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Malalai Joya: “La ONU y la OTAN utilizan la desastrosa situación de las mujeres para ocupar Afganistán”

Belén Rodríguez (Efe)

Santa Cruz de Tenerife —

La activista y exparlamentaria Malalai Joya denuncia que la ONU y la OTAN han utilizado “la desastrosa situación de las mujeres” para ocupar su país, Afganistán, y reemplazar el régimen talibán por “señores de la guerra”, “iguales de fundamentalistas y crueles que los anteriores”.

Malalai Joya, exdiputada afgana que se ha distinguido por defender las injusticias en su país y los derechos de la mujer, explica en una entrevista a Efe que estos “señores de la guerra” llegaron al poder después de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos tras “una máscara de aparente democracia”.

Después de que en el año 2001 Estados Unidos, ayudado por una coalición internacional derrocara al gobierno talibán, la situación de las mujeres es incluso peor que antes: hay violaciones, violencia machista, niñas que no pueden ir al colegio y mujeres que son golpeadas a base de latigazos y obligadas a llevar burka.

Malalai Joya, que ha participado en el foro “Enciende la Tierra” organizado por la Fundación CajaCanarias en Tenerife, alerta de que solo en las grandes ciudades las niñas pueden ir a los colegios que las potencias occidentales han construido para justificar su ocupación.

En Kabul, capital de Afganistán, se han construido escuelas y universidades privadas que la activista considera “el gran enemigo” de la democracia afgana porque solo pueden ir las élites y los hijos de los “señores de la guerra” a aprender las lecciones de profesores fundamentalistas.

Malalai Joya, que fue expulsada del Parlamento de Afganistán por denunciar públicamente la presencia de criminales de guerra en la cámara, insiste en que las mujeres no tienen derecho a vestir como quieren y si no llevan burka son lapidadas, algo que no sucedía en la década de los años cincuenta, cuando se imponía el estilo de moda occidental.

En su opinión, llevar o no velo tiene que ser una decisión personal de la mujer y no debe ser en ningún caso un símbolo de opresión, como sucede hoy en día en Afganistán.

La activista, que viaja por el mundo sin burka, ha sufrido cinco intentos de asesinato desde que en mayo de 2007 fue expulsada del parlamento acusada por denunciar a los parlamentarios en una entrevista, lo que ha generado una protesta internacional y llamamientos para su reincorporación firmados por intelectuales como Naomi Klein y Noam Chomsky.

La realidad, subraya Malalai Joya, es que fue expulsada por dar a conocer a la opinión pública, controlada por “los señores de la guerra”, que la mayoría de los diputados son extalibanes que no respetan la ley y que han ordenado el asesinato de mujeres y niños.

Incluida por revista Time en 2010 entre las 100 personas más influyentes del mundo, lamenta que durante los últimos quince años “las política equivocadas” de Estados Unidos se han burlado de la democracia y, Europa, con su acuerdo con Turquía sobre los refugiados, hace algo similar.

“Ninguna nación puede ayudar a otra a conseguir la liberación, la liberación de un país la debe decidir su propia gente”, defiende la exparlamentaria, quien, orgullosa, recuerda que en noviembre del año pasado hubo una manifestación de miles de personas en Kabul porque los que ella llama los señores de la guerra le cortaron la cabeza a una niña de nueve años porque era de una minoría étnica.

“Mientras esto sucede en Afganistán, los gobiernos occidentales, que bajo el lema de la democracia invadieron militarmente el país, no apoyan estos incipientes movimientos democráticos que reclaman justicia para los más débiles, entre ellos las mujeres, que quieren volver a las aulas”, agrega.

Respecto al acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Turquía referente a los refugiados, la afgana lamenta que en su país, del que proceden muchas de las personas que piden asilo, la población solo tiene dos alternativas: pagar 6.000 dólares si no quieren afiliarse al Daesh o huir de Afganistán.

En este contexto, Malalai Joya exige a la UE que se comporte de acuerdo con los principios democráticos y acuerdos internacionales y no deporte a quienes huyen del terror porque si vuelven se verán obligados a integrarse en el Daesh o caer en la droga.