Despreciar a los saharauis es la demostración de que la Carta de los Derechos Humanos no se ha instalado en la sociedad marroquí y la evidencia de que Marruecos no se respeta a sí mismo: quien está seguro de su pasado no necesita expropiar al de al lado para expresar una grandeza que nadie nunca reconocerá, según José Saramago.
Así lo afirma el Premio Nobel en una carta titulada Si estuviera en Lanzarote, estaría contigo, dedicada a la activista saharaui Aminetu Haidar, en huelga de hambre en el Aeropuerto de Lanzarote desde que fuera expulsada, el pasado 14 de noviembre de Marruecos, tras serle retirado su pasaporte, y que leyó este domingo el actor Guillermo Toledo, portavoz de la plataforma de artistas Todos con el Sahara, ya que el escritor, residente en la isla, se encuentra de viaje.
En su misiva, Saramago transmite a Haidar su deseo de estar con ella en estos días, “no porque sea también un militante separatista, como te ha definido el embajador de Marruecos, sino precisamente por todo lo contrario: creo que el planeta es de todos y todos tenemos derecho a nuestro espacio para poder vivir en armonía”.
A juicio del Premio Nobel de Literatura 1998, “los separatistas son los que separan a las personas de su tierra, las expulsan, tratan de desarraigarla para que, siendo algo distinto a lo que son, unos almacenen más poder y los otros pierdan su propia estima acaben siendo engullidos por la sinrazón”.
Además, José Saramago afirma en su carta que “Marruecos con el Sahara ha incumplido todas las normas de buena conducta” y considera que “si el poder de Marruecos acaba doblegando a los saharauis, ése país, admirable por otras cosas, habrá obtenido la más triste victoria sin honor, sin brillo, levantada sobre la vida y los sueños de tanta gente que quería vivir en paz en su tierra y con sus vecinos para, todos juntos, hacer del continente un lugar más habitable”.
Sobre Haidar, el escritor portugués destaca el “ejemplo valioso que en todo el mundo se reconoce” y le recomienda que no ponga en riesgo su vida “porque te quedan por delante muchas batallas y eres necesaria”, al tiempo que le asegura que “tus amigos, los amigos de tu pueblo tomaremos el relevo en los foros que sean necesarios”.
Al Gobierno de España Saramago pide “sensibilidad” tanto con Haidar como con su “gente”.
“Sabemos que las relaciones internacionales son muy complejas, pero hace muchos años que se abolió la esclavitud para las personas y para los pueblos. No se trata de humanitarismo: las resoluciones de Naciones Unidas, el Derecho Internacional y el sentido común están de un lado, y en Marruecos y en España se sabe”, afirma.
Por ello, el escrito abogó porque se deje “que Aminatu regrese a casa con el reconocimiento de su valor, a las claras, porque son personas como ella quienes dan personalidad a nuestro tiempo y sin Aminatu todos seríamos más pobres”.
José Saramago concluye que “Aminatu no tiene un problema, lo tiene Marruecos. Y puede resolverlo, tendrá que resolverlo y no sólo para una mujer frágil, sino para todo un pueblo que no se rinde porque no puede entender ni la irracionalidad ni la voracidad expansionista, propia de otros tiempos y otro grado de civilización”.