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Adiós al maestro Gómez

Se acaba el año y es tiempo de resumen. La televisión se encarga de ello y coloca ante mí, en poco menos de un minuto, 42 rostros. Las 42 muertes que en 2016 conmovieron al mundo. Debbie Reynolds, legendaria actriz de Cantando bajo la lluvia, había sido la última. Murió un día después que su hija Carrie Fisher, la princesa Leia Organa en la saga de Star Wars. Y seguían apareciendo caras y nombres: el cantante George Michael, la actriz Zsa Zsa Gabor, el astronauta John Glenn, el líder cubano Fidel Castro, el poeta, compositor y cantante Leonard Cohen, el expresidente de Israel y Premio Nobel de la Paz, Shimon Peres, el cantante Juan Gabriel… Dejo de mirar a la pantalla para leer un mensaje que ha entrado en mi teléfono móvil: HA MUERTO JULIO GÓMEZ. El corazón me dio un vuelco. Cierto que murió con 93 años y una experiencia vital acumulada que muy pocos poseen. Además, no todos pueden con el reto que impone la edad en condiciones aceptables, sin dejar del todo su profesión musical (últimamente convertida en hobby) y en el marco de un envejecimiento saludable. Me consuelan los amigos que llegan enteros a su final, sin la agonía de otros a los que las cosas les vinieron peor dadas… Ese fue mi primer pensamiento a la muerte de Julio Hernández Gómez, mientras la televisión seguía con su lista... El boxeador Muhammad Ali, tres veces campeón del mundo de los pesos pesados, el artista de pop Prince, el ex-futbolista Johan Cruyff, el filósofo y profesor Umberto Eco, el cantante David Bowie… La noticia de la muerte de Julio Hernández Gómez, nos llegó en las últimas horas de un año complicado, como si quisiera poner un gramo más de dolor argumental a este 2016 redondo y, por fin, ya cerrado. 

En un análisis sereno e incluso desapasionado de la historia musical de Santa Cruz de La Palma, la importancia del maestro Hernández Gómez no puede esconderse ni mucho menos silenciarse, pues ha sido durante años uno de sus pilares básicos, primero como componente de la orquesta López, luego como fundador de la orquesta Gómez, más tarde, ya en la década de los setenta, es de destacar su labor docente en la Academia de Música de CajaCanarias, que supo dirigir durante muchos años, al igual que sucediera con la Banda de Música San Miguel, que si bien hoy es de titularidad municipal, no podemos omitir que Julio Hernández Gómez, junto a Néstor Cabrera, fueron los portadores y difusores artísticos de aquella idea y, por tanto, figuran entre sus fundadores. Ambos impulsaron, también, los Encuentros de Bandas de Música por Santa Cecilia. Una magnífica locura de la que nació el compromiso responsable de dotar a nuestros pueblos de un producto cultural tan necesario. Una Banda de Música en cada municipio. 

Podemos decir, que ajeno a toda falsedad Julio Hernández Gómez empujó su vida con la música por vocación. Una actitud pasional que no estuvo reñida con el rigor profesional que caracteriza a todo músico. Siguiendo la estela de Doña Rosario Gómez Jaubert, recuerdo al maestro acompañar al piano a múltiples solistas. Tampoco olvido cómo, con el extinto Pacovi, impulsó en el Teatro Chico los festivales de Club Niñolandia. Le vi como director musical en galas y fiestas de arte que tuve el placer de presentar en diferentes municipios de nuestra Isla. Rememoro aquellos espectáculos en los que el maestro Gómez, al piano, era acompañado por músicos amigos (recuerdo a los ya fallecidos Felipe, batería; Enrique, saxo; Antonio El Maño, violín y a Miguel que, algo más joven, sigue por ahí sacando en sus ratos libres, un sonido incomparable a su trompeta). 

