El presidente de la Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales), Roberto Viciano, entiende que las nuevas políticas de izquierda que se desarrollan en algunos países latinoamericanos con la única opción para esa zona.
Roberto Viciano dijo que las nuevas políticas que se desarrollan en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia o Nicaragua son “la única vía posible para que puedan cambiar su situación actual, ya que el modelo, tal y como estaba antes, era insostenible”.
El presidente de la CEPS, que también ejerce como profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, evaluó los nuevos cambios políticos y sociales de América Latina, materia sobre la cual debatió el pasado lunes en una mesa redonda organizada por la Fundación en el Ateneo de La Laguna.
Roberto Viciano explicó que en Latinoamérica, desde de la llegada al poder del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se ha desencadenado “un proceso de cambio político, económico y social que está marcando una tendencia clara de ruptura con lo establecido hasta la fecha en el continente”.
Dentro de las características fundamentales de esta “nueva ola”, Viciano destacó el “rediseño del estado a través de procesos constituyentes impulsados por los nuevos gobiernos, que no se limitan a ejercer sus tareas, sino que tratan de cambiar la forma de gestión y organización del estado”.
El objetivo fundamental de estos cambios, en palabras del presidente de la CEPS, pasarían por favorecer sistemas de democracia participativa, a raíz de la introducción de mecanismos de participación ciudadana junto a la labor de los partidos políticos.
“Además, estos cambios estructurales han permitido desarrollar políticas económicas basadas en tres ejes: garantizar los derechos sociales de los ciudadanos; fortalecer el papel del estado como rector de la vida económica, evitando los abusos de las empresas privadas y participando en algunos sectores como la extracción de recursos naturales y energías; así como apoyar formas sociales de propiedad de la empresa como el cooperativismo”, explicó.
Viciano atribuye a las “circunstancias particulares de América Latina” el germen que ha permitido el desarrollo de estos cambios políticos y posiciones novedosas, al contrario que en otros continentes como África o Asia.
Tercer mundo
En primer lugar, señaló, Latinoamérica reúne las condiciones objetivas de pobreza del tercer mundo, con importante desigualdades y grandes masas de población con muchas necesidades; y, al mismo tiempo, cuenta con una mínima infraestructura intelectual suficiente para dar respuesta y vehiculizar ese malestar“.
Respecto a las relaciones entre Europa y los gobiernos izquierdistas de Latinoamérica, Roberto Viciano afirmó que “existe el fantasma del miedo a que esos pueblos puedan tener una situación de conflicto con algunos países neocoloniales, pero la realidad demuestra que estos gobiernos han tomado sus medidas.
Esos gobiernos, prosiguió, han resituado la relaciones con las multinacionales extranjeras pero no han generado ningún problema para que estas multinacionales sigan ejerciendo sus actividades en el país.
“Sencillamente, los nuevos gobiernos han puesto a pagar a las multinacionales unos impuestos que debían haber pagado toda la vida por la extracción y el uso de recursos naturales. Ahora ganan un poco menos que antes, y eso les molesta, pero aún así, tras tomarse esas medidas correctoras, se quedan en esos países porque continúa siendo un gran negocio para esas empresas multinacionales”, afirmó.
Roberto Viciano afirmó que la extensión de este modelo político en el resto de países latinoamericanos dependerá de los resultados que los actuales gobiernos alcancen.
“Si se quedan entrampados en una gestión ineficiente o si no consiguen resolver sus graves problemas de corrupción e inseguridad ciudadana, esto será un experimento más que fracase”, comentó.
Pero opinó que, si, por el contrario, esos países consiguen que su mayor capacidad de recaudación fiscal sea bien distribuida en la población y genere una tendencia progresiva de salida de la pobreza, eso provocará que se consoliden y que otros países adopten esas ideas“.
En este sentido, añadió, hay luces y sombras, porque hay cuestiones que funcionan muy bien, pero también existe mucha ineficiencia administrativa, por la falta de experiencia de gobierno de esos nuevos grupos políticos y sociales, así como por la corrupción que se da la gestión de los recursos públicos.
Además, Viciano destacó que hay dos agentes de presión muy importantes que obstaculizan la implantación de las nuevas izquierdas en América Latina.
“Unos son las tradicionales oligarquías dominantes de los países latinoamericanos, que ven con desagrado que su capacidad ilimitada de disponer lo que les parecía oportuno se ha visto obstaculizada, al tener que pasar por una serie de controles y mecanismos fiscales, como pagar impuestos, para ejercer sus actividades económicas”, explicó.
A ellos se suma, añadió, la oposición de Estados Unidos, que entiende que unos gobiernos que, hasta ahora, habían sido bien sumisos a sus intereses, comienzan a adoptar posiciones nacionalistas y defensoras de sus intereses, “lo cual los coloca en una posición de confrontación y enfrentamiento”.
Para Roberto Viciano, esta situación ha provocado que, mediáticamente, se distinga en Sudamérica entre los “buenos izquierdistas, personificados en el presidente de Brasil, Lula da Silva, que mantiene una posición menos confrontativa contra la oligarquía nacional e internacional, y los malos izquierdistas, que sí afectan a la estructura de poder, representados en la figura de Hugo Chávez”.
Por último, el presidente de la Fundación CEPS subrayó que “América Latina es la última posibilidad de un planteamiento alternativo, razonable y viable de organización política, económica y social desde una perspectiva de izquierda y con carácter de sustentabilidad”.