La resistencia continúa en la Mezquita Roja tras caer abatido su líder

Según la versión de Sherpao, Ghazi aceptó pero terminó siendo abatido en el fuego cruzado entre las tropas paquistaníes y los radicales islámicos que querían impedir su rendición, quienes también fueron eliminados dentro del búnker. La muerte del líder religioso no detuvo la resistencia de los integristas, que continuó en el recinto de la Jamia Hafsa, la escuela de niñas contigua a la madrasa.

La operación, que requirió soldados de refresco ante la enconada batalla planteada por los radicales islámicos, comenzó a las 04.00, hora local (23.00 GMT del lunes) tras fracasar un último intento de negociación con Ghazi. Los enfrentamientos más duros se registraron en el inmueble de la madrasa, más grande y sólido que el de la mezquita, en el que los islamistas encontraron refugio en sus múltiples sótanos y habitaciones.

Según fuentes militares, un centenar de personas han muerto en el asalto al recinto religioso, entre ellos diez soldados del Grupo de Servicios Especiales del Ejército, el cuerpo al que pertenece el presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf. Además, dos docenas de soldados han resultado heridos de bala, de acuerdo con la versión oficial, que también informó de la salida de 80 mujeres y niños del complejo.

Las fuentes militares añadieron que varios integristas siguen en los sótanos de la Jamia Hafsa, con un “buen número” de mujeres y niños, montando una “desesperada” defensa de sus posiciones.

Todo un arsenal

El portavoz del Ejército, Waheed Arshad, quien pasó de anunciar una operación de cuatro horas a admitir, bien entrada la tarde, que no sabía cuándo podría acabar, explicó que los radicales disponían de un arsenal de granadas, minas, cebos explosivos y hasta lanzagranadas. Según Arshad, los integristas se situaron en los minaretes de la mezquita para disparar contra los soldados.

La Mezquita Roja de Islamabad, situada en un barrio comercial en el corazón de la capital paquistaní, se convirtió hace más de cuatro meses en un foco integrista, con su clérigo principal, Abdul Aziz, amenazando en sus sermones del viernes con atentados suicidas si Musharraf no imponía totalmente la ley islámica (sharía) en el país. Los estudiantes de sus dos madrasas secuestraron a prostitutas, policías y, más recientemente, a siete ciudadanos chinos, lo que creó un conflicto para Musharraf con uno de sus principales aliados.

El presidente paquistaní ordenó hace doce días el despliegue de tropas y paramilitares alrededor de la mezquita, donde el pasado martes comenzaron unos enfrentamientos que han degenerado en el asalto de hoy, pese a los diversos intentos de negociación. Aziz fue detenido el pasado miércoles cuando salía del templo camuflado bajo un burka con un grupo de mujeres que se rendía, y pidió a sus seguidores que abandonaran su particular “ihad.

Pero Ghazi decidió resistir, mientras negociaba, y según el régimen contaba en el interior del templo con un grupo de decenas de radicales armados vinculados con la red terrorista Al Qaeda, algunos de ellos extranjeros, y con cientos de mujeres y niños como rehenes. Entre las mujeres que se rindieron este martes estaban la esposa y una de las hijas de Aziz, mientras que Ghazi afirmó que su madre murió en las primeras horas de asalto.

En su última comunicación telefónica con un canal de televisión, el clérigo pidió a sus seguidores que venguen su muerte y prosigan su yihad contra Musharraf. “Lucharé hasta la última gota de mi sangre”, proclamó.

Y en su supuesto último comunicado por escrito, recogido por los medios paquistaníes, el clérigo comparó el asalto a la mezquita con “el campo de batalla de Kerbala (Irak), porque los cuerpos sin vida de niños y mujeres están por todas partes”.