Más de 4.400 refugiados que huyeron a Uzbekistán han vuelto a Kirguistán

La ONU advierte de que “aún hay mucho odio” pero el Gobierno interino deberá “mostrar claramente que los uzbekos son bienvenidos”

MADRID, 22 (EUROPA PRESS)

Un total de 4.419 refugiados que huyeron a Uzbekistán por los enfrentamientos entre la comunidad kirguís y la uzbeka que comenzaron el pasado 10 de junio en el sur de Kirguistán y se prolongaron durante tres días ya han regresado a este país, según dijo hoy, martes, el vicepresidente del Servicio Estatal de Fronteras kirguís, Cholponbek Turusbekov, a la agencia de noticias '24.kg'.

Turusbekov añadió que ahora la situación en la frontera entre los dos países es tranquila y no se ha producido ningún incidente. Asimismo, indicó que este lunes el presidente del Servicio Estatal de Fronteras, Kurmanakun Makenov, visitó el campamento de refugiados situado cerca del paso fronterizo de Dustlik (Uzbekistán) para conocer las “condiciones” en que viven esas personas.

Fuentes militares uzbekas citadas por la agencia Reuters cifraron en unos 5.000 los refugiados que han vuelto este martes a Kirguistán de forma voluntaria. La violencia de las últimas semanas obligó a cruzar la frontera a unos 400.000 ciudadanos de origen uzbeko. “Hemos llorado lágrimas de sangre, simplemente porque nacimos en Kirguistán siendo uzbekos”, explicó Altynai Badalova, una profesora que estaba volviendo a su hogar y que aseguró que “el pueblo uzbeko se unió” para ayudar a los refugiados.

Durante los enfrentamientos de hace casi dos semanas entre la comunidad kirguís y la uzbeka, dos etnias que en el sur del país representan cada una aproximadamente la mitad de la población, numerosas viviendas de familias uzbekas fueron atacadas. Muchos habitantes han dicho que el Ejército, compuesto en su mayoría por soldados de origen kirguís, no hizo nada para protegerlos y que en algunos casos participó en los ataques.

AÚN HAY MIEDO

En la frontera, muchos refugiados aún no tenían claro qué hacer o dónde ir. “No sé cómo voy a poder vivir junto a los kirguises, pero ésta es mi tierra natal”, declaró a Reuters un ama de casa de etnia uzbeka, Minavar. Otros se subieron a unos minibuses para dirigirse al centro de Osh --a 10 kilómetros de la frontera--, la ciudad del sur Kirguistán que ha sido el epicentro de la violencia.

En algunas zonas de Osh, los vecinos han puesto barreras de protección por miedo a sufrir más ataques. En el barrio uzbeko de Dejkan Kishlak, los habitantes denunciaron que ayer las fuerzas de seguridad los golpearon y les robaron sus joyas y su dinero durante una redada que duró dos horas.

Varias mujeres añadieron que los hombres uniformados se llevaron también varios sacos de harina que habían recibido como ayuda humanitaria. “Nos dijeron que si dentro de diez días seguimos aquí, nos colgarán de las farolas”, declaró Karima, una mujer de 34 años y madre de tres hijos. En Dejkan Kishlak sólo quedan varios centenares de uzbekos.

El enviado especial del secretario general de la ONU y director del Centro Regional para la Diplomacia Preventiva para Asia Central, Miroslav Jenca, afirmó durante una visita a Osh que le habían informado de que miles de personas de origen uzbeko están volviendo a Kirguistán. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados ha instalado una oficina en el aeropuerto de esta ciudad.

“Aún hay mucho odio, así que para el Gobierno interino y las autoridades locales supone un desafío enorme crear las condiciones (adecuadas) y mostrar claramente que los uzbekos son bienvenidos”, reconoció Jenca mientras supervisaba la distribución de 40 toneladas de medicamentos en un hospital del centro de Osh.

El Ayuntamiento de Bishkek señaló este martes que ha transportado en avión a Osh 582 toneladas de material de ayuda humanitaria y que está preparando otro envío para esta ciudad y también para toda la región homónima y la provincia de Jalalabad, en el oeste.