“Quinto día, 3am, fumata blanca”. El mensaje del viceministro iraní de Exteriores, Seyyed Abbas Araghchi en Twitter, fue uno de los que anunciaron un acuerdo sobre el programa nuclear que parecía imposible hace unos meses y probable hace dos semanas. El pacto es muy similar al que se apuntaba entonces.
Teherán acepta dejar de enriquecer uranio por encima del 5%. Su stock de uranio enriquecido al 20% quedará inutilizado. No instalará más centrifugadoras en sus instalaciones nucleares. La mitad de las actuales 16.000 no entrará en funcionamiento. Además, no pondrá en marcha el reactor de agua pesada en Arak, al que aún le faltaba mucho tiempo para operar, ni dará ningún paso para producir plutonio con el combustible nuclear ya utilizado. El control por la AIEA será permanente.
Lo que obtiene Irán a cambio es relativamente modesto en términos económicos. Se levantarán algunas sanciones comerciales y algunas cuentas de la Administración iraní en el exterior ya no estarán congeladas. El beneficio económico de estas medidas no llega a los 7.000 millones de dólares para los próximos seis meses. Irán continuará exportando petróleo al nivel actual, que es un 60% inferior al que tenía hace dos años.
Es en el terreno de los principios donde el Gobierno iraní puede cantar victoria. El acuerdo es temporal y depende de las negociaciones con las que se cerrará en los próximos meses. El final de ese camino: Irán tendrá un programa civil de energía nuclear con los controles necesarios para que el resto del mundo tenga la garantía de que no pueda convertirse en la producción de uranio enriquecido para uso militar.
“Es importante que apreciemos la oportunidad de acabar con una crisis innecesaria y que se abran nuevos horizontes basados en el respeto y en los derechos del pueblo iraní, y que eliminen cualquier duda sobre la naturaleza exclusivamente pacífica del programa nuclear de Irán”, ha dicho el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif.
No es muy diferente a lo que ha dicho Obama. El objetivo es “un futuro en el que podamos verificar que el programa nuclear iraní es pacífico y que no puede usarse para construir una bomba nuclear”. En definitiva, EEUU aceptará que Teherán tenga un programa nuclear para fines civiles e Irán aceptará una serie de limitaciones que impidan que pueda utilizarse con fines armamentísticos.
Se trata del primer gran acuerdo que firman EEUU e Irán, países que no tienen relaciones diplomáticas, desde el triunfo de la revolución de Jomeini en 1979. Las repercusiones de la noticia, a expensas de que el pacto sea definitivo, pueden ser inmensas. No hay que olvidar que la estrategia norteamericana en Oriente Medio tiene como pilar fundamental desde hace décadas su alianza con dos países, Israel y Arabia Saudí, cuyos líderes se oponen a cualquier tipo de coexistencia con Irán.
Es una gran victoria para la no proliferación nuclear que Israel no ve así. El país que cuenta con no menos de 80 cabezas nucleares en su poder pretende condenar a Teherán a permanecer sin energía nuclear por no considerarlo un país en quien se pueda confiar. Al igual que el ala derecha de los republicanos en los años 70 que se oponía a la ratificación del tratado SALT, Israel cree que toda negociación es inútil. No se puede negociar con la URSS, decían esos republicanos, porque no aceptarán un acuerdo justo, y si lo aceptaran, significaría que el acuerdo les beneficia y por tanto no es justo.
“Las sanciones (a Irán) han desaparecido a cambio de concesiones iraníes inútiles que pueden anularse en cuestión de semanas”, ha dicho Netanyahu. “Este acuerdo y lo que representa amenaza a muchos países, incluido desde luego Israel. Israel no se siente comprometido por este acuerdo. El régimen de Irán tiene como objetivo la destrucción de Israel, e Israel tiene el derecho y la responsabilidad de defenderse por sí mismo contra cualquier amenaza”.
Es la declaración que se espera de él. Lo cierto es que si Israel pudiera tener la seguridad absoluta de eliminar el programa nuclear iraní con un ataque militar, ya lo habría hecho. Necesitaba para eso a EEUU, pero Obama no quería concederle el derecho a iniciar otra guerra en Oriente Medio.
Imagen: Foto de la agencia iraní Fars. Kelly abraza a Ashton y Zarif da la mano a Hague.
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Esto es lo que escribí a comienzos del año pasado en 'La estrategia del perro loco' sobre el enriquecimiento de uranio y la diferencia que supone enriquecer uranio en distintos porcentajes:
La materia prima de una bomba nuclear ?también puede hacerse de plutonio? es el uranio enriquecido al 90%, es decir, con un 90% de isótopo de uranio U-235. El uranio extraído de una mina tiene sólo un 1% de U-235. El resto es isótopo U-238, inservible para estos fines. Enriquecer el uranio (convertido en un gas, hexafluoruro de uranio) significa separar ambos isótopos, gracias a la diferencia de peso de sus átomos, utilizando centrifugadoras, que someten al uranio a inmensas velocidades de rotación. Una cascada conectada de centrifugadoras sirve para producir las cantidades necesarias de uranio enriquecido.
Los iraníes consiguen en primer lugar enriquecer el uranio hasta el 4%, que es el nivel que se utiliza en una central nuclear civil. En febrero de 2010, se inicia el proceso en Natanz para incrementar el porcentaje hasta el 20% a través de una cascada de 164 centrifugadoras con una capacidad de generar de tres a cinco kilos al mes. En ese punto, el material resultante puede emplearse para la producción de isótopos médicos, un fin civil.
El problema es que ese 20% es el umbral decisivo. “Se necesita menos capacidad de centrifugación para enriquecer un kilogramo de hexafluoruro de uranio desde el 20% al 90% del que se necesita para pasar del 4% al 20%. Y a su vez se necesita menos para pasar del 4% al 20% que para pasar del 1% al 4%”, explica el físico norteamericano Jeremy Bernstein, autor de varios libros sobre energía nuclear y su aplicación militar. “Por tanto, si los iraníes son capaces de llegar al 20%, y ya tienen un amplio stock de uranio enriquecido al 20%, como dicen tener (noviembre de 2011), podrían conseguir rápidamente uranio enriquecido a niveles utilizables en un arma nuclear”.