayor y está enfermo”.

No cree que la renuncia de Fidel Castro vaya a suponer un cambio porque, según dijo, “ha estado preparándonos durante tiempo para cuando esto ocurriera”.

“Lo más seguro que es que siga Raúl, así que todo está bien. Estoy segura de que todo va a seguir como hasta ahora”, agregó Dania, trabajadora de un policlínico del populoso y destartalado barrio de Centro Habana.

El oficial “Granma”, órgano del Comité Central del Partido Comunista, señala hoy que los 614 diputados tendrán “la trascendental e histórica misión” de elegir a los componentes del Consejo de Estado.

Sin embargo, no hace referencia directa a la sucesión del “compañero Fidel”, como aparece en la prensa oficial desde que él mismo lo pidió así el martes.

En La Habana, al menos abiertamente, solo diplomáticos, analistas y corresponsales extranjeros se enzarzan en cábalas sobre quiénes serán el nuevo presidente, los vicepresidentes, los demás integrantes de los consejos de Estado y de ministros y el presidente del parlamento.

Al igual que en la calle, casi todos los extranjeros que viven en esta isla creen que Raúl Castro será el heredero, pero de ahí en adelante barajan cientos de escenarios sobre un nuevo escalafón del régimen.