Los enfrentamientos, en su segundo día este lunes, dejaron el domingocerca de 50 muertos, la mitad de ellos soldados libaneses y la otra mitad miembros del grupo integrista, que intercambiaron tiros al menos en tres lugares distintos de la ciudad, pero las cifras de este lunes son muy confusas. Se teme que haya numerosas víctimas civiles dentro de este campamento en el que viven unos 30.000 refugiados palestinos, pero se ha filtrado muy poca información porque el ejército ha sellado las entradas al campamento durante casi todo el día.
Fuentes palestinas dijeron por la mañana que había al menos nueve víctimas civiles, pero los intensos bombardeos de la tarde pudieron dejar muchas más. Las televisiones mostraron este lunes espectaculares imágenes de enormes columnas de humo ascendiendo hacia el cielo, causadas por la artillería pesada, mientras se oía el repiqueteo de las ametralladoras desde el campamento.
En el resto de la ciudad imperó la calma, pese a que Fatah al Islam amenazó con extender la violencia fuera del campamento e incluso fuera de la ciudad, hacia otras partes del Líbano. Abu Salim Taha, que se identificó como portavoz del grupo extremista, dijo a la cadena Al Yazira, que lo contactó por teléfono: “Si el ejército no para sus ataques contra nuestras posiciones, nos veremos obligados a llevar nuestros ataques fuera de Trípoli”.
“Es un asunto de vida o muerte y tenemos que defendernos”, dijo el portavoz desde algún lugar dentro del campamento.
Accesos prohibidos
Al filo del mediodía, los combatientes llegaron a una especie de tregua temporal para permitir a la Cruz Roja la evacuación de muertos y heridos, pero menos de dos horas después los bombardeos se reanudaron, esta vez con mucha más intensidad.
Al parecer, los trabajadores humanitarios no pudieron entrar dentro del campamento. Los periodistas tienen prohibido el acceso al campamento y las televisiones tienen que limitarse a ofrecer imágenes del exterior.
Aunque numerosos ciudadanos salieron a las calles el domingo a jalear a los soldados que iban a sitiar el campamento de refugiados, este lunes se vio que la tarea puede resultar mucho más difícil de lo previsto. Los campamentos de refugiados palestinos cuentan con un estatus especial en el que el ejército libanés controla solo su acceso, pero permite que sean los grupos palestinos los que se encargan de la seguridad interna, por lo que abundan las milicias de todas las tendencias.
El político cristiano Michel Aun, feroz opositor del primer ministro Fuad Siniora, culpó al gobierno porque “permitió a Fatah al Islam surgir como milicia: llevan un año preparándose con armas y entrenamientos, no han llegado en paracaídas; el gobierno lo sabía y no hizo nada por evitarlo”. El desencadenamiento de este nuevo frente de violencia en Trípoli se produce cuando el estado libanés se encuentra sumido en una profunda crisis, con el gobierno abandonado por seis ministros, el parlamento que no se reúne y el presidente boicoteado por el primer ministro y por la comunidad internacional.