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La solidaridad se demuestra andando

Casimiro Curbelo

San Sebastián de La Gomera —

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La palabra solidaridad está hoy en boca de todos, pero no podemos quedarnos sólo en palabras, ni habituarnos al sufrimiento de nuestros semejantes y asimilarlo como normal, dada la sucesión de noticias que desafortunadamente se repiten día tras día.

La solidaridad obliga a compartir con aquellos que lo pasan mal y así se ha hecho siempre en La Gomera, donde hemos dado sobradas pruebas de nuestro carácter generoso y sensible. En ello tendrá mucho que ver el habernos convertido en un pueblo habituado a vivir fuera de sus fronteras. Y, precisamente por ello, hemos sido de los primeros en abrir nuestros brazos a los refugiados políticos cuya tragedia hoy conmueve al mundo.

La Isla está dispuesta a acoger a quienes han tenido que abandonar su país, sus hogares y sus pertenencias como consecuencia de conflictos bélicos que hacen imposible la vida en su lugar de origen. Tendemos la mano a nuestros semejantes y lo hacemos siempre dentro del marco de cooperación que debe guiar a todos los países de la Unión Europea, además del compromiso alcanzado por el Gobierno canario con el Ejecutivo nacional.

La Gomera ha hecho un estudio sobre los inmuebles insulares susceptibles de habilitarse como centros para la acogida de los refugiados políticos que puedan llegar al Archipiélago y, en consecuencia, hemos puesto a disposición del Ejecutivo regional un listado en el que se recogen las posibilidades que tiene la Isla.

Todas las administraciones debemos colaborar para dar respuesta al drama que están viviendo las personas que previsiblemente llegarán en breve a nuestra tierra, donde haremos lo posible para que puedan tener una vida digna. Nuestra voluntad es que el éxodo obligatorio al que han sido sometidos resulte lo menos traumático posible.

Siempre hemos dicho que la diferencia entre las fuerzas políticas progresistas y conservadoras es el compromiso social y la disposición a ayudar a nuestros vecinos. Y hacerlo además sin esperar nada a cambio, sin imitar a aquel emperador romano que cada vez que daba una limosna tocaba una campanilla para que todo el mundo lo observara.

Desde La Gomera nos sentimos orgullosos de haber hecho de la solidaridad una bandera; orgullosos de nuestra política en materia de educación, vivienda, mayores, sanidad y tantos otros asuntos. Y orgullosos también de la póliza de decesos, que ha sido tomada en consideración por el Gobierno regional, de cara a la creación de un protocolo de actuación que priorice y agilice el traslado de fallecidos en una isla diferente a su lugar de residencia.

Pero no queremos ponernos medallas ni comparar nuestra solidaridad con la del resto del Archipiélago o de España. Lo que queremos es que todos asumamos compromisos hacia los que peor lo pasan. La semana que ahora acaba lanzamos en el Parlamento canario una apuesta y un reto: desde La Gomera estamos dispuestos a aportar de nuestros propios fondos seis millones de euros para luchar contra el desempleo, la pobreza y la exclusión social. Y queremos que así se haga también desde la Consejería de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda del Gobierno de Canarias, y de todos y cada uno de los Cabildos.

Hablamos de partidas para evitar que un tercio de la población activa se encuentre sin trabajo, cifra que se eleva al 50 por ciento en el caso de los jóvenes; hablamos de recursos con los que luchar contra crudas realidades como que más de 130.000 niños están en situación de pobreza y que el 39 por ciento de nuestros vecinos se encuentran más cerca del tercer mundo que de una sociedad privilegiada.

Hablamos de asuntos tan realmente preocupantes que no podemos emplear más tiempo en discursos y palabras vacías. Bajo esta premisa nace nuestro compromiso a continuar desarrollando políticas sociales hacia los más débiles y también de empujar, en la medida de nuestras posibilidades, para que lo hagan los demás. Son tantas las necesidades que todas las sumas que hagamos son importantes. La solidaridad sólo se demuestra andando.

La palabra solidaridad está hoy en boca de todos, pero no podemos quedarnos sólo en palabras, ni habituarnos al sufrimiento de nuestros semejantes y asimilarlo como normal, dada la sucesión de noticias que desafortunadamente se repiten día tras día.

La solidaridad obliga a compartir con aquellos que lo pasan mal y así se ha hecho siempre en La Gomera, donde hemos dado sobradas pruebas de nuestro carácter generoso y sensible. En ello tendrá mucho que ver el habernos convertido en un pueblo habituado a vivir fuera de sus fronteras. Y, precisamente por ello, hemos sido de los primeros en abrir nuestros brazos a los refugiados políticos cuya tragedia hoy conmueve al mundo.