Jorge Sastre (arquitecto), Diana Gutiérrez (ingeniera de edificaciones), Pedro Cobiella (ingeniero civil), Alberto de Paz (ingeniero técnico industrial) y Víctor Cabrera (ingeniero técnico industrial) han decidido compartir espacio y unir sinergias para adaptarse al nuevo modelo de negocio que ha impuesto la situación de crisis y hacerse un hueco en un mercado laboral “complicado y hermético”.
La idea de crear un 'coworking' empresarial en la Isla con jóvenes de perfil altamente cualificado en las ramas de la arquitectura, el diseño y la ingeniería, es del arquitecto Jorge Sastre, de 27 años, que ha puesto en marcha la iniciativa CookWork (www.cookwork.es). Después de terminar la carrera en Madrid, “regresé a La Palma con una idea más o menos definida de lo que quería hacer en cuanto a mi actividad profesional, y supongo que debido al espíritu empresarial que he respirado desde muy joven, me puse al día siguiente a trabajar en la materialización de esa idea”, ha explicado a LA PALMA AHORA. “Mi objetivo es crear un espacio colaborativo y unir sinergias entre diferentes profesionales que trabajamos en las ramas de la arquitectura, el diseño y la ingeniería; darle una vuelta de tuerca a los estudios de arquitectura e ingeniería convencionales”, subraya.
La matriz del 'cowork', recuerda Sastre, “siempre ha sido la interacción entre jóvenes profesionales, porque, desde nuestro punto de vista, es una manera muy eficaz de incorporarse a un mercado laboral muy complicado y hermético; la unión hace la fuerza y, en definitiva, es muy difícil que una sola persona lleve a cabo cualquier tipo de proyecto de cierta envergadura, y por esto nace CookWork, como un laboratorio de ideas”. “En un sistema cada vez más exigente y con un perfil cada vez más cualificado, como profesionales nos vemos obligados a recurrir a otros colegas que puedan ser capaces de colaborar en un mismo ámbito”, añade.
Sastre remarca que “el sistema de trabajo empresarial–emprendedor ha cambiado, y con él los nuevos modelos de negocio, por lo que debemos apostar por un cambio y una nueva manera de hacer”. “Si lo miramos desde otro punto de vista, el poder compartir los gastos fijos de un lugar de trabajo o disponer de un asesoramiento en el inicio de un proyecto, siempre será una ventaja, y más cuando estamos atravesando por una situación que no es precisamente boyante”, asegura.
Pero en La Palma, según reconoce Sastre, la cultura del 'coworking' aún no se ha implantado entre los profesionales independientes. “Hasta ahora, por lo menos, no, y es una cosa que no acabamos de entender ya que nos aporta a todos muchas ventajas; sí es verdad que parece que la situación económica ha empujado, sobre todo a los que somos más jóvenes, a trabajar en conjunto, y se percibe un incremento de las inquietudes de los emprendedores por colaborar en otros campos que no son estrictamente los de su formación. De aquí deriva la solicitud que se ha realizado al Gobierno de Canarias para que nos proponga y califique como empresa I+E (Innovación + Empleo). Un nuevo modelo de hacer”, dice.
El espíritu emprendedor tampoco abunda entre los jóvenes. “Es difícil que alguien se decida a embarcarse en algún proyecto; las trabas burocráticas y la alta cantidad de impuestos a satisfacer hacen que sea casi imposible ejecutar con relativa seguridad una iniciativa a cualquier joven emprendedor, sea palmero o no, pero partiendo de esa base, en La Palma está absolutamente todo por hacer y no hay nadie mejor que nuestros propios jóvenes para llevar a cabo esa tarea”, sostiene Sastre, quien tiene la esperanza de que “poco a poco ese espíritu se vaya enriqueciendo y cada vez seamos más los que decidamos emprender”.
El apoyo institucional a los jóvenes emprendedores, por otro lado, es escaso. “Las instituciones colaboran en algo, pero más bien en poco; económicamente solo el Cabildo ha sido capaz de promover subvenciones, más allá de esto no hay nada”, afirma este joven arquitecto, quien agradece, no obstante, “el esfuerzo que el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma ha hecho a través de sus agentes de Desarrollo Local, especialmente Mary, y también el resto de trabajadores”. “En el arranque de esta iniciativa empresarial tampoco me puedo olvidar de Raquel, que me ofreció toda su ayuda a través de la Ventanilla Única de la Cámara de Comercio, y tramitó los documentos necesarios para mi puesta en marcha profesional en cuestión de minutos, con unas diligencias muy ágiles y eficaces; una gran ayuda en un momento de absoluto desconcierto”, reconoce Jorge Sastre, quien ve con optimismo su futuro profesional a pesar de residir en una isla de la ultraperiferia sostenida por el sector primario. “Este nuevo modelo de hacer no ha surgido de la nada, ni de mi empeño personal en que tiene que ser así; nace porque existe una demanda diferente a la que ha habido hasta ahora, y más en un ámbito que siempre ha parecido desarrollarse en paralelo al resto”, defiende.
Este grupo de jóvenes profesionales independientes comparte espacio en un local diáfano del edificio que albergó el antiguo Cabildo, en el número 58 de la calle Pérez de Brito de Santa Cruz de La Palma, donde cualquier emprendedor puede alquilar una pequeña oficina, colaborar en proyectos o desarrollar su idea de negocio. Entre planos, lápices, ordenadores y documentos, Jorge, Diana, Pedro, Alberto y Víctor trazan su futuro profesional y el devenir de una Isla que necesita savia nueva para salir de su estancamiento socioeconómico.