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La venganza de Curbelo

Francisco Pomares

La arrasadora victoria de Curbelo en La Gomera tiene dos culpables. Uno es el propio Curbelo, que se curró estas últimas elecciones con la energía y dedicación propias de un pibe de veinte años. No dejó casa por visitar, puerta que tocar ni compromiso por adquirir. En La Gomera las elecciones se ganan en un cuerpo a cuerpo frenético, en el que Curbelo siempre parte con la ventaja de ser el que manda. La principal diferencia de estas elecciones con toooodas las anteriores que también ganó Curbelo, es que en esta ocasión peleaba contra los suyos, y los suyos se lo pusieron a huevo. Por eso, el otro culpable de que Casimiro ganara por goleada es su antiguo segundo, Julio Cruz, que mandó sembrar los buzones de la Isla con publicidad destructiva sobre el “caso telaraña” y otras supuestas andanzas de su antiguo jefe.

La Gomera es como un pueblo pequeño metido en una isla pequeña. Allí se conocen todos... A Curbelo, la anticampaña de Julio Cruz le vino bien. No hay nada mejor que el que a uno le conviertan en mártir, ni peor que presentarse a unas elecciones con la etiqueta de traidor grabada a fuego en la frente. Y a los hechos me remito: durante la campaña, las encuestas daban a Curbelo como el político más conocido y mejor valorado en La Gomera, y a Cruz como el peor valorado. Casimiro saco tres diputados y el PSOE sacó uno, porque La Gomera es socialista. Lo es desde antes de los sucesos de Hermigua de marzo del 33, y antes del Fogueo de Vallerhermoso de julio del 36. La memoria pesa lo suyo. Sobre todo para quienes la tienen.

Desde la noche del recuento, el PP -aunque en todas partes cuecen habas- plantea la posibilidad de que los votos de Curbelo puedan apuntalar un pacto diferente del de nacionalistas y socialistas en Canarias. Las matemáticas lo permiten y, además, la venganza es en política un argumento de peso. A Casimiro lo declararon no idóneo para ir en las listas los mismos dirigentes del PSOE que apostaron por mantener a Griñán y Chaves o -sin necesidad de dejar Canarias- al candidato al Cabildo de Tenerife, Aurelio Abreu. La explicación de por qué a unos se les aplicó un criterio y a otros otro está -dicen en el PSOE- en el panfleto buzoneado en La Gomera. Pero yo creo que tuvo mucho más que ver con la ambición de cuatro alcaldes que han perdido sus alcaldías y un segundo que quería ser califa en lugar del califa. Y con la mojigatería del PSOE, un partido a veces más curil en materia de pecados de la carne que la propia derecha. Yo no digo que Casimiro sea un santo. No lo es. Lo que sí creo es que se sigue considerando socialista, y que sólo contra las cuerdas apoyaría desde La Gomera y con sus votos un pacto de derechas. Otra cosa es que mire para otro lado y deje hacer. Porque la venganza también tiene su importancia.

Artículo publicado en El Día y radiado en El Enfoque de la Cadena Ser

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