Juan Carlos Martín expone su ‘macro mirada extrema’ en la Casa Salazar

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

0

La Casa Salazar de Santa Cruz de La Palma acoge del 20  al 31 de agosto la exposición La otra mirada  de Juan Carlos Martín Ortega compuesta de una serie de macrofotografías extremas.

El autor señala que “la fascinación por la naturaleza y el regusto por los artilugios y la tecnología me ha llevado desde el primer momento en que pude comprarme una cámara para sacar fotografías de los insectos y seres diminutos, insignificantes a veces, que de cerca pueden devenir en seres espectaculares”. Indica que “no existe una definición de referencia para la macrofotografía extrema, pero hay una definición orientativa que da alguna idea de su naturaleza inusual”.

Explica que “en la fotografía macro, con reproducciones del orden de 1:1, se emplean objetivos y cámaras convencionales. La macrofotografía extrema va más allá, desde ampliaciones 1:1 hasta algo más de 40:1, los rangos más bajos de la fotografía a través del microscopio”.

“Con la misma cámara y con objetivos de microscopio”, añade, “es posible llegar a desvelar detalles mínimos de los seres minúsculos que nos rodean. Ese acercamiento también deriva en el incremento de las complicaciones al aumentar las dificultades para enfocar, disminuir la luz disponible y reducirse enormemente la profundidad de campo por lo que toda tarea fotográfica se vuelve muy laboriosa. Hablar de macrofotografía extrema implica profundidades de campo que van de décimas de milímetros (mm) hasta milésimas de mm, lo que lleva a tener que trabajar, la mayoría de las veces, con cientos de fotografías para conseguir un espacio nítido aceptable y esto se consigue apilando las imágenes con programas específicos”.

Apunta que “el apilado de las imágenes es la base del macro extremo y es el método que nos permite obtener una imagen de un aumento elevado con todo el plano enfocado. Para obtener una imagen de un insecto de 2 mm a 10 aumentos se requiere de un objetivo especializado y contar con un dispositivo que nos permita moverlo”.

La profundidad de campo “se reduce solo a 10 milésimas de mm lo que supone que hay que obtener unas 300 fotografías para cubrir todo el sujeto. Con el apilado se consigue extraer la parte enfocada de cada fotografía, integrarlas y componer la imagen final. Esto es solo el último escalón de la tarea, antes hay que buscar los especímenes que queremos fotografiar, posicionarlos, limpiarlos, integrarlos en un fondo y todas estas tareas hay que realizarlas antes de que el ejemplar muestre deterioro en sus colores y formas”.

“Se trata pues”, concluye, “de un área muy especializada de la fotografía que ofrece una nueva visión de lo realmente pequeño, que necesita de dos ingredientes básicos: dedicación y paciencia”.