Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia, Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.
Tiempos de conspiranoia
Allá, tras esos cercados donde habitan el poder y el dinero – en muchos casos, también el amor o el sexo – vive la conspiración. Siempre ha sido su hábitat, un espacio ubicuo con luz de tinieblas y alquimias de estrategias, alevosías y premeditaciones. La conspiración nace cuando nacen las sociedades y, seguramente, a la vez que decae la moral para ser sustituida por la codicia en el más amplio espectro de la palabra.
Llevando el tema al extremo más alejado, podría afirmarse que la Historia no es más que la historia de una conspiración mutante que se adapta de forma camaleónica a las sucesivas coyunturas que definen la civilización. La Roma Imperial, las religiones, el Vaticano, las monarquías, los gobiernos, los partidos políticos, los parlamentos, las instituciones y organismos internacionales, la banca, la Justicia, el trabajo, el latrocinio, la geopolítica y la geoestrategia, la dominación y manipulación de las masas, las guerras, la economía, la Cultura, los medios de comunicación, las mafias, las familias, saben de conspiraciones cimentadas en la maldad y la maledicencia.
Tal vez sean El Príncipe de Nicolás Maquiavelo y las teorías de Hobbes referidas a que “el hombre es un lobo para el hombre” los dos picos de iceberg que llevan al papel lo que siempre estuvo escondido tras visillos y susurros y decorado con dagas y veneno. Pero, desde las estaciones más remotas, los filósofos, literatos y periodistas se han referido de una u otra manera a la intriga como uno de los caracteres fundamentales de la convivencia humana. Sócrates lo vivió en carne propia cuando tuvo que tomar la cicuta y otros muchísimos más también vieron sus vidas ligadas a las más malévolas acciones y los dimes y diretes más emponzoñadores. Sus referentes y referencias han quedado en cajones de despachos, archivados como documentos secretos o incinerados al modo Fahrenheit 451. Ahora, en nuestro tiempo, la conspiración es siempre una teoría aparejada a cualquier acción o suceso relevante. La aparición de Internet, la hiperinflación informativa y la posibilidad de que cualquiera pueda convertirse en elemento emisor, hacen que podamos decir abiertamente que vivimos tiempos de conspiranoia. Nada parece ser verdad. Nunca las realidades son claras. Siempre hay otra cara de la moneda, en muchos casos ligada a elementos luciferinos y las más abyectas intenciones.
Sería necesario un amplísimo ensayo, tras el acceso a múltiples datos y años de estudio, para abordar todos los casos en que la teoría conspiranoica hace acto de presencia inmediatamente. Así que voy a referirme sólo a unos cuantos que, de manera relevante, son ejemplos del tema abordado. No llegaré a Pearl Harbour y a la tesis que mantiene que el ataque fue instado desde los propios EEUU, tampoco me referiré a otra que advierte que la llegada de los norteamericanos a la luna fue filmada en un estudio de TV, pero sí comenzaré con el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy.
¿Quién mató a JFK?
Lo mató Lee Harvey Oswald, evidentemente, pero su asesinato ni ha quedado aclarado suficientemente ni se aclarará nunca jamás. ¿Hubo una conspiración detrás? Nadie puede pretender contar exactamente los hilos que tiene una tela de araña. Porque la araña siempre está tejiendo. Y a Oswald lo eliminó, de una manera bastante peculiar, sólo dos días después de muerto el presidente, Jack Ruby, dueño de un local nocturno de Dallas, mientras las cámaras de televisión retransmitían en directo a todo el país el trasladado de Lee desde la comisaría central de la ciudad.
Cuando las preguntas no tienen respuesta y las dudas toman el lugar de las certezas, los interrogantes quedan como un tiempo histórico abierto. Los cabos no han sido convenientemente adujados. Están sueltos. Pero la vida de los vivos sigue mientras los muertos descansan supuestamente en paz sin que los demás sepamos por qué dejaron de existir en un segundo muy concreto. Así que cuando un espacio no queda ocupado por la lógica, el sentido común o la razón, puede ser okupado por cualquier teoría y los grafitis adjuntos. Luego, llegará la propaganda, la información y la contrainformación, para generar un escenario tan complejo como prácticamente impenetrable.
