Arde la tierra de España,
llora la naturaleza,
cenizas, humo y tristeza
a nuestros campos empaña.
Arde el trigo y la cizaña,
arde la jara y la encina,
huele a carbón y a resina,
todo es negro en el paisaje,
silencio en el paisanaje
¡Dura es la que se avecina!
Jócamo, 16.VII.2022
Nota: Desperté esta mañana, con la noticia en la oreja: ¡Arde media España!
Orense, Pontevedra, Cáceres, Salamanca, Málaga...
Y arde por arriba (las temperaturas baten récord, superando los 40 °C) y se quema por abajo con un rosario de incendios que no tiene fin.
Un drama que se retroalimenta: cambio climático a escala global y cambio cultural a escala local. Ambos crecen a la sombra del fenómeno de la globalización cultural y económica en la que se enmarca el sistema capitalista, que como el andar en bicicleta, si dejamos de pedalear, se cae. Hay que crecer a cualquier coste, aunque sea sobre nuestras propias cenizas. La meta: el colapso global.
¿Pesimismo? Quizás.