El pasado martes le tocó a Playa de Santiago. Este miércoles a San Sebastián y Valle Gran Rey. Los pueblos costeros gomeros volvieron a engalanarse para acompañar a la Virgen del Carmen en sus tradicionales procesiones marítimas. Cientos de personas que, a ritmo de chácara y tambor, vistieron de color y alegría estos núcleos y sus embarcaciones.
Una tradición que llega a La Gomera en el siglo XVIII
En La Gomera, la Virgen del Carmen entra con fuerza como devoción entre los hombres de mar en el siglo XVIII. Hasta entonces, había sido San Telmo, que contaba con una ermita en los riscos de la Hila, la que tenía entre pescadores y marinos a su protector. Poco a poco, acorde con los cambios devocionales que experimentaban las islas en esta época, sustituyó la procesión y fiesta al santo dominico por la Virgen de los Carmelitas, fundándose ya en esta época un retablo y cofradía en la iglesia de la Asunción de la capital.
La devoción marinera a la Virgen del Carmen data del siglo XV
Los Padres Carmelitas fueron los promotores de la devoción a la Virgen del Carmen en el mar aprovechando sus andanzas y viajes por el Mediterráneo y el Océano Atlántico, caminos o regresos de sus tierras de misión, campaña que persiste hasta hoy y en la que ha sido elemento importante el escapulario.
La Orden fue fundada bajo la protección de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Carmelo (karmel, Palestina es jardín) fue el lugar que, en el siglo XII, un grupo de ermitaños inspirados en san Elías eligieron para hacer vida eremítica. El nombre de «Hermanos de Santa María del Monte Carmelo» (Ordo fratrum Beatissimæ Virginis Mariæ de Monte Carmelo). El Patriarca Alberto de Jerusalén en 1209 les aprobó la regla de vida del ideal del Carmelo: vida contemplativa, meditación de la Biblia y trabajo.