¿Cuántos disparos hubo? Hay testigos que afirmaron oír tiros desde la valla de madera en el montículo del Grassy Knoll, enfrente del coche. Hay dudas razonables acerca de si el orificio de una bala en el cuello de JFK era de entrada o salida, lo que cambiaría la hipótesis sobre el estado de quién apretó el gatillo. Lee disparó y, además, en su huida – cosa que poca gente conoce – fue interceptado en la calle por el policía J.D. Tippit. Oswald mató a Tippit con un revólver, como declararon varios testigos y escapó hasta un cine donde fue detenido. No tardaron en aparecer las tesis conspiranoicas. La más relevante la recojo: “La única investigación de relevancia durante los 60 la llevó a cabo Jim Garrison, fiscal del distrito de Nueva Orleans, que encontró lazos entre Oswald y el movimiento anticastrista, a través de tres oscuros personajes: David Ferrie, Guy Bannister y Clay Shaw. Su testigo estrella, David Ferrie, que reconoció haber tratado con Oswald y pertenecer a un grupo anticastrista, se suicidó antes de subir al estrado; Bannister, un ex oficial del FBI involucrado en oscuras tramas, había muerto unos años antes, y Shaw, previsiblemente, salió libre de toda sospecha de haber conspirado para matar a Kennedy en 1968”.
Posteriormente, el Comité Church descubrió, de hecho, que “EEUU, a pesar del tratado secreto con la URSS, siguió realizando una serie de operaciones encubiertas en Cuba denominadas genéricamente Operación Mangosta, con el objetivo de asesinar a Castro y sabotear por todos los medios posibles su régimen comunista. Es decir, lo que se habían comprometido a no hacer con la URSS. Con todo, la Cámara de Representantes creó un Comité Selecto para el esclarecimiento del asesinato de JFK y Martin Luther King. A diferencia de la Comisión Warren que resolvió el caso en diez meses, tardaron cuatro años, tiempo en el que tuvieron acceso a las pruebas y evidencias que los teóricos de la conspiración no pudieron. Su presidente, Robert Blakey, anunció las sorprendentes conclusiones en 1979: hubo cuatro disparos, no tres, y un segundo tirador, y por tanto, una posible conspiración. ¿Quién mató a JFK? ¿Fue Castro? ¿O fue la Mafia, en venganza por las medidas represoras del crimen organizado tomadas por JFK?¿Quién fue?
Robert también es asesinado
Otro caso para el mundo de las conspiraciones. No queda otra que acudir a los documentos históricos. En febrero de este año, 2016, se celebró en San Diego una vista para decidir si el asesino convicto de Robert F. Kennedy, el palestino de nacionalidad jordana Sirhan Sirhan, obtenía la libertad condicional que lleva solicitando desde 1985. En esa ocasión, Sirhan contó con un apoyo que no esperaba. Y me voy a las fuentes a las que cualquiera puede acceder en las redes sociales: “Paul Schrade era un amigo íntimo de la familia Kennedy, y se encontraba junto a Robert la madrugada del 5 de junio de 1968, cuando el senador por el estado de Nueva York y, desde hacía unas horas, candidato a la Presidencia por el Partido Demócrata, fue asesinado. Él mismo recibió un tiro en la cabeza y, desde hace 40 años, tiene claro quién le disparo: fue Sirhan Sirhan. Pero, por eso mismo, está convencido de que el hombre que lleva casi 48 años entre rejas por asesinar a RFK nunca fue culpable de su muerte: el pistolero que acabó con el séptimo Kennedy desapareció de la escena del crimen y nunca fue identificado. En la audiencia, Schrade, que tiene ya 90 años, se encontró de nuevo con Sirhan, al que no veía desde el juicio de 1969, y trató de convencer al juez de que el palestino nunca fue culpable del asesinato de RFK. ”Debería haber estado aquí hace mucho tiempo“, reconoció Schrade al convicto, ”y me siento culpable de no haber estado para ayudarte a ti y a mí“. Su esfuerzo fue en vano. Como ocurrió en las 13 audiencias anteriores para decidir la libertad condicional de Sirhan, su solicitud fue denegada”.
La tentación vive arriba: Marilyn Monroe
La muerte de Marilyn Monroe, la estrella y el icono sexual por excelencia, también está rodeada de misterio. Hay algunas publicaciones que destacan su relación con JFK y con determinados altos capos de la Mafia, lo que la habría hecho conocedora de importantes secretos y asuntos turbios, como detonantes de un supuesto asesinato. ¿Se suicidó o la mataron? Tampoco podemos saber ahora si lo sabremos algún día. No obstante, recojo un testimonio crudo y descarnado sobre el final de la excitante rubia. Un texto muy poco conocido y con un contenido demoledor. El texto fue publicado por La Vanguardia de Barcelona en junio de 2015: “… incluso mitos así tienden a agrietarse y no ser respetados con el tiempo. La autopsia de Marilyn se había guardado todos estos años en un preceptivo secreto profesional, pero ahora sus artífices revelan en un libro titulado Pardon My Hearse que la icónica rubia del cine murió físicamente destrozada, de una sobredosis de Nembutal estirada bocabajo en su cama”.
