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De visita por la Feria del Gourmet de Madrid

Queridos amigos:

Regresé de Madrid el pasado domingo, a donde había ido el lunes con lailusión de visitar intensivamente Ifema, Feria del Gourmet. Había tres pabellones con cerca de uncentenar de stand cada uno. Regresé, como os digo, pero yocreo que algo mío sigue estando por allí, todavía no he llegado enteramente,me falta algo.El martes, lo primero que hice fue ir a visitar los stands de dosproveedores míos que estaban presentes, Marqués de Valdueza, Bodega yAlmazara de la Tierra de Extremadura, del que ya oshablé de su labor en la feria, hace unos días, cuando os notifiqué delúltimo premio que le habían dado a la Almazara, y el otro proveedor, Bodegasy Pagos Matarredonda, de Toro, Zamora, a los que les agradezco una vez másel haberme facilitado el acceso a la feria, al mismo tiempo que todos losdetalles de amistad y profesionalidad que tuvieron conmigo. Por lo queobservé, en los movimientos del stand, también hicieron una buena feria. Enél, conocí al Sumiller de la Casa Real con el que estuve hablando comouna media hora sobre vinos, y, curiosamente, hablamos de los vinos de LaPalma, de los que tenía profundo conocimiento, los blancos, el tea.

La calidad de la Bodega y Pagos Matarredonda no sólo está en sus vinos, Libranza, Juan Rojo y Valdefama, puntuados sistemáticamente entre noventa y noventa y cuatro puntos, está también en la familia y personas que los trabajan. Juan Ángel, propietario, Melisa y Juan Ángel, hijos, Rosa Zarza, enóloga, y Ana, administración. Después de saludar a ambos proveedores, me dediqué a recorrer los tres pabellones y coger información de aquellos que nos podrían interesar. ¿Porqué digo “nos”? Porque había quedado con mi amigo, proveedor, cliente y socio, Chin, el primer bebé chino nacido en Canarias, para visitar juntos, el miércoles y el jueves, los stands que me pareciesen de interés para ampliar el catálogo de ambos. El miércoles, antes de comenzar a visitar stands, le comento a Chin -no nos habíamos visto hasta ese momento- de mis impresiones del día anterior, cambiamos pareceres, y empezamos a hacer visitas a los de los productos que próximamente vamos a incorporar: Cangrejo Ruso Chatka, foie gras Imperia, caviar Iraní Caspian Pearl, conservas Frinsa, quesos del Casar, pimentón de La Veras Hijos y Sobrinos de Pedro Sánchez S.L., Fabes y Compango Vallina, arroz Flor de Calasparra, legumbres (aún estamos pendientes de un amigo que lo está negociando), y algún que otro queso más.

Visitados los stands durante el discurrir del día, dejábamos para el jueves sopesar algunas dudas y cerrar los tratos, el día no nos dio para más. Tenía el jueves, al cerrar la feria, con el cansancio acumulado de tres días caminando sobre moqueta, ¡La moqueta es dura de caminar!, ganas de comer unos callos con una buena botella de vino tinto en el Restaurante Manolo, en la calle Princesa, ¡Mi barrio de Arguelles!, que está cerca de la calle Tutor, donde me alojo siempre que voy a Madrid.

Ese piso lo compartí en los años de universidad, o de lo que haya sido, con mi amigo Juan Isidro, y él lo acabó comprando. Mientras comía y bebía, esperaba a una persona a la que le tenía que dar un paquete de puros, que un Hermano del Alma, en La Palma, me había encomendado para que se lo llevase. Costumbres palmeras. Recuerdo de niño y adolescente, que cuando las personas se iban de viaje, cargaban con paquetes para llevarlos a familiares de vecinos en las otras islas, incluso, se les daban cartas. El paquete de puros me lo venían a buscar al aeropuerto, si no, al día siguiente por la mañana a casa, y me llevaban al Ifema en coche, me iba a llevar a conocer sitios “distintos” de Madrid, a comer.

