Para quienes no conocen este lenguaje silbado declarado Patrimonio de la Humanidad puede que no terminen de creerse que pueda usarse, por ejemplo, para narrar o sonorizar un relato. Como si de un idioma se tratara, esta particular forma de comunicación de origen prehispánico en La Gomera, tiene en la articulación silábica de fonemas y vocales su identidad. Además, su alcance, que puede resonar a varios kilómetros de distancia, es otro de los elementos identificadores del silbo gomero.
Precisamente, quizá por lo curioso de la naturaleza sonora del silbo, el escritor y filósofo australiano Boris Glikman lanzó un reto: sonorizar a silbidos un relato suyo. La historia nos la cuenta Javier Fuentes, editor del blog El Hurgador, quien fue el encargado de ponerse en contacto con la Asociación Cultural ‘Hautacuperche’ y ver las posibilidades que habían de dar forma a la petición del escritor.
“A través de Joel Díaz Herrera, se pusieron en contacto conmigo aceptando la propuesta de grabar un texto en silbo”, explica en su blog, señalando que fue finalmente el silbador Guillermo Molina el que puso el sonido a este microcuento que a continuación reproducimos tanto en su versión en texto como en lenguaje silbado.
Bienvenido a la Máquina, por Boris Glikman
Un hombre joven, en la flor de la vida, se encontró con unas largas, complicadas e intrincadas instrucciones sobre cómo construir un aparato de algún tipo. Se sintió intrigado y luego obsesionado con esas instrucciones, y dedicó todas sus horas a construir esa máquina, completamente ignorante de su función y propósito, ansiando desesperadamente descubrir cuáles eran.
Los años fueron pasando mientras él continuaba penosamente con las aparentemente interminables instrucciones, pero no le preocupaba en absoluto el paso del tiempo, así que siguió dedicado a esa tarea. En cualquier caso, él estaba convencido de que una vez que la máquina estuviera terminada, todo el trabajo y tiempo que había empleado en ellos, estaría justificado en retrospectiva, y sus acciones tendrían un sentido del cual en el presente carecían.
Y así, décadas después del inicio de la construcción, el último componente estaba listo para ser ubicado en su sitio. Todo lo que necesitaba era sujetarlo con el último perno y el aparato estaría completo. Cuando lo estaba haciendo, comprendió que se había convertido en un anciano, y que estaba viviendo los últimos momentos de su vida. Mientras su visión se apagaba, vio por primera vez que el aparato que había estado construyendo durante toda su vida era un ataúd, y que ya no le quedaba nada más por hacer que meterse dentro para toda la eternidad.
Este experimento sonoro demuestra una vez más que el silbo gomero es un tipo de comunicación plenamente articulado, una forma silbada de un dialecto en español, un lenguaje propio.