Hemos intentado acceder al campo de detención de Moria y ha sido imposible. Se encontraba bloqueado por ambos accesos para todas las organizaciones y prensa. Delante de nosotros han obligado a dar media vuelta a personal de Save the Children. Así que hemos optado por acudir a Kara Tepe, un campo a medio camino entre Moria y la capital Mitilini. Este campo da la sensación de ser abierto pero los refugiados apenas pueden llegar al borde de la carretera y volver. He intentado llevarme una madre con dos hijos a un espacio contiguo, apenas a un par de metros de las cantinas, y el director del centro de 'pseudo' detención nos ha obligado a volver a la carretera de acceso con el argumento de que aquel era, literalmente, su “territorio”
Algunos refugiados han permanecido en el exterior, al borde de carretera, esperando el paso del Papa camino de Moria. Tanto los refugiados como los numerosos medios de comunicación han visto frustrada esa opción ya que la comitiva tomó un camino distinto al campo de refugiados. Nos manifiestan algunos ocupantes de Kara-Tepe que han sido realojados en este campo provenientes de Moria al que han intentado dar una imagen de menor hacinamiento
En las fotos se ve a Wallid que ha sido víctima de las picaduras de las pulgas dentro de campo y para las que nadie les ha facilitado remedio hasta ahora
En otra imagen, una madre posa con sus dos hijos pequeños. Son kurdos de Alepo. Su marido emprendió la marcha cuando la tienda que tenía en el mercado de la ciudad fue incendiada tras una explosión. Él alcanzó Alemania cuando las fronteras estaban aún abiertas. Hace siete meses que no tienen contacto y ella se encuentra ahora con sus hijos retenida en este campo sin saber cuál será su destino. A través de un traductor de su teléfono móvil me pregunta si están habiendo deportaciones. Tiene pavor a ser deportada a Turquía debido al trato que este país da a las personas de origen kurdo. La intento calmar diciéndole que las deportaciones se han detenido y que no se han deportado sirios. Ella se llama Mezkin y tiene 26 años, su nena tiene cuatro años y se llama Lavin y el niño de apenas seis años se llama Dyar.
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)
Refugiados en el centro de Kara Tepe en Lesbos (ANKOR RAMOS)