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Los comercios de Lanzarote dependen de la población isleña para sobrevivir al cero turístico: “Son más de 60 días sin ingresos, pagando el local y la hipoteca”

Los fogones del restaurante Brisas del Charco, en Arrecife, vuelven a estar encendidos con Hortensia al mando. Con guantes y mascarilla la propietaria del bar soporta el calor de una cocina que, después de más de cincuenta días cerrada, se enciende de nuevo para atender al 50% de su clientela. Su pareja, Willbert, separa las diez mesas de la terraza con dos metros de distancia entre ellas y desinfecta la barra. Son las 10.00 de la mañana y en pocas horas los primeros clientes, que ya han reservado, comenzarán a llegar. Que Lanzarote haya pasado a la fase 1 supone un halo de esperanza para ellos, ambos autónomos. “Ha sido muy duro. Llevamos casi dos meses con las puertas cerradas asumiendo los gastos del local, la hipoteca, siendo cinco en casa y sin ningún ingreso”, cuentan.

La ilusión de la reapertura choca con la desconfianza: “En la Isla hay poca población, pero muchos comercios. No sabemos si habrá usuarios suficientes para todos”. A lo que se suma el cero turístico en una Isla que, antes de que se decretara el estado de alarma en 14 de marzo, había recibido ya 524.230 visitantes, un 35% menos que el mismo período del año anterior.

Jorge, uno de los socios responsables del emblemático bar La Miñoca, también ubicado en el charco de San Ginés, confía en que Arrecife pueda resistir al golpe que ha sufrido la restauración mejor que otras zonas más turísticas de Lanzarote, como Costa Teguise o Puerto del Carmen. Sin embargo, insiste en que todo el sector está igual de dañado.

En su caso, la reapertura tendrá que esperar al jueves. “Son muchas las cosas que hay que tener en cuenta para ajustarse a la norma y queremos esperar un poco para adecuarnos bien”, señala. El local cuenta con una amplia terraza junto, que a partir de esta semana solo contará con 12 mesas. La imagen del muro que separa el Charco de La Miñoca repleta de personas con una bebida en la mano tardará en repetirse: “Solo vamos a dejar el servicio en mesa, los clientes no podrán juntarse fuera”, indica Jorge.

La Calle Real, la vía comercial más transitada de Lanzarote, volvió este lunes a estar repleta de gente. Aunque no hay datos oficiales sobre el porcentaje de establecimientos que han reabierto este lunes, el vicepresidente de la Cámara de Comercio de Lanzarote, Miguel Cabrera, y también presidente de la Asociación Comercial Arrecife Centro subraya que la jornada se ha vivido como si fuera “un día normal” antes de la pandemia y “con mucho jaleo”: “Parece que la gente no es consciente de algunas normas como la de mantener la distancia de seguridad entre las personas”. Cabrera apunta que algunos comercios optarán por abrir solo a media jornada, en lugar de por la mañana y por la tarde, al menos hasta junio. De todas formas, la experiencia de estos días servirá para tomar decisiones más firmes.

Medidas de seguridad

Entre cliente y cliente, Hortensia y Willbert desinfectarán el lugar. “Si una persona entra al baño, tendré que dejar todo lo que estoy haciendo para entrar a desinfectarlo y seguir con mi trabajo”, explica él. Solo quedan ellos dos para atender a las diez mesas activas. Los otros cuatro trabajadores que formaban parte de la plantilla están sujetos a un ERTE. “Llevamos semanas tirando de ahorros, de tarjetas de ahorro... Antes de pedirles que se reincorporen, tenemos que saber si vamos a poder pagarles a final de mes. Preferimos sacrificarnos nosotros”, señalan.

Los propietarios del restaurante no solo ultiman las medidas de protección para contener la transmisión del virus, sino que un incidente esta mañana les ha obligado también a extremar la seguridad del local. “Anoche sacamos las sillas y preparamos la terraza. Hoy nos hemos encontrado con escupitajos en las cristaleras y con las lámparas desmontadas y con excrementos junto a las mesas”, lamenta Hortensia con la denuncia que interpuso ante la Policía Nacional en la mano. Pero nada rompe sus ganas de volver a recibir a la población lanzaroteña.

Al norte de la capital, en el municipio de Teguise, el ambiente es totalmente distinto. Los pocos bares con los que cuenta el pueblo de Tahíche, con apenas dos metros de acera y sin espacio para terrazas, continúan con las puertas cerradas. En Caleta de Famara, solo tres han decidido abrir este lunes, aunque algunos de los restaurantes continúan prestando servicio a domicilio. La opción de abrir solo al 50% echa para atrás a muchos comerciantes, que solo podrían quedarse con dos: “No vale la pena”.

Lanzarote se ha sumado este lunes a su isla vecina, La Graciosa, único punto de España donde no se ha registrado ningún caso de coronavirus y que lleva ya una semana en la fase 1. A pesar de que en un primer momento ninguno de los comercios retomó su actividad, la pequeña Isla de calles de arena va cobrando vida de nuevo. “Llevo aquí seis meses trabajando en la pesca y hoy es el primer día que hemos podido salir a tomarnos una cerveza. La verdad que la gente se ha comportado y se ha concienado de que hay que hacer las cosas bien”, explicaba esta semana un trabajador residente.

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