WASHINGTON/KABUL (Reuters/EP)
El presidente estadounidense, Barack Obama, ya ha presentado sus cartas para revertir la creciente presencia de los talibán en Afganistán: el envío de 30.000 soldados adicionales, que comenzarán a llegar dentro de dos o tres semanas. Asimismo, ha fijado un calendario de retirada, que comenzaría en el verano de 2011, y ha pedido a sus aliados que envíen también refuerzos.
Obama puso fin anoche (madrugada de este miércoles en España) a las especulaciones sobre su nueva estrategia para Afganistán en un discurso en el que apeló a la unidad nacional e internacional para concluir con éxito la misión. Desde la Academia West Point de Nueva York, el presidente admitió el empeoramiento de la situación de la seguridad en Afganistán pero subrayó que no todo está perdido.
“Si no pensase que en Afganistán están en juego la seguridad de Estados Unidos y del pueblo norteamericano, ordenaría a cada uno de nuestros soldados que regresase a casa mañana”, aseveró tras recordar los atentados del 11 de septiembre de 2001, que desencadenaron la guerra contra el régimen talibán.
Obama confirmó el envío de 30.000 nuevos efectivos, 10.000 menos de los que había solicitado el comandante de la misión de la OTAN y de la liderada por Estados Unidos en Afganistán, Stanley McChrystal.
Aun así, McChrystal, que aplaudió la “claridad” y el “compromiso” de la revisión anunciada por Obama, consideró que el refuerzo militar va a marcar “una gran diferencia”. El general señaló que el objetivo de la ISAF sigue “igual de claro” y consiste no sólo en mejorar la seguridad, sino en transferir la responsabilidad en la materia “rápidamente, en cuanto las condiciones lo permitan”, a las fuerzas de seguridad afganas.
Horas después del discurso de Obama, McChrystal inició una gira en el campo de batalla para animar a sus fuerzas. Parafraseando a Winston Churchill en un esperanzador mensaje por videoconferencia a sus comandantes, dijo que la promesa de Obama de enviar refuerzos es “el comienzo del fin” de la guerra. McChrystal dijo que ahora tendrán los efectivos que necesitan para acelerar el entrenamiento de las fuerzas de seguridad afganas.
“Al final, el éxito de esta operación se determinará en las mentes de los afganos”, destacó, y añadió que “no es el número de personas que se matan, sino el número de personas a las que se convence; es el número de personas que no son abatidas; es el número de casas que no son destruidas; es el número de niños que consiguen ir a la escuela”.
INFLUENCIA DE LOS TALIBÁN
El presidente estadounidense indicó que “no hay una amenaza inminente de que el Gobierno vaya a ser derrocado, pero los talibán han ganado peso”. Aunque negó que el escenario sea peor que antes de la invasión, admitió que “a corto plazo, el 'status quo' es insostenible”. El jefe del Estado Mayor estadounidense, Mike Mullen, advirtió este miércoles de que “los grupos talibán se han hecho más audaces y sofisticados” y de que la insurgencia tiene una “influencia dominante” en once de las 34 provincias afganas.
Tras conocer la nueva estrategia de Washington, los talibán afganos subrayaron en un comunicado que no va a “beneficiar” al “enemigo”. “Por muchas más tropas que envíe el enemigo contra nuestros muyahidines afganos, ellos están comprometidos a incrementar el número de muyahidines y reforzar su resistencia”, señalaron.
TRANSICIÓN
Estados Unidos, que cuenta actualmente con 68.000 soldados en Afganistán, se dejará en este nuevo refuerzo 30.000 millones de dólares (unos 20.000 millones de euros) sólo durante este ejercicio. En total, sólo en un año la guerra habrá costado 95.000 millones de dólares (más de 63.000 millones de euros).
