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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La regla biológica de Clavijo

Hubo muchas ocasiones, años que se alejaron para siempre, en que mi padre, al verme callado y mirando para los celajes, me preguntaba: “¿Qué te pasa Jorge?”. Yo le contestaba: “Estoy aburrido, papá”. Y él, a continuación, sereno, sin alzar la voz, me decía con calidez: “Sólo se aburren los tontos, Jorge”. Así que, dado que el tema catalán, apodado el procés, comenzó hace días a intentar aburrirme, decidí emprender la huida hacia otras latitudes como alma que lleva el diablo y a quién Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Eso no quiere decir que al xenófobo Puigdemont no lo tenga vigilado en su inexorable marcha hacia la mazmorra, trena, galera, trullo, talego o habitáculo de similares características. Si la actualidad fuera mujer, todos los periodistas estaríamos encarcelados por acoso y violencia de género en general, coronel o cabo furriel.

Desde que uno puso la razón en uso, en ocasiones en abuso, porque – a mi me lo dijo Pascal y a otros se lo dijo Pérez – le coeur a ses raisons que la raison ne connaît point, desde que uno se tiró a la calle, no para hacer la misma sino para rellenar cuartillas, siempre escuchó hablar de un terror bastante más antiguo que el debido a Freddy Krueger, el de Elm Street, la niña de El Exorcista, Nosferatu, el Vampiro, La matanza de Texas, Hannibal Lecter. o Ignacio González y Rato en Dos mangando juntos. Ese pavor, ese espanto, es el denominado terror al folio en blancoo las musas han pasado de mi, estarán de vacaciones. Jamás conocí ese miedo. Basta una mirada hacia cualquier parte por indeterminada que sea para encontrar una célula dispuesta a intercambiar ADN y construir el cuerpo de un texto. Así que estaba uno de los días de esta pasada semana con la rígida liturgia de leer toda la prensa posible, la de aquí, la de allá, aquella otra, cuando me tropecé con ese fistro de titulal ¡Cobalde!: Clavijo: “Tener hijos es opcional, pero que te venga la regla es biológico, por decir algo”.

Debo reconocer y reconozco que ese “por decir algo” en boca de la madre de todos los presidentes me produjo algo similar a la angustia y la ansiedad llevadas al extremo desde Teno a Taganana, desde Abona a Garachico: un ataque de pánico en toda menstruación… o regla. Que abandonaba mi cuerpo, que moría muriendo en mí y en el de enfrente, que me esfumaba Montecristos, que me descomponía sin arreglo alguno. Un horror. Hablar “por decir algo”. Que se me cayeron las estrellas verdes de la bandera que tengo en la mesa de noche.

Otra vez ese nacionalismo que me mata, me trajina, me acarrea, me fatiga, me enloquece … por decir algo o fin de la cita.

Clavijo, que es muy genérico (de género, no de general), es decir, del montón en minoría sostenida, insufrible, victimista y pedigüeña, se refería a la eliminación del IGIC en los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma 2018 para las compresas y tampones, pero no para los pañales de los niños o las leches para alimentarlos, por ejemplo. De modo que, con esa prosa poética que lo caracteriza, añadió una muesca más en la culata de su terrible e incansable revólver. No habló el presidente, como Zaratustra, del superhombre, la muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno retorno de lo idéntico. No. ¡Qué va! Habló, por decir algo, en tono doméstico, guachinchero o bochinchoso, como uno que ya advirtió que si yo sólo pasaba, pasaba por aquí. Pasaba por aquí, ningún teléfono cerca. Y no lo pude resistir, pasaba por aquí … Porque Don Fernando es más campechano que el rey emérito apodado El Campechano. Ahora mismo me viene a la mente una ocasión en la que se hablaba de la potenciación de la industria turística en Canarias. El presidente despachó el asunto con la también gloriosa frase: “No hablemos mal de la burra, que luego no la vendemos”. Por decir algo. Por decir algo hay quien no dice nada o dice cosas que demuestran que jamás debió haber abierto la boca. Claro que no se pueden pedir peras al olmo, ya que Clavijo entiende la democracia como nepotismo político de baja intensidad. De EGB o Bachiller, en ocasiones. Sus asesores – aquel que bien lo asesore buen asesor será – han sido muy cuestionados al colocar cerca, muy cerca, el citado vocablo de otro que lleva aparejado tono peyorativo: enchufado. Y dijo Clavijo: “Todos los partidos” nombran en el Gobierno a ex alcaldes censurados porque “así es la democracia”. La ciencia política siempre se lo agradecerá. La democracia se basa en pervertir las ideologías, colocar a los amiguetes, pagar favores y hacer funambulismo para asegurar el apoyo de las posaderas en la poltrona, entre otras cosas. “Así es la democracia”.

