Francisco Viña (Los Llanos de Aridane, 1949) es un poeta de peso, nada liviano. “Cuando el hombre tropieza con la infamia y la impostura surge el poeta de la denuncia, el poeta social, es desvelador de sombras y amenazas que degradan al ser humano”, dice de él Gerardo Rodríguez, profesor de Filosofía, en el prólogo El tiempo y los alisios, el último libro de Viña, que cuenta con ilustraciones de Paco Guimerá, viñetista colaborador de La Palma Ahora. “Estamos en una sociedad que está generando mucho individualismo y soledad personal, por eso no cuajamos en proyectos colectivos, ni en proyectos sociales, el ciudadano no quiere saber nada de lo que piensa el de al lado”, ha asegurado a este digital.
El tiempo y los alisios, editado por el Centro de la Cultura Popular Canaria, es una recopilación de los poemas “más sonoros mejorados” que ha compuesto Francisco Viña desde hace 40 años, junto a nuevas composiciones. “Los libros anteriores eran consecuencia de lo que iba viendo continuamente, pero para esta última obra, como todo el mundo me decía que mis poemas son muy sonoros, elegí los más sonoros y los que podía concatenar para que el libro pudiera ser como una novela”, dice.
Este autor, que recibió en 2013 el Premio San Borondón que se otorga a destacadas personalidades de la cultura canaria, se nutre desde el punto de vista literario “del día a día”. “Leo mucho, fui enfermero y después empecé a estudiar Periodismo y Psicología, pero como no pude terminar porque estaba trabajando, hice un máster de psicología laboral y pasé mucha vida en los sindicatos”, recuerda.
“Creo que la poesía no está en crisis, pero la lectura sí, porque llevamos mucha prisa, estamos todos histéricos con la crisis, la no crisis, las crisis inventadas, el capital comiéndose el mínimo espacio de individualidad psicológica, todo eso hace que estemos muy nerviosos y no escuchemos absolutamente nada; tenemos una idea preconcebida, vamos a eso y nos estallamos solos”, sostiene.
El tiempo y los alisios, comenta Viña, “me da mucha prisa, y ahora me gustaría escribir otro libro para Navidad, pero quiero hacer algo que no tenga nada que ver con esto”, señala. “La poesía siempre ha sido una literatura muy personal, y ahora hace poesía gente que tienen veinte y pico años pero que no han vivido nada de lo que yo cuento y se están inventando una forma de expresarse”, advierte.
La escritora Maribel Lacave, prologuista también de la obra, subraya que la poesía de Viña “hunde su raíz en nuestro pasado aborigen cuya cultura reivindica con voz poderosa y desde ella emprende un palpitante vuelo hasta el presente y futuro de las islas. Y todo ello desde un inquebrantable compromiso tanto ético como literario”. “Yo llamo poesía canaria no a la pasión nacionalista si no a utilizar palabras que se han perdido y que son preciosas, canarismos que están desapareciendo, y si me entienden me entienden y si no que pregunten lo que significan”, apunta.
El viñetista Paco Guimerá “ha hecho el final ilustrativo de algunos de mis poemas, una interpretación gráfica; siempre juega con las estrellas y el mar; me gusta la ironía de Paco Guimerá, a quien conozco desde hace tiempo, una ironía necesaria en un ilustrador y en un viñetista y por eso egoístamente lo capté”, confiesa.
“Al leer los poemas me di cuenta de que eran bastante visuales, cada composición podía tener tres o cuatro ilustraciones porque su manera de expresar una idea y su forma de plasmar las imágenes que hace con palabras, me facilitaban su traducción a imágenes visuales, no chocaba con ninguna pared a la hora de interpretar visualmente los poemas”, cuenta Guimerá, y agrega: “Elegí los que más visuales me parecieron y separé la parte más personal del libro de Paco, que son la cartas dirigidas a algunas personas y personalidades del mundo de la cultura, y me centré más en los poemas de su vida”. “Me basé en una idea muy bonita, una frase que flota un poco en el libro, que el pensamiento pasa a través de la mano para traducirse en palabras; utilicé mucho la mano y las letras, hice un poema visual con las manos y las letras, y añadí las estrellas, que en muchos de los poemas se convierten en personas que vuelan”, detalla.
“Este libro lo resumiría en dos versos de un poema de la página 64: ‘/Por no escuchar las palabras/ lo que nos hablan/’, es decir, estamos acostumbrados a escuchar las palabras pero no traducimos qué es lo que nos están hablando las palabras, nos han descafeinado las palabras, y lo que veo en los poemas de Paco es que las palabras no están descafeinadas; siempre escuchamos las palabras cuando nos hablan, pero no escuchamos lo que nos hablan las palabras, y esto refleja muy bien la vida y la comunicación en la actualidad”, defiende Guimerá.