Como no podía ser de otra forma en quien tuvo una dilatada e intensa trayectoria musical, Julio Hernández Gómez también participó durante muchos lustros en números señeros de nuestra Bajada de la Virgen (Danza de Enanos, Danza de Mascarones, Danza de Acróbatas…) No resulta extraño por tanto, que su muerte, tras mantenerse activo hasta sus últimos días, haya producido una honda consternación en nuestra ciudad y en toda la Isla. Me atrevería a decir que se nos ha muerto un símbolo de nuestra cultura musical. Un personaje que difícilmente caerá en el olvido porque su nombre, para nuestro público cotidiano, siempre tendrá una especial resonancia. Me vienen a la memoria recuerdos de aquel grupo de acordeones del que participó y otro más cercano, cuando hace unos meses en el atrio de nuestro Ayuntamiento, dirigió a la Banda de Música de La Laguna (con algunos componentes palmeros). Un reconocimiento para su maestro que fue largamente aplaudido. 

Con el evidente desfase cronológico entre ambos, para mí Julio Hernández Gómez siempre fue un amigo. Nunca olvidaré aquellas conversaciones intrascendentes pero llenas de ingenio, casi siempre zurcidas con anécdotas y chistes que le llevaban a conquistar el corazón de amigos y alumnos. Esa manera de ser formaba parte de su pedagogía y, con ella, enseñó música a varias generaciones… Era una carga fresca de humor, ternura y humanismo. El magisterio indiscutible de un hombre transparente y sin dobleces. Tal vez fue esa la última palabra en el crucigrama de su vida: Que se deja adivinar o vislumbrar sin declararse o manifestarse. TRANSPARENTE. Como dice el refrán su cara siempre fue el espejo del alma

Julio M. Marante

Se acaba el año y es tiempo de resumen. La televisión se encarga de ello y coloca ante mí, en poco menos de un minuto, 42 rostros. Las 42 muertes que en 2016 conmovieron al mundo. Debbie Reynolds, legendaria actriz de Cantando bajo la lluvia, había sido la última. Murió un día después que su hija Carrie Fisher, la princesa Leia Organa en la saga de Star Wars. Y seguían apareciendo caras y nombres: el cantante George Michael, la actriz Zsa Zsa Gabor, el astronauta John Glenn, el líder cubano Fidel Castro, el poeta, compositor y cantante Leonard Cohen, el expresidente de Israel y Premio Nobel de la Paz, Shimon Peres, el cantante Juan Gabriel… Dejo de mirar a la pantalla para leer un mensaje que ha entrado en mi teléfono móvil: HA MUERTO JULIO GÓMEZ. El corazón me dio un vuelco. Cierto que murió con 93 años y una experiencia vital acumulada que muy pocos poseen. Además, no todos pueden con el reto que impone la edad en condiciones aceptables, sin dejar del todo su profesión musical (últimamente convertida en hobby) y en el marco de un envejecimiento saludable. Me consuelan los amigos que llegan enteros a su final, sin la agonía de otros a los que las cosas les vinieron peor dadas… Ese fue mi primer pensamiento a la muerte de Julio Hernández Gómez, mientras la televisión seguía con su lista... El boxeador Muhammad Ali, tres veces campeón del mundo de los pesos pesados, el artista de pop Prince, el ex-futbolista Johan Cruyff, el filósofo y profesor Umberto Eco, el cantante David Bowie… La noticia de la muerte de Julio Hernández Gómez, nos llegó en las últimas horas de un año complicado, como si quisiera poner un gramo más de dolor argumental a este 2016 redondo y, por fin, ya cerrado. 

En un análisis sereno e incluso desapasionado de la historia musical de Santa Cruz de La Palma, la importancia del maestro Hernández Gómez no puede esconderse ni mucho menos silenciarse, pues ha sido durante años uno de sus pilares básicos, primero como componente de la orquesta López, luego como fundador de la orquesta Gómez, más tarde, ya en la década de los setenta, es de destacar su labor docente en la Academia de Música de CajaCanarias, que supo dirigir durante muchos años, al igual que sucediera con la Banda de Música San Miguel, que si bien hoy es de titularidad municipal, no podemos omitir que Julio Hernández Gómez, junto a Néstor Cabrera, fueron los portadores y difusores artísticos de aquella idea y, por tanto, figuran entre sus fundadores. Ambos impulsaron, también, los Encuentros de Bandas de Música por Santa Cecilia. Una magnífica locura de la que nació el compromiso responsable de dotar a nuestros pueblos de un producto cultural tan necesario. Una Banda de Música en cada municipio.