Las letras que Obama dedicó a Mohammed VI en una misiva recibida en Palacio Real el pasado mes de junio han desestabilizado los cimientos de la estrategia política marroquí. Una vez inhabilitada la propuesta de resolución que propugnaban en Marruecos para el Sahara Occidental, Fassi Fihri, ministro de Exteriores, ha viajado en reiteradas ocasiones a París para pedir ayuda.
La diplomacia francesa trabaja por intentar ayudar a su socio estratégico por excelencia, pero no tiene todo a favor. Después del varapalo recibido en Mauritania, Francia debe andar con pies de plomo. El motivo de estos viajes, según se ha sabido, es trabajar para mitigiar los efectos de la decisiva declaración de intenciones de la Administración americana. Marruecos busca, con los viajes a París, alimentar una relación que pueda hacer frente a la firme decisión de Obama de apostar por la legalidad internacional, o lo que es lo mismo la retirada del apoyo americano a Mohammed VI.
Marruecos entiende como una provocación los hechos que han acontecido hasta ahora, como las buenas relaciones de Christopher Ross con Argelia, a la que ha dado prioridad en agilizar la búsqueda de una solución al conflicto que mantiene, desde hace décadas, a miles de ciudadanos en medio del desierto.
Otra clave que ha inquietado a Marruecos es el ánimo que ha infundido este nuevo giro en lo que entienden como su enemigo, el Frente Polisario. Desde Marruecos, en los últimos días, se ha denunciado una escalada de violencia por parte del Polisario, denunciando el aumento de actividades de entrenamiento por parte de sus soldados, siempre fuera del territorio marroquí.
Aunque no hay una confirmación oficial, todos apunta a que se retomarán las negociaciones entre las partes en las próximas semanas en Viena, Austria.