Espacio de opinión de La Palma Ahora
El cambio climático y el petróleo de Soria
Con las ideas de un ministro canario, precisamente aquel que en varios telediarios amenazó agriamente a Cristina Fernández de Kirchner cuando en Argentina le quitaron concesiones a Repsol y luego tuvo que enfundársela, España intenta ponerle un impuesto al sol. Ese es el titular de un artículo aparecido en la revista norteamericana Forbes. Soria, el que confía encontrar petróleo cerca de Lanzarote, se está cubriendo de gloria. Nada de ayudar a las energías renovables, hay que proteger a las eléctricas para que cuando le llegue el cese lo nombren director-asesor de Iberdrola o Endesa. La ocurrencia de ponerle un impuesto al sol le ha ganado a Soria fama mundial. Según la revista “parece que los miembros del Gobierno se quedaron sin ideas, miraron al cielo un día y pensaron ”¡Ya lo tengo! ¡Pongamos un impuesto al sol!“. Como, según el gobierno, España empieza a ir bien ya que en agosto 31 parados encontraron empleo, no hay que corregir el despilfarro ni la malversación sino imponer multas a quienes tienen paneles solares en la azotea. Esta gente, que estuvo subvencionada durante más de una década, ya no puede vender la energía sobrante a las eléctricas, para qué. Que se la traguen, y encima que paguen multas.
La globalización no se basa en distribuir mejor la riqueza, sino justo en lo contrario: favorecer un sistema de máximos beneficios en el máximo posible de países, y por ello es depredadora de los recursos naturales. Todavía algunos encargan informes a científicos para que afirmen que el cambio climático no será tan grave. Las grandes potencias se siguen negando a fabricar gasolina sin plomo y no firman los acuerdos de Kyoto porque toda su industria tendría que reconvertirse. Y con toda esa insolidaridad la temperatura del planeta podrá aumentar hasta cuatro grados en este siglo, el Polo Norte se derretirá, el nivel del mar subirá, las lluvias serán cada vez más torrenciales y más escasas según los lugares, etcétera. Claro que las malas noticias no son malas para todos. Antes bien: a pesar de la crisis los bancos siguen ganando muchos millones de euros, que la banca gane dinero forma parte de las reglas, este sector financiero español provoca la envidia de los europeos pero hay que añadir que la Unión Europea opina que esta banca nuestra cobra demasiadas comisiones y no informa adecuadamente a los usuarios del alcance de esas comisiones. Nos aprietan el cinturón con maniobras poco transparentes y gracias a eso los enormes beneficios de la banca nacional suponen que esta banca se expansiona hacia otros países, controlando sectores estratégicos como la energía, las infraestructuras y las comunicaciones sobre todo en países de América Latina.
Los informes certifican que los norteamericanos, los chinos, los hindúes y los países en vías de desarrollo que no aceptan los consejos de la ONU están causando un daño irreversible por el consumo de derivados del petróleo que incrementan las emisiones de dióxido de carbono, con lo cual las olas de calor, las trombas de agua, los ciclones, la velocidad del viento, las sequías y otros desastres van a ser más frecuentes. A ciertos dirigentes y a los de Wall Street les importa un comino, no en vano Rajoy decía que un primo suyo que es catedrático le había explicado que no hay cambio climático. Y se quedó tan pancho.
(Blogdeleonbarreto.blogspot.com)
Con las ideas de un ministro canario, precisamente aquel que en varios telediarios amenazó agriamente a Cristina Fernández de Kirchner cuando en Argentina le quitaron concesiones a Repsol y luego tuvo que enfundársela, España intenta ponerle un impuesto al sol. Ese es el titular de un artículo aparecido en la revista norteamericana Forbes. Soria, el que confía encontrar petróleo cerca de Lanzarote, se está cubriendo de gloria. Nada de ayudar a las energías renovables, hay que proteger a las eléctricas para que cuando le llegue el cese lo nombren director-asesor de Iberdrola o Endesa. La ocurrencia de ponerle un impuesto al sol le ha ganado a Soria fama mundial. Según la revista “parece que los miembros del Gobierno se quedaron sin ideas, miraron al cielo un día y pensaron ”¡Ya lo tengo! ¡Pongamos un impuesto al sol!“. Como, según el gobierno, España empieza a ir bien ya que en agosto 31 parados encontraron empleo, no hay que corregir el despilfarro ni la malversación sino imponer multas a quienes tienen paneles solares en la azotea. Esta gente, que estuvo subvencionada durante más de una década, ya no puede vender la energía sobrante a las eléctricas, para qué. Que se la traguen, y encima que paguen multas.
La globalización no se basa en distribuir mejor la riqueza, sino justo en lo contrario: favorecer un sistema de máximos beneficios en el máximo posible de países, y por ello es depredadora de los recursos naturales. Todavía algunos encargan informes a científicos para que afirmen que el cambio climático no será tan grave. Las grandes potencias se siguen negando a fabricar gasolina sin plomo y no firman los acuerdos de Kyoto porque toda su industria tendría que reconvertirse. Y con toda esa insolidaridad la temperatura del planeta podrá aumentar hasta cuatro grados en este siglo, el Polo Norte se derretirá, el nivel del mar subirá, las lluvias serán cada vez más torrenciales y más escasas según los lugares, etcétera. Claro que las malas noticias no son malas para todos. Antes bien: a pesar de la crisis los bancos siguen ganando muchos millones de euros, que la banca gane dinero forma parte de las reglas, este sector financiero español provoca la envidia de los europeos pero hay que añadir que la Unión Europea opina que esta banca nuestra cobra demasiadas comisiones y no informa adecuadamente a los usuarios del alcance de esas comisiones. Nos aprietan el cinturón con maniobras poco transparentes y gracias a eso los enormes beneficios de la banca nacional suponen que esta banca se expansiona hacia otros países, controlando sectores estratégicos como la energía, las infraestructuras y las comunicaciones sobre todo en países de América Latina.