Seis semanas después de la elección del conservador Nicolas Sarkozy para el Elíseo, la derecha revalidó este domingo en las urnas su mayoría absoluta en la Cámara francesa de los diputados, pero con un marcado retroceso, mientras que la oposición de izquierdas logró un repunte espectacular e inesperado.
Lejos de la ola azul que los sondeos anunciaban después de la primera ronda de las Legislativas hace una semana, la segunda y última de este domingo ha sido el primer revés para el presidente y una corrección, vista como una negativa del electorado a la hegemonía del bando presidencial en la Asamblea Nacional.
Una corrección que ha arrastrado en su estela al número dos del Gobierno y ex primer ministro, Alain Juppé, que se presentaba en su feudo de Burdeos y perdió por unos 600 votos ante una socialista.
Quizás el único derrotado de los once miembros del Gobierno que concurrieron en las Legislativas, Juppé anunció que dimitirá este lunes mismo de su cartera de Ecología y Desarrollo Sostenible.
El primer ministro, François Fillon, había anunciado que los derrotados tendrían que dejar el Ejecutivo. La derrota de Juppé obligará a una remodelación del gabinete mayor de la que se preveía, con la entrada de un puñado de secretarios de Estado de apertura (con algunos izquierdistas y centristas).
Según las estimaciones de los institutos de sondeos, la UMP tendría entre 319 y 329 escaños (en lugar de los 359 actuales), y, con sus aliados del Nuevo Centro y otros, un total de 340, más que los 289 necesarios para la mayoría absoluta en una Cámara de 577 diputados, pero muy por debajo de los 400 a los que aspiraba.
El Partido Socialista (PS), que tenía 149 diputados en la legislatura saliente, tendría entre 202 y 210. Con los 17 de los comunistas (que buscan aliados para mantener su grupo parlamentario) y los cuatro Verdes anunciados, la izquierda tendría 232 escaños.
El Movimiento Demócrata (MoDem) del centrista François Bayrou, tercer hombre de las presidenciales, tendría cuatro o cinco escaños, incluido su propio líder, reelegido este domingo, mientras que el ultraderechista Frente Nacional seguirá ausente de la cámara, tras la derrota de su única representante en liza, Marine Le Pen.
La abstención fue elevada, superior al 39%, como en la primera ronda, pero esta vez parece que perjudicó a la derecha, cuando hace una semana había golpeado a la izquierda.
El primer ministro de Sarkozy, François Fillon, quiso ver en el resultado una elección “clara y coherente” de los franceses que “permite al presidente de la República aplicar su proyecto”, y, sin hacer caso del retroceso imprevisto de sus filas, aseguró que se mantendrá el calendario de las reformas previstas.
“Haremos lo que hemos prometido (...). Habéis votado por el movimiento. Se va a materializar”, se van a acabar “las costumbres y los hábitos” y “el derrotismo”, y se cuestionarán “los tabúes”, afirmó Fillon, a la vez que prometió “respetar a la oposición”. Sentenció que “se ha acabado el tiempo de las elecciones. Ahora empieza el de la unión y la acción”.
Visiblemente aliviado, el líder socialista, François Hollande, se felicitó de que la “ola azul anunciada no ha tenido lugar”, y aseguró que “habrá diversidad y pluralismo, menos mal”. Los franceses “han querido instalar una fuerza frente a los nuevos poderes para permitir el equilibrio y el contrapeso indispensables en democracia”, declaró Hollande, quien fue reelegido en su feudo de Tulle (centro), tal como se preveía.
Los votantes también han querido expresar sus “dudas” o “temor” ante las “primeras medidas injustas” del Gobierno, especialmente “el IVA social y las franquicias médicas”, dijo. La denuncia del proyecto de “IVA social” -un aumento del impuesto sobre el valor añadido emparejado a una bajada de las cotizaciones sociales para abaratar los costes laborales- fue el caballo de batalla de los socialistas entre las dos vueltas electorales.
Los tenores socialistas habían aparcado, a duras penas y durante unos días, sus disensiones y rivalidades, especialmente visibles entre la ex candidata al Elíseo, Ségolène Royal, y el líder del PS y padre de sus cuatro hijos, del que se ha separado, según anunció este domingo por la noche. “La oposición tiene hoy la tarea de vigilar, proteger y también proponer”, afirmó Royal, que no concurría en las Legislativas.
Royal, que aspira a reemplazar a Hollande al frente del PS, vio en el resultado “la prolongación de la dinámica de la elección presidencial” y dijo que “el trabajo de imaginación” emprendido por ella durante la campaña al Elíseo debe “continuar”.
Pero el veredicto en las urnas da un espaldarazo a Hollande en su deseo de seguir en su cargo hasta el Congreso de la refundación de 2008. Lo único seguro es que el PS entra en un período de aguas revueltas y ajustes de cuentas.