Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Sin Gobierno, del parguela o el chichón al jacoso

Ahora que estamos en este impasse sin Gobierno, esperando, después de ver la aberración en que han convertido lo que llaman democracia, cuando es un régimen corrupto de partidos, uno vuelve a quedarse sólo con sus principios y finales intelectuales, con las ideas esenciales que, como bastón de ayuda al caminante, te sirven para mantenerte de pie cuando estás a punto de darte el talegazo intelectual al pisar el guano que otros van dejando en la calle. En la calle del pensamiento, que es la madre de todas las calles. Así, es deprimente observar cómo se manipulan las conciencias de quienes ni siquiera se dan cuenta de ello, pervirtiendo el lenguaje y dejándolo hueco de contenido y pleno de continentes que no son otra cosa que eufemismos, tópicos, lugares comunes y despropósitos variados. Hace cuatro días muy pocos sabían quién era Goebbels y ahora todo el mundo conoce que una mentira repetida un millón de veces deviene en verdad, contra toda lógica y sentido común.

Pero hoy no tengo especiales ganas de hablar del cinismo y la hipocresía de nuestros – míos, no – políticos. Ni me quiero adentrar en esa gran mentira a la que llaman España. Hoy, como decía un amigo hace años, “tengo el cuerpo de jota”. Pero ni de jota aragonesa ni de jota de joder. Tengo ganas de alegría ante tanta decepción y desengaño. Y, a mí, como a muchos, las alegrías – también las penas – me las ceden los niños, las mujeres … y el lenguaje. Que ya saben que lenguaje es pensamiento. Y si no, hablen con Chomsky sin que se entere la CIA, cosa realmente complicada. Que tengo el cuerpo de jota y me ha dado en pensar, y trasmitir, que para eso ando con teclas, pantallas y un darjeeling, pensar, digo, en cómo el lenguaje muta, se destruye, se construye, se deconstruye, se estructura y se desestructura, viene y va en bajamares y pleamares de vida. Porque una vida sin lenguaje no es vida sino existencia. Conformismo, resignación y casi siempre indolencia.

Yo, para el billar, prefiero el taco

El lenguaje conoce las estaciones. Y no voy a permitir que nadie me rebata la afirmación. Porque tengo datos. Muchos datos. Mientras Congreso y Senado viven el otoño de la degeneración y la pobreza más absoluta, con discursos patéticos donde, lejos de destacar la oratoria y la inteligencia, destacan la frases más chabacanas y soeces … junto a los tacos o palabrotas, la rue del diario vivir vive una primavera creativa realmente interesante. Yo, para el billar prefiero el taco o, para probar si el coche pierde compresión, subir la cuesta a Taco; sin embargo, para el desafine lingüístico y la malsonancia prefiero palabrota, que es el palabro altisonante útil en ocasiones, pero la mayoría de las veces usado como arma blanca para la ofensa, la maledicencia y la bad milk. Y que me he ido a la calle saliendo por la puerta de entrada para encontrarme con las palabras. Las gentes, no podía ser de otra manera, van estresadas y con mala cara. En general les han reducido el vivir a lo más primario: la supervivencia pura y dura.

¡Oye! Mira, un parguela. Un tipo que camina por la acera de enfrente sin estar en el armario ni haber salido del ropero. Un pingajo al que nadie le hace caso. Todos pasan de él. Es lo más parecido a un ectoplasma con carne. O un cacho carne con ojos. Avanzo sin prisa y doblo Pio XII para ingresar en Mesa y López, donde el Ayuntamiento se consagró como artista avanzado y colorista. Si no te mata una guagua, echándole bonhomía, podemos calificar el entorno de bulevar. Y hoy, cuando el sexo no es naturaleza sino orgullo y quieren feminizar la política en vez de hacerla ética y honesta, no es difícil ver lo que mis ojos están viendo. Y me parece muy bien, que conste. Por ahí llegan de la mano, ambos cabizbajos, un pringao y un pringaillo. El pringao es un asorao, un ser que pudo ser pero que es sujeto de abuso burlesco porque no dice más que paridas. Es, por ello, marginado por la tribu. El pringao sale poco a la calle y esta vez, anómala, se descubre junto a un pringaillo quien, según mis hijos, es un pringao “menos radical”. Me cruzo enseguida con un piltrafa que viene de amanecida o que nació cansado, como decía Antonio Batista. Va flaco y sin fuerzas como un quijano de caballería pero sin siquiera un rocinante donde descansar el trote. El piltrafilla, ya lo saben, es el meritorio en Piltrafa’s School.

El trotamundos de andar por casa

Aunque nuestros más conservadores alcaldes, aquellos que menos conservan y más destruyen, limpiaron de coloquetas el centro de la ciudad, o los centros, que hay dos: Mesa y López y su entorno, Triana/Vegueta y el suyo, ¿acaso no es aquel que divisan mis ojos un jacoso? Arrastra su cuerpo drogado, alcoholizado, harto del training más sucio y desarrapado, por aquí, por allá, por acullá y aún más lejos. Es la versión chunga del trotamundos. O el trotamundos de andar por casa. Quizá el trotamundos carente de ella. Creo que me tomaré un café en esta terraza de peatonalizada calle por donde una vez pasó un Ford T con un maúro montao en plataneras. Y allí está. Es un chichón. Va de que tiene mucha calle y habla mal de la gente y de la gentuza … algo dice de la madre de un político panameño, pero no lo escucho bien y tampoco soy un culichichi. ¡Lo qué faltaba! … Pero ¿cómo es posible ésto a primera hora de la tarde? … Pues sí, por ahí llega un pillón, siempre buscando bronca con todo el mundo. Como no aparezca pronto el camarero, se va a liar con un pedrao que se está tomando un güisqui con redbull en la esquinada mesa de la esquina más ventosa de la huracanada calle. ¿Cada vez llenan menos las tazas? Tenemos que mejorar nuestra hostelería para que venga “el turismo de calidad” que ahora busca Clavijo, antes buscó Paulino, antes Adán, etcétera. Todos nacionalistas (?) especializados en destrozar la región, a la que no llamo nación por dos razones: porque no lo es y porque no voy de parguela. Los cuentos – ahora, en otros tiempos, no – son cosa de chinos. Ya lo veremos cuando en poco tiempo reviente la economía maocapitalista del gran mogollón oblicuo.

