El escritor Andrés Expósito, que actualmente reside en La Laguna, en Tenerife, presentó en Onda Madrid Radio su nueva novela, 'Vieja melodía del mundo', que está ambientada en la villa y ciudad de San Andrés y Sauces. La presentación se llevó a cabo en una entrevista realizada por los periodistas Belén Almonacid y Sergio Martín, en el espacio de literatura de su programa.
La novela de Andrés Expósito está conformada como un juego literario, donde aparecen y desaparecen muchas voces, y aunque a veces todo puede parecer un desorden, solo son piezas del puzle que caen imprevistas sobre el tablero hasta acceder a la totalidad del conjunto, y que una vez colocadas correctamente, desgranan, definen, y se acercan a la órbita de la historia, el lugar donde se halla la verdad.
Llegan voces del pasado, la de los protagonistas que ya no están, y llegan para relatar y esbozar lo que sucedió, como si en todo este tiempo buscaran, agónicos y desesperados, a alguien que ejerciera de intermediario, y no lo hubieran encontrado hasta que apareció el narrador.
En la Villa y Ciudad de San Andrés y Sauces, suceden a lo largo del siglo pasado hechos que desarman y destruyen la vida de la familia de Anastasio Vargas y Francisca Expósito. La envidia, los celos, y la bajeza a la que pueden acudir los miembros de la especie humana por conseguir lo que anhelan, dejarán huérfana de vida a los mismos y sus descendientes. Jamás el matrimonio, y luego sus hijos, podrán tener un instante de felicidad desde el día aquel, a finales de junio, cuando aún eran jóvenes, en las fiestas del santo de la ermita. La novela nos constata y asevera que la especie humana acabará consigo mismo sino somos capaces de convivir en libertad y respeto, sin demonios o fantasmas sociales o religiosos que atosiguen dicha convivencia, eso nos lo redunda una y otra vez La Abuela, uno de los personajes que revela y descubre poco a poco lo sucedido a dicha familia.
Hay una profunda inmersión en la novela en las miserias y bajezas del ser humano como especie, acercándose a esa exterminadora actitud que profesan los individuos dentro de la sociedad, y al tiempo, también la narración nos desvelará y desnudará las costumbres y los acontecimientos que poco a poco van derramándose en la Villa y Ciudad, y en ello, la cotidianidad que acoge a sus habitantes, los interminables roces y enfrentamientos entre la parte de arriba, donde en un principio era la antigua zona donde se hallaban los ingenios de azúcar y las tierras para cultivar, y la parte de abajo, la zona costera, que se erigió como zona con función residencial, administrativa y de servicios, y luego con el tiempo todo eso cambiará, y muchos acontecimientos traerán las ineludibles circunstancias. Todo en una u otra manera ha azorado y forjado llagas en la personalidad de sus habitantes, y quedará también, por otro lado, hondamente, la población atemorizada bajo horrores que la historia les ha ido propinando. Horrores inconfesables que aún hoy, mucho tiempo después, suenan como susurros entre las conversaciones. Varios son los protagonistas que las desentrañaran a través de las investigaciones casuales llevadas a cabo por el nieto de La Abuela, el Narrador, que regresa a la isla muchos años después de marcharse, y quien en la niñez fue gran amigo de Javier García, nieto de Anastasio Vargas y Francisca Expósito. Y también se narrará cómo Lourdes Fernández desde la sombra con el padecimiento de los celos, la envidia y la rabia, se encargará de destrozar la vida de dicha familia, siendo la Villa y Ciudad testigo de ello, y en la misma medida, muchos también culpables. Y no solo se adentrará el Narrador casualmente en la verdad sobre lo sucedido a la familia de su amigo de la infancia, sino en el rencuentro con los añejos lugares que ahora son otros, desgastados por el tiempo, felicidades evadidas, esencias descolgadas y apartadas en el algún momento del camino. Nada es lo mismo a su regreso, quizás, porque tampoco él se parece en nada al que fue.