Más de 500 personas pueden haber muerto este martes al explosionar e incendiarse un conducto de combustibles en las afueras de la ciudad nigeriana de Lagos, aunque testigos del hecho afirman que la cifra de víctimas puede ser aún mayor.
El voraz incendio que se extendió a primera hora de este martes por el barrio de Abule Egba se originó, al parecer, cuando varios jóvenes rompieron el conducto para extraer gasolina.
Aunque la policía aún no ha facilitado una cifra oficial de víctimas, representantes de la Cruz Roja afirmaron que podría ascender a 500. Testigos presentes en el lugar de la tragedia sostienen que esa cantidad será sobrepasada.
De momento, la Cruz Roja ha confirmado 260 muertos y 60 heridos, en un balance que considera provisional.
Los equipos de rescate han trasladado a hospitales de la zona a cerca de 400 personas que han sufrido quemaduras de distinta consideración.
Un corresponsal de Efe en el lugar de la tragedia contó más de 200 cuerpos sin vida en el lugar de la tragedia, la mayoría de ellos con quemaduras que impedían reconocerlos.
Los cuerpos estaban siendo retirados por vehículos para el transporte de residuos y conducidos a un lugar preparado para un entierro colectivo.
El área del accidente ha quedado convertido en una zona de enorme destrucción en la que se pueden observar, además de restos humanos, decenas de vehículos reducidos por las llamas y las latas y bidones empleadas por las víctimas para recoger el combustible.
El fuego que se desató a primera hora de hoy también alcanzó edificios cercanos, entre ellos varias casas, una iglesia, una mezquita y algunas tiendas.
Según testigos presenciales, después de registrarse el siniestro varias personas se presentaron al lugar con tanques de transporte de líquidos para seguir recogiendo gasolina.
“Después de que se fueran, mucha gente siguió recogiendo el combustible con el recipiente que tenía más a mano”, afirmó J. Mustapha.
A pesar de que los bomberos lograron controlar el incendio, horas después del accidente persistía una gruesa capa de humo negro sobre la ciudad.
El gobernador de la provincia de Lagos, Bola Tinubu, que visitó horas después el lugar, culpó al Gobierno central de la tragedia por haber sido incapaz de generar suficientes empleos para los nigerianos y no garantizar la seguridad de los conductos de petróleo y derivados.
Desde Bruselas, la presidencia de la Unión Europea emitió un comunicado en el que lamenta la pérdida de vidas y manifiesta sus condolencias al Gobierno y al pueblo de Nigeria, así como a los familiares y amigos de las víctimas.
Nigeria es el primer productor africano de petróleo, pero dos terceras partes de la población viven por debajo del umbral de la pobreza.
Además, estos días se vive una fuerte escasez de combustibles, lo que propicia los robos de este tipo para aprovecharse de las diferencias de precio de las gasolinas en el mercado “negro”.
El suceso de hoy es el último de una serie de incendios en conductos de combustibles y oleoductos que en los últimos años han dejado centenares de muertos en Nigeria.
En mayo pasado, 150 personas murieron en Lagos por un incidente parecido al de este martes, y en 1998, en el peor siniestro de este tipo, más de 1.000 personas perecieron en la localidad de Jesse cuando un conducto explosionó en circunstancias similares.