El elemento 'peligro'

¡Cuidado! Las manos siempre en los bolsillos de su gabán pa’ que no sepan en cuál de ellos lleva el puñal … que voy a cruzarme con un elemento peligro. Es el clásico chungo que pega fuerte. Así que, ¡ojo!, que ese ha levantado más mancuernas que sacos de papas. Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. Págame el gimnasio y monto el pollo. Aunque muchas veces los peligros se convierten en achantaos si uno les levanta la mano y les da un par de hostias. Mejor es, desde luego, no rasgarse la chaqueta por gilipolleces. Vive y deja vivir. Y, si eres bueno, no jodas … aunque te joderán a ti. Sino estelas en la mar … que ya veo los veleros con sus cimbreantes mástiles. Están más amarrados que bailar pegados es bailar, quiero decir, que se hacen poco a la mar porque, en una gran parte de los casos, son señal de poder adquisitivo y no de curtido navegante.

En fin, veleros que odian los norays que a mi me encantan. Porque no pueden caminar las olas mientras yo anduve y ando los alquitranes. La calle es de Fraga y el chapapote de Rajoy. A aquel renegrío que viene por allí, en el patio del colegio le espetan asiduamente que se inmole y, aunque no es árabe, los niños le llaman moromierda, extrapolando lo que de pasada escuchan en los informativos desinformantes. Algunos dicen que es yihadista aunque vaya de cristiano por la vida y estudie – es un decir – en un colegio religioso donde se profesa el politeismo tecnológico. Los hay que adoran a iPhone y los que rezan a Samsung Galaxy, aunque hay también otras sectas de menor entidad unidas por el ecumenismo watsapbico.

El otro día, cuando ya casi terminaba el recreo, una maricona no sé que le dijo a un puto gordo que se montó la de Dios es Cristo, mientras el imán de la cercana mezquita, subido en el minarete, gritaba ¡Qué cruz, Allah … qué cruz! Se dijeron de todo menos cosas relacionadas con la zapaterina alianza de civilizaciones. ¡Mira que te meto un codo! ¿Tú? A ti te destruyo, te desplazo, te proyecto. Si tú eres un anémico pecho paloma. ¡Trozo mierda!¡Consumío! … ¡Mira que te desconecto! Menos mal que llegaron los tutores y la cosa no fue a mayores, que nunca va, pero sí acaeció que los elementos en conflicto fueron deportados al despacho del director quien, previa consulta con la directora Pedagógica, los pasaportó por dos días a sus respectivos domicilios, sancionados con la quita al uso de empleo y sueldo. Y por la cara. Sin hablar por teléfono con Mario Draghi ni con Christine Lagarde. Un espanto.

¡A ver si se nos van a acoplar!

Haciéndome el loco me apoyo en una farola para ver lo que se cuece en ese banco. Se está gestando el finde. Hay hombres y hembras. Una de estas últimas se levanta para tirar el papel de un cucurucho de helado de mango, acción que aprovecha un caballero de incierto futuro, dada la coyuntura sociolaboral, para decirle al colega. ¿Has visto al PDF? Es decir, Proyecto de Futuro, una tía buena en vías de desarrollo que hay que tener en la cantera pero, de momento, sentada en el banquillo. La cuestión radica en lograr pasta para el matarratas Yurinka, Carta Blanca, Fanta, absenta, tequila y vodka de colores. ¡Oye! Pero yo con esos de allí enfrente no salgo … ¡A ver si se nos van a acoplar! Esos tíos, te lo digo yo, man, esos tíos van de marrón. Están tol día comprando corcho y sativa … y aquél, el de la izquierda, ese es un peligro. Va de cristalinos, pufo y hasta de hongos … Y me vi en el ascensor que es el parato. Que volvía a casa sin el almendro.

Ahora que estamos en este impasse sin Gobierno, esperando, después de ver la aberración en que han convertido lo que llaman democracia, cuando es un régimen corrupto de partidos, uno vuelve a quedarse sólo con sus principios y finales intelectuales, con las ideas esenciales que, como bastón de ayuda al caminante, te sirven para mantenerte de pie cuando estás a punto de darte el talegazo intelectual al pisar el guano que otros van dejando en la calle. En la calle del pensamiento, que es la madre de todas las calles. Así, es deprimente observar cómo se manipulan las conciencias de quienes ni siquiera se dan cuenta de ello, pervirtiendo el lenguaje y dejándolo hueco de contenido y pleno de continentes que no son otra cosa que eufemismos, tópicos, lugares comunes y despropósitos variados. Hace cuatro días muy pocos sabían quién era Goebbels y ahora todo el mundo conoce que una mentira repetida un millón de veces deviene en verdad, contra toda lógica y sentido común.