La historia la escriben los vencedores, o eso dicen. Y para los vencidos, quizá ni el recuerdo les acompaña, a veces tan sólo una ficha en un archivo. Una de esas vidas aún por construir e investigar fue la de Alejandro Moreno García, nacido el 27 de febrero de 1915 en el municipio gomero de Hermigua. A ciencia cierta, son muy pocos los datos que conocemos sobre su biografía. Joven de ideas republicanas, algunas fuentes señalan que estuvo junto a Pedro García Cabrera en Villa Cisneros (campo de concentración en el Sáhara) en 1936 junto a otros compañeros gomeros, donde habría participado en la fuga de 152 personas entre reos, militares y tripulantes del vapor “Viera y Clavijo”. Quizá, como otros tantos, llegó a Francia a través de las colonias galas en tierras africanas, donde participó en batallones republicanos y en la resistencia francesa. Alejandro no corrió la misma suerte de otros compañeros y fue detenido y deportado a Mauthausen-Gusen el 8 de septiembre de 1940 para, el 23 de septiembre del año siguiente, convertirse en uno más de los miles de fallecidos por la barbarie nazi. Quedó, como tantos otros, huérfano de vida. Tan sólo tenemos de él un registro, un número de prisionero: 41.788.
Su historia corre paralela a la de tantos otros canarios que acabaron en los campos del horror nazis. Recordaba el historiador Sergio Millares Cantero que poco o nada sabemos de este contingente de paisanos víctimas del nacionalsocialismo. Difícil de saber, no es posible precisar un número de españoles apresados durante la Guerra. Se calcula que en torno a 15.000. Muchos acabaron en campos de concentración en Alemania. Otros exhaustivamente investigados. De los 8.000 que estuvieron en Mauthausen, la documentación afirma que habían 43 canarios. Uno fue el gomero Alejandro Moreno. Sólo sobrevivieron 15, entre ellos un palmero, Gregorio Naciasceno Mata Rodríguez, que contó su historia en un libro titulado “Memorias de un superviviente del holocausto nazi”. Falleció en 2003, 62 años después que el aguerrido republicano gomero: los años que separan una historia desconocida que sólo es una ficha de archivo de una memoria escrita de la sinrazón humana.