En cónclaves como el del PSOE celebrado el sábado en el Parque Marítimo de Santa Cruz hay que hacer más caso a lo que no se dice que a los discursos oficiales. Estar más pendiente de los signos que de los posicionamientos públicos. Una vez que las diferencias entre los socialistas son más que evidentes, la intriga era saber cómo se van a ir resolviendo y se escenificaban.-. Hubo algunas señales significativas. Por ejemplo, la cerrada e inesperada ovación que recibió Casimiro Curbelo cuando José Miguel Pérez, su mano ejecutora, lo presentó ante el público. O la presencia de los palmeros en una esquina, pero presentes, al fin y al cabo. Curbelo dedicó parte del tiempo que quedaba libre a cultivar antiguas amistades y mover hilos. Nada queda al azar.
El presidente del Cabildo y candidato a repetir, pese a las reticencias de parte de su partido, se presentó en el cónclave acompañado por cerca de cuarenta militantes y cinco consejeros. Era una manera de hacerse notar y demostrar su poderío. Pedro Sánchez, tal vez ni siquiera reparó en el lenguaje de los signos, de tan embebido que estaba en su propio discurso. En mitad de una polémica por su desconfianza hacia José Luis Zapatero, lo nombró como referencia. Habló de los logros históricos del socialismo pero poco de Canarias. En cualquier caso todas y cada una de las frases que dijo las pronunció en tono exaltado. De principio a final. Era imposible no perder la atención.
Patricia Hernández también está en la cresta de la ola. Pronunció un discurso sencillo que hablaba de sus antepasados en La Gomera, de cómo se ganaban la vida y de lo orgullosa que estaba de ellos. Prometió la tierra de la promisión y la solución de todos los problemas. ¿Por qué no?. Al final no tenía reparo alguno en posar al lado de Curbelo y de los palmeros, porque al fin y al cabo ha sido su principal valedora. Si los asuntos en estas islas se resuelven, será precisamente gracias a ella que ha demostrado una especial testarudez que seguramente se repetirá mil veces en el futuro.
Los alcaldes, sin embargo, pasaron desapercibidos. El de San Sebastián, Ángel Luis Castilla parecía extrañamente desenfocado. La estrategia diseñada en la oscuridad desde hace meses para desalojar a Curbelo parece que no acaba de dar sus frutos. Los alcaldes o se presentan unidos como los enanitos de Blancanieves o aparecen envueltos en un ente anónimo. Varios han sido los errores cometidos. Pero se pueden resumir en una palabra: presión. Primero al intentar que Curbelo dejara la secretaría insular y luego ante la Federal para que aclarara el futuro del presidente del Cabildo. Pero a nadie le gustan las presiones y esa es una tecla que no debían haber tocado. Tal vez hubiese bastado con quedarse quietitos. Al final Sánchez se despidió y nadie sabía donde estaba, ni siquiera Patricia. Era como si no hubiese estado nunca por allí.