Japón ha decidido suspender la temporada anual de caza de ballenas en el océano Antártico, después de que un grupo ecologista persiguiera con una lancha a la embarcación nodriza de la flota. Tatsuya Nakaoku, de la Agencia de Pesca, ha justificado que “la seguridad es una prioridad”.
“La flota ha suspendido la caza científica por ahora. Actualmente estamos pensando qué hacer en el futuro”, ha añadido. Las autoridades no descartan ordenar a la flota que vuelva a los puertos japoneses, si bien Nakaoku ha asegurado que Tokio no va a renunciar fácilmente a la caza de ballenas.
La flota, compuesta por 180 empleados repartidos en cuatro embarcaciones, quería conseguir 850 rorcuales aliblancos hasta marzo, cuando termina la temporada. En el mismo periodo del año pasado se dio caza a 506 de estos ejemplares, pese a que el objetivo también estaba fijado en 850.
Hace unos meses, Australia denunció a Japón ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, para detener sus actividades en el océano Antártico, pero no se espera que el organismo internacional tome una decisión antes de 2013.
Un activista de la Sociedad de Conservación y Protección del Mar, responsable de la campaña, fue condenado a dos años de prisión en julio por abordar un barco utilizado para la caza. El año pasado, una de las embarcaciones del grupo se hundió tras colisionar con otra nave.
El Gobierno japonés se sirve de la caza con fines científicos para evadir la moratoria impuesta en 1986 y argumenta que tiene derecho a estudiar el impacto de las ballenas en su industria pesquera. Japón es uno de los tres países del mundo que mantienen esta actividad, de gran valor en su cultura.