Algunos de estos detalles que rodearon a la muerte de la icónica actriz ya los conocíamos. Pero otros -aunque pudieran imaginarse por su desordenada y solitaria vida en sus últimos años cuando su único contacto humano pendía del hilo telefónico de su psiquiatra Dr. Ralph Greenson- se desempolvan ahora. Sin duda un oportunismo que hace replantearse el derecho de estos profesionales a profanar la memoria e imagen que dejó en este mundo Norma Jean.
Monroe fue encontrada sin teñir su rubia melena desde hacía semanas, sin depilar, sin dientes -usaba pese a tener solo treinta años una dentadura postiza- y con el cuello amoratado e hinchado, según han relatado los operarios Alan Abbott y Ron Hast -enterradores de las estrellas de Hollywood-. Según relatan, no pudieron casi reconocer que el cuerpo que yacía maltrecho, desnudo y envejecido era el de la increíble Norma Jean Mortenson. Aunque el estado de un fallecido siempre depara rasgos y sorpresas desagradables, para estos profesionales lo inquietante del caso era más el estado de dejadez de una mujer guapa, exitosa, con miles de admiradores y muy presumida como ella. Tampoco había rastro -siguiendo detalles de exclusiva que recoge el diario Daily Mail sobre la morbosa publicación- de ese cuerpo curvado y majestuoso que había hecho suspirar a medio Hollywood y medio mundo. La autopsia descubrió que, en realidad, Norma Jean usaba prótesis mamarias para acrecentar sus senos que, de por sí, eran más bien discretos. Los funerarios que la amortajaron también revelan que estaba sin lavar y que no era tan guapa ni glamurosa.
Según detallan sus autores, Marilyn Monroe aparentaba una edad mucho mayor de los 36 años que contaba entonces, “era como una mujer de más edad y envejecida”. Además, usaba dos “pequeños pechos falsos” para realzar los suyos y “dentadura postiza”. El día en que la encontraron, ya con el rigor mortis de primer estadio (entre seis y ocho horas después de la muerte), estaba sin depilarse las piernas hacía semanas, sin ropa interior… El forense tuvo que hacer una reconstrucción del cadáver que le llevó varias horas para que se pareciese al icono del cine que todo el mundo adoraba, incluso tuvo que trabajar parte de su cuello para que apareciera “normal” el día del funeral“.
Imagina que no hay países. John Lennon
Un día dijo Lennon que “antes de Elvis no había nada”. Otro día comentó que The Beatles eran “tan o más famosos que Jesucristo”. En otra ocasión pidió “una oportunidad para la paz”. Acabó en el suelo enfrente de su casa con varios impactos de bala disparados por la espalda. El asesino llevaba el libro de Salinger El guardián en el centeno y a la CIA no le caía muy bien. La conspiranoia está servida.
“Antes de morir, Lennon pronuncio esta frase: Tenemos que morirnos, o tenemos que vivir. Si estamos muertos, tendremos que hacernos cargo de ello; si estamos con vida, tendremos que vérnosla con el hecho de estar vivos.”
La versión oficial postula que el músico fue asesinado por un admirador desequilibrado y solitario. No obstante, se elaboran algunas teorías acerca de un posible asesinato por encargo. Es decir, el asesino había sido enviado por el gobierno de los EEUU para silenciar lo que la CIA y el FBI consideraban una amenaza para la Seguridad Nacional. Tal vez la verdad nunca se revele completamente, pero el análisis de los hechos puedan sugerir la existencia de esta conspiración. ¿Por qué el gobierno debía sentirse amenazado por este músico? Luego de separarse de The Beatles en 1969, Lennon comenzó a transitar el camino del activismo político. Existen pruebas de que el FBI consideraba al músico comopeligroso, debido a su influencia sobre los jóvenes y sus creencias contrarias al sistema de gobierno. La mayor parte de su composición musical contenía cierto sentido de protesta, sobretodo la que produjo durante los años posteriores a la disolución de su banda“.
El 8 de diciembre de 1980, exactamente a las 23:00 horas, en el vestíbulo del edificio Dakota de Nueva York, un joven llamado Mark Chapman, fanático del músico, se acerca y le pide un autógrafo. Lennon, al parecer, se niega a su demanda y éste le dispara siete balazos provocándole la muerte inmediatamente. Esa madrugada del día 9 se difundió la noticia a nivel mundial que John Lennon había muerto. Aún sigue así.
Allá, tras esos cercados donde habitan el poder y el dinero – en muchos casos, también el amor o el sexo – vive la conspiración. Siempre ha sido su hábitat, un espacio ubicuo con luz de tinieblas y alquimias de estrategias, alevosías y premeditaciones. La conspiración nace cuando nacen las sociedades y, seguramente, a la vez que decae la moral para ser sustituida por la codicia en el más amplio espectro de la palabra.