Extrapolando, que es gerundio

Siempre he pensado y repetido que lenguaje es igual a pensamiento. Y no porque lo diga yo. Chomsky, Vigotsky y Piaget, además de muchísimos otros, piensan lo mismo. Por ello, ante algunas – ya demasiadas – frases de la cabeza autónomogubernamental, realmente me aterrorizo cuando me interrogo acerca de qué tipo de pensamiento pueden sostenerlas. Y si al comienzo de estos decires que digo hablé de mi padre y sus consejos sobre el aburrimiento, noto ahora también cierta deriva hacia el tedio motivada a mi juicio por la falta de altura política aquí junto al telurio, las microalgas, los emisarios submarinos y los comisarios cizañeros, algo que suele acontecer cuando se hace profesión inconsciente (consciente pero sin conciencia) del servicio a los demás. La sociedad civil. Supongo que el presidente por accidente reconocerá también que comer es un asunto biológico y prestará atención a las elevadas tasas de pobreza y exclusión social que son y más que habrán de llegar y veo ya agazapadas tras la esquina. Entre el Mencey y La Rambla.

Que como no quiero aburrirme y pasar a formar parte del colectivo de los idiotas, dejaré a Fernando Clavijo ensimismado en él mismo y aprovecharé su frase de la semana para realizar una extrapolación generalizadora, consciente no obstante de que generalizar es, al fin y al cabo, una hipótesis de trabajo sujeta a modificaciones y matices. Pero, dado que obras son amores y no buenas razones y la masa servil siempre prefiere degollar al mensajero que ejercitar el análisis crítico, veamos lo que dice la historia de las citas textuales:

Frases para la eternidad, “por decir algo”

  • El presidente de Canarias dice que la violencia machista es un problema de “personas individuales”.
  • “Yo no bajo a Santa Cruz desde que soy pequeñito. Nací en la Avenida Trinidad y toda mi vida la he desarrollado en La Laguna”.
  • “Creo que se nos abre una oportunidad con los americanos, porque si se recrudece la política de Donald Trump con México, que es, junto al Caribe, el destino turístico elegido mayoritariamente por la población de EEUU, se nos puede abrir una vía”.
  • “Todos los partidos” nombran en el Gobierno a ex alcaldes censurados porque “así es la democracia”
  • Clavijo sobre su visita a Líbano: “Es la experiencia más destacable en mi cargo público”.
  • El presidente Fernando Clavijo pide “silencio” por las microalgas y los vertidos de aguas fecales porque “otros destinos” se aprovecharán para que no vengan turistas a Canarias.
  • Turismo: “No hablemos mal de la burra, que luego no la vendemos”.
  • Clavijo atribuye la situación de pobreza en las islas a que las pensiones y los salarios son más bajos que en el resto del Estado. Este problema, dijo, “no se puede resolver en Canarias” y en su argumentación recordó que, hasta hace poco, las islas fueron tratadas “como una colonia”.
  • Pobreza y exclusión social: “No veo que en Canarias sea todo tan oscuro y negativo como lo pintan”.

Y vamos con la extrapolación que teníamos pendiente. Al leer el enunciado clavijano, por aquellas pequeñas cosas que se quedan en la memoria y uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia… que estaban en un rincón, en un papel o en un cajón, por ellas recordé los primeros años de estudios. “Aquí tienen los libros de las distintas asignaturas y, ya saben, a la clase de dibujo hay que traer regla, escuadra y cartabón …”. Otra regla, evidentemente. También vino desde lejos, desde allá donde viven las dunas y ha huido el agua, vino el rostro de Don Darío quien, durante todo preescolar, terminaba su presentación a los alumnos diciendo: “Y para finalizar, ya saben que mi lema es palo, culo y silla”. No hace falta decir más. Sabiamente, el presidente de la nacionalidad o lo que esto sea, colocó el término “biológico” por decir algo, lo que me viene perfecto para señalar que, como todo el mundo conoce, en la mujer, durante su periodo de fertilidad, se produce un hecho que no aparece en la Constitución del 78 y que, por tanto, no es preciso reformar: cada 28 días debe arrojar al mundo sangre o vida. Inexorablemente. Sin que tenga que mediar decisión alguna sujeta a los pactos coalicioneros que han posibilitado que el IGIC no impacte contra compresas y tampones, elemento encargados de velar la sangre al transeúnte y de que el rojo no degenere en la mente de cualquier cristiano hasta la agresión de género o incluso el ataque yihadista indiscriminado. Aunque bien cierto es que, en ocasiones ese rojo es llevado a la política, luego a las fotos de los periódicos, para reivindicar lo que en un momento dado se considere pertinente, aunque su visión y contemplación sea impertinente. Cuando tener hijos casi no era opción clavijista porque los mandaba Dios, la cuestión de la regla – de tres solamente en el caso que la relación sexual hubiese sido la que se conoce como trío – la dimensión de la regla, quiero comentar, a escala global no era tanta como ahora, cuando la economía y el confort imponen su ley y luego llega el envejecimiento de la población, la imposibilidad de sostener el sistema de pensiones y hasta el abandono de pueblos, que se quedan muriendo como sólo se mueren los muertos. Claro que, cuando las valientes optan por concebir, luego tienen que asistir al drama del desempleo juvenil y tener a los bebés en casa hasta los 40 años y pico. Un desastre.