Los 30.000 soldados comenzarán a llegar “dentro de dos o tres semanas”, según precisó el secretario de Defensa, Robert Gates, que detalló que el refuerzo durará entre 18 y 24 meses. Obama adelantó que la idea es comenzar el repliegue “en julio de 2011” y Gates opinó que el objetivo de que las fuerzas afganas comiencen a asumir la responsabilidad de la seguridad en esa fecha es “crucial” y “alcanzable”.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dejó claro que el compromiso de Estados Unidos no tiene una “duración indefinida”. “Nuestras fuerzas comenzarán a retirarse de Afganistán en julio de 2011 (...). Pero es una reducción que ”se basará en las condiciones“ en el terreno, aclaró.
Para Obama, la nueva estrategia tiene tres metas claras: eliminar los feudos de los talibán desde los cuales germina el terrorismo, reducir el auge del islamismo y garantizar la estabilidad del Gobierno afgano, algo que se lograría en parte con el tercero de los objetivos, el refuerzo de las fuerzas de seguridad locales.
“Como hemos hecho en Irak, realizaremos esta transición de forma responsable, teniendo en cuenta las condiciones sobre el terreno”, dijo Obama. La intención es que, con ayuda, las fuerzas afganas logren controlar su propio país con éxito “a largo plazo”. “Tiene que quedar claro para el Gobierno afgano y, lo que es más importante, para el pueblo afgano, que serán los responsables últimos de su propio país”, manifestó.
LLAMAMIENTO INTERNACIONAL
En el ámbito internacional, Obama no quiere quedarse solo en su mayor reto desde que asumiese la Presidencia hace menos de un año, y se mostró “confiado” en que los países de la OTAN secundarán el futuro aumento de la presencia militar norteamericana en Afganistán. “Nuestros amigos han luchado, sangrado y muerto junto a nosotros en Afganistán (...). Ahora, debemos terminar esta guerra con éxito”, recalcó. Según Obama, esta en juego no sólo “la credibilidad de la OTAN”, sino también la seguridad de los aliados y del mundo.
Washington confía en que los países aliados contribuyan a la revisión de su estrategia con el envío de entre 5.000 y 7.000 soldados adicionales, reconoció el secretario adjunto de Defensa David Sedney en declaraciones a la agencia Reuters.
REACCIÓN DE KARZAI
Según McChrystal, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, apoya la decisión de Obama de desplegar 30.000 soldados más en su país. “Es algo realmente positivo, el presidente se mostró muy optimista y resuelto esta mañana”, declaró McChrystal tras reunirse con Karzai en Kabul.
Pero la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, recordó que el presidente afgano debe cumplir con su promesa de combatir la corrupción. “Nos preocupa mucho la influencia de los funcionarios corruptos en el Gobierno afgano”, dijo Clinton, que instó a Karzai a traducir en “acciones” las afirmaciones que hizo en este sentido tras ser reelegido como presidente el pasado agosto.
Por otro lado, alertó de que, mientras en Afganistán los talibán “han cogido impulso”, en Pakistán, “un país con 175 millones de personas y un arsenal nuclear”, dijo, “la amenaza extremista ha crecido”. “Desarrollaremos una relación duradera y sostenible con Afganistán y Pakistán para no repetir los errores del pasado. La duración de nuestra presencia militar será limitada, pero nuestro compromiso civil debe continuar aunque nuestras tropas comiencen a volver a casa”, aseveró.
El Gobierno paquistaní ha reaccionado al discurso de Obama advirtiendo de que Estados Unidos debe garantizar que su plan no va a tener un “resultado adverso” en Pakistán. “Pakistán desea involucrarse estrechamente con Estados Unidos para comprender la importancia plena de la nueva estrategia y para asegurarse de que no habrá un resultado adverso en Pakistán”, dijo el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado.
Las autoridades paquistaníes temen que el aumento de la presencia militar estadounidense en Afganistán lleve a los milicianos y a los refugiados a cruzar la frontera en dirección a su territorio, complicando su propia lucha contra los talibán.