Más de 100.000 personas sin hogar tras los disturbios de Kenia

El presidente de la Comisión Electoral de Kenia, Samuel Kivuitu, reconoció este miércoles que no sabe quién es el ganador de las elecciones, mientras el país, en estado de alerta, espera la manifestación convocada por la oposición para este jueves, que fue prohibida por las autoridades.

Kivuitu hizo temblar los pasillos del palacio presidencial al admitir en una entrevista publicada este miércoles por The Standard, uno de los dos periódicos más importantes de Kenia, que “no está seguro del triunfo de Mwai Kibaki”, reelegido en los comicios presidenciales del pasado 27 de diciembre. El presidente de la Comisión Electoral pide la apertura de una investigación independiente y asume la responsabilidad del anuncio de la victoria tras un recuento repleto de irregularidades denunciadas por la oposición y la Unión Europea.

Las denuncias sobre operaciones fraudulentas desataron una ola de violencia por todo el país, cuyo balance oficial es de 300 muertos, según el presidente Kibaki, más del doble según la oposición. Además, según la Cruz Roja Internacional, hay más de 100.000 personas que han perdido sus hogares.

El último episodio violento se produjo el martes, con la quema de una iglesia en la localidad de Eldoret, al oeste de Nairobi, en la que perecieron 45 personas, la mayoría niños y mujeres, un hecho que ha conmocionado al país y a la comunidad internacional. Las víctimas eran de la etnia kikuyu, la más numerosa del país y a la que pertenece Kibaki.

Según el relato de varios testigos, los autores de la tragedia son luos, el clan del líder opositor Raila Odinga, la tercera tribu más numerosa del país.

Un millón de votos fraudulentos

La oposición, encabezada por Odinga, jefe del Movimiento Democrático Naranja (ODM), culpó al Gobierno de robarles unos comicios en los que se atribuye un millón de votos fraudulentos y afirmó que las fuerzas de seguridad disparan contra sus partidarios de manera indiscriminada. Desde las filas del Partido de Unidad Nacional y en el seno del Gobierno respondieron que los incidentes son obra de gamberros al servicio de la oposición.

La capital recobró este miércoles su pulso normal en el primer día laboral después de diez jornadas festivas, pero muchos comercios permanecieron cerrados. Las principales arterias del centro siguieron cortadas al tráfico y la policía ya se prepara para la manifestación anunciada para este jueves en el parque Uhuru, en pleno centro de Nairobi.

Será una demostración de fuerza con la que Odinga pretende presionar al Gobierno, que el domingo decretó la prohibición de cualquier tipo de manifestación política. Najib Balala, miembro de la cúpula del ODM, confirmó que la manifestación del jueves por la mañana no será cancelada.

Mientras tanto, el país sufre una penuria de alimentos básicos y combustible. Los supermercados registran una afluencia masiva desde el martes que ha vaciado las reservas de la mayoría de los establecimientos y los residentes de los barrios más elegantes acumularon comida y bebida para varios días y son pocos los que se aventuran a salir.

En el Valle del Rift y en la costa no funcionan los transportes públicos por falta de gasolina.

Menor violencia

Sí parece, en cambio, que el volumen de violencia ha decaído desde el lunes, según fuentes de la policía, en tanto en el extranjero se multiplican los llamamientos a la calma y los ofrecimientos de mediación. Estaba prevista la llegada a Nairobi de una delegación de la Unión Africana dirigida por el presidente de Ghana, John Kuffour, con la intención de negociar una solución pacífica entre el Gobierno y la oposición, pero el viaje fue cancelado sin que se hayan dado explicaciones.

También prosigue la censura informativa ordenada por el Gobierno. Los kenianos sólo reciben información en directo a través de los medios extranjeros o la que se transmiten de unos a otros.