Este comienzo de año está dejando en Canarias una estampa inusual, pero cada vez más familiar en las islas: episodios continuados de calima en pleno invierno. La ausencia de los vientos alisios, que soplan desde el noreste y mantienen la atmósfera limpia en las islas, permite que se impongan en ocasiones los vientos del este, justo desde el cercano desierto del Sáhara, lo que trae consigo granos ligeros de arena, polvo en suspensión, conocida en las islas como calima.
No es casualidad que los tres episodios de calima más fuertes que se recuerdan ocurrieran los dos en un mes de enero, el más reciente, hace pocas semanas. El anterior ocurrió en 2020, poco antes de comenzar la pandemia y conllevó el cierre de los aeropuertos de todo el archipiélago por falta de visibilidad. Unos 25 años antes, el cielo se pintó de naranja intenso un 6 de enero, Día de Reyes, en uno de los días de calima más fuertes desde que hay registros.
Ahora, en pleno mes de febrero, las islas siguen soportando la presencia de este polvo sahariano en suspensión en niveles medios y bajos del aire. La Agencia Estatal de Meteorología, Aemet, ha compartido este sábado una imagen captada desde el Observatorio Atmosférico de Izaña, en Tenerife, en la que puede apreciarse el curioso contraste de ver el Teide, con nieve, “elevándose sobre el límite superior de la capa de polvo”.