El aire en Moscú está por fin limpio, después de que la lluvia y el viento dispersasen la nube de humo causada por los peores incendios que ha sufrido Rusia a lo largo de su historia y que ha cubierto el cielo de la capital durante una semana.
La concentración de monóxido de carbono en Moscú disminuyó el martes y, según una experta de la Organización Estatal para la Protección del Medio Ambiente Mosekomonitoring, los niveles de humo se encontraban “dentro de lo normal”.
Expertos en salud aseguran que los niveles de contaminación han sido tan altos en la capital que respirar resultaba tan peligroso como fumar varios paquetes de cigarrillos al día.
Una ola de calor que desde mediados del pasado mes de junio asola gran parte de la zona central de la Rusia europea ha provocado incendios y una de las peores sequías en años, además de cobrarse la vida de más de 50 personas y que alrededor de 2.000 personas hayan tenido que abandonar sus casas.