El útero, por mandato de la Naturaleza, se viste y reviste cada 28 días más o menos con el tejido endometrial que fabrica el cuerpo de la hembra por un mandato mucho más elevado que la monarquía o la república: el de la perpetuación de la especie. En el caso de que un espermatozoide, follamigo o no, no llegue a intimar con un óvulo, el corpore se libera de esa carga con el sangrado menstrual, precedido por el denominado síndrome premenstrual que, en la mayoría de los casos, está formado por turbulencias de todo tipo y que todo el planeta conoce.

Los políticos, y ya estamos extrapolando, no tienen el menstruo, mes, periodo o regla cada 28 días. No. Lo tienen durante todo el año. Y el síndrome premenstrual sólo lo experimentan antes de decidirse a inscribirse en un partido político persiguiendo a las listas, que no son mujeres dotadas de alto coeficiente intelectual sino papeletas que en general aseguran una nómina por levantar el dedo o apretar un botón, ante un cambio al grupo mixto, un ahí te dejo que yo me transfugo o, en el peor de los casos, cuando son forzados a renunciar al acta, pese a que su butaca o silla es suya y no de otro por decisión popular y porque el sistema impide la revocación, aunque el elemento o elementa no cumplan las promesas hechas o de hecho sean tarugos, tarugas, toletes o toletas.

¿Por qué se produce la menstruación en el político y, en vez de sangrado por la vagina expulsa chorradas por la boca? No hay unanimidad al respecto en la comunidad científica pero la opinión mayoritaria señala que el siniestro acontece cuando el saber, el sentido común, la vocación de servicio a los demás, la ética, la honestidad y otra serie de cosas no consiguen fecundar al cerebro.

Inmediatamente, se produce la ausencia de pensamiento y, consecuentemente, la alteración del lenguaje que llega hasta el despropósito, el disparate e incluso el esperpento. El vulgo, tan decidido siempre a dar a los razonamientos un toque escatológico para provocar la risa, llama a todo ese proceso diarrea mental, marejada que, filosóficamente hablando, es la que tenemos que soportar a diario. Cada uno en su comunidad y Dios en la de todos, hasta que cae la noche y cada mochuelo a su olivo. El escritor Louis Dumur ya dijo que “la política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”. ¿Qué más voy a aportar yo… aunque sea por decir algo?

Epílogo

El epílogo al texto precedente está pendiente de la Justicia belga. En un descuido del autor, Carles Puigdemont, experto también en la fabricación de paridas, arrancó con él y lo tiene en la mesa de noche de la habitación de un hotel en Bruselas. Se desconoce si ha sido incluido en el sumario del proceso y el procés.

Hubo muchas ocasiones, años que se alejaron para siempre, en que mi padre, al verme callado y mirando para los celajes, me preguntaba: “¿Qué te pasa Jorge?”. Yo le contestaba: “Estoy aburrido, papá”. Y él, a continuación, sereno, sin alzar la voz, me decía con calidez: “Sólo se aburren los tontos, Jorge”. Así que, dado que el tema catalán, apodado el procés, comenzó hace días a intentar aburrirme, decidí emprender la huida hacia otras latitudes como alma que lleva el diablo y a quién Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Eso no quiere decir que al xenófobo Puigdemont no lo tenga vigilado en su inexorable marcha hacia la mazmorra, trena, galera, trullo, talego o habitáculo de similares características. Si la actualidad fuera mujer, todos los periodistas estaríamos encarcelados por acoso y violencia de género en general, coronel o cabo furriel.

Desde que uno puso la razón en uso, en ocasiones en abuso, porque – a mi me lo dijo Pascal y a otros se lo dijo Pérez – le coeur a ses raisons que la raison ne connaît point, desde que uno se tiró a la calle, no para hacer la misma sino para rellenar cuartillas, siempre escuchó hablar de un terror bastante más antiguo que el debido a Freddy Krueger, el de Elm Street, la niña de El Exorcista, Nosferatu, el Vampiro, La matanza de Texas, Hannibal Lecter. o Ignacio González y Rato en Dos mangando juntos. Ese pavor, ese espanto, es el denominado terror al folio en blancoo las musas han pasado de mi, estarán de vacaciones. Jamás conocí ese miedo. Basta una mirada hacia cualquier parte por indeterminada que sea para encontrar una célula dispuesta a intercambiar ADN y construir el cuerpo de un texto. Así que estaba uno de los días de esta pasada semana con la rígida liturgia de leer toda la prensa posible, la de aquí, la de allá, aquella otra, cuando me tropecé con ese fistro de titulal ¡Cobalde!: Clavijo: “Tener hijos es opcional, pero que te venga la regla es biológico, por decir algo”.