Al final, estaba esperando a que viniesen a buscarlos a Manolo, como llamamos a secas al restaurante, bar, cafetería, propiedad de mi amigo Enrique y su hermano. Llevar el paquete de puros no solo me costó la tensión de ir cargando, custodiando más bien, con él desde el aeropuerto de Mazo hasta mi domicilio en Madrid (que por cierto, casi lo pierdo en el Adolfo Suarez), me costó pagar el gin tonic, 4.75 euros, que se bebió la persona que vino a por él, y que al despedirse me dijo: “Ya sabes dónde me tienes a mí, y a mis casas, que son las tuyas. Cuando vaya a La Palma, te llevo un paquete de judías”. Estuve como noqueado mientras acababa los ansiados callos y la botella de vino, si la moqueta del Ifema durante los tres días de feria me había arrollado, este episodio, lo hizo algo más. Cuando, en otro tiempo, se usaban estos gestos, los destinatarios te invitaban a café, a un vaso de vino, a cerveza, o incluso a comer en la casa. Esto que me acababa de ocurrir con los puros, no lo había contemplado nunca. Al pagar la cuenta en Manolo, me saltaron las alarmas. Miguel, Miguel, si este señor te acaba de cobrar 4.75 euros por traerle en mano un paquete de puros desde La Palma, imagínate cuánto te va a clavar cuando te traiga el paquete de judías que te ofreció; Miguel, se te bebe el solo la tienda entera. Necesitaba coger aire, encarcelado de paquete de puros y la clavada del gin tonic. Era lo mejor que podía hacer, no cogí ni el cambio, 9 euros, al salir apresurado de Manolo. Bajé Princesa hasta Plaza de España, subí a Callao, bajé a Sol, Opera, Plaza de Oriente, Plaza de España, subí Ferraz, y en esta calle me doy cuenta de que estoy justo delante de la puerta de Entrevinos, sitio entrañable para mí. No lo andaba buscando, o vaya uno a saber, pero ya que estoy, entro, me pido una copa de cava Llopart Brut Nature, yo estaba seco, de verdad, acabé bebiéndome una botella entera, seis copas. Entre la segunda y la tercera copa de cava, me encuentro hablando con la persona que tengo al lado, que estaba con su pareja, Miguel Molina, ex cámara de Félix Rodríguez de La Fuente, el único superviviente del accidente de helicóptero que costó la vida al resto del equipo. Hablamos de la tierna anécdota que se cuenta de que en el entierro de Félix lo vinieron a despedir los lobos que filmaban. Entre copas de cava, el recuerdo de los bellos documentales Planeta Tierra, la amistad de los lobos con Félix, y la mía, reciente, con Miguel Molina. El oscuro personaje del gin tonic quedó en su sitio, en la sombra, del que no lo voy a dejar salir más. ¿Por qué me ocurre esto a mí, con lo bien que me trata la vida? La vida solo me da Cosas Buenas El viernes, me quedé un rato más en la cama, me desvelaba todas las noches entre las tres y las cuatro, y tenía que levantarme sobre las siete para poder estar a las diez en Ifema, además, echaba de menos a Lobita, así que aguanté un rato más la postura horizontal. Tenía que estar sobre la una en la calle Velázquez, en la oficina de Ibéricos Juan Pedro Domecq. Me acompañó Juan Isidro. Al acabar de hablar con Lissete, (como el nombre de la ola en que se dio Papillon, Henry Charriere, la última fuga,) que era el motivo de la visita, nos fuimos a Jurucha, estábamos ya sedientos de más cañitas, unas las tomamos con pajaritos, una especie de canapé con bonito y mahonesa, otras con croquetas. (Una vez le preguntaron a un maestro torero que si él bebía. El maestro contestó que no, solo dos cervecitas por las mañanas, en ayunas, para las resacas ). De Jurucha fuimos a recorrer el Mercado de La Paz, que está en frente, es de los mercados de más calidad de Madrid. En el mercado de La Paz me ocurre una anécdota que solo voy a mencionar y que creo que es algo que viene ocurriendo desde que el mundo es mundo. Está hasta en ‘El Quijote. Me había ocurrido con otras personas, conmigo mismo. ¡No!, incluso una vez me ocurrió con Juan Isidro, tomando vinos con Ignacio Príncipe en Valladolid, entrando en un bar de pinchos, un amigo de Ignacio, que nos estaba esperando, y al que nosotros íbamos a ver, era el doble, el gemelo de Juan; esta vez, en el Mercado de La Paz, era yo quien estaba descubriendo al mío, el parecido (¡parecido no, éramos iguales!) no solo era físico, vestimos igual, llevamos gafas, sombrero, mochila… cuando le iba a decir que se viniese con nosotros a hacer una degustación en la tienda, a la que estábamos invitados, que la conservera Frinsa tiene en Claudio Coello, semiesquina Goya, mi doble, o yo el suyo, estaba ya lejos, ¡era una pena, me hubiese gustado estar horas seguidas hablando con ál! Os sugiero visitar esta tienda, que llevan Víctor Losada y Lucy, que como todo el grupo Frinsa, sienten autentica pasión por su trabajo, y probar los berberechos, navajas, almejas, zamburiñas, pulpo . De allí fuimos a Platea, justo en Colon, en un cine, creo que se llamaba el Carlos lll, hicieron todo un recinto de gourmet, dividido en varios locales. Probamos, con champán, ostras francesas y españolas, patas de cangrejo de Alaska, y al final, una botella de Ribera del Duero con un plato de jamón ibérico. ¿Sabéis cuantas cervecerías hay en Alonso Martínez, Alberto Aguilera, Princesa y Tutor? Yo tampoco, no las conté, pero si sé que las besamos todas. La última en pisar fue la Bodega Central, justo en la esquina de Tutor con Altamirano. No soy bebedor de cerveza, solo de vino y cava, ni siquiera lo soy como el maestro torero, dos en ayunas todas las mañanas, pero en Madrid, me vuelvo un buque cisterna. En la Bodega Central, en donde nos habíamos tomado las primeras cañas del día, estábamos vaciando las últimas, ya cerca de la noche, quizás en ella, como en las parroquias, esté la respuesta del porqué de esta ansiedad , rezaba un cartel colocado en la pared, detrás de la barra: ‘ Quien bebe cerveza vive menos. Menos estresado. Menos preocupado. Menos triste. Menos amargado’.

No había estado nunca en el Mercado de San Miguel, por lo que quedé elsábado con mi buen amigo Víctor Erice, director del ‘Espíritu de La Colmena’,‘El Sur’ y ‘ElSol del Membrillo’. En el también hice lo mismo con mi hija Malaika, quevino con su pareja, Ayram. Juan Isidro, Ana Luz y yo, fuimos juntos. No eselmejor sitiopara quedar un sábado al medio día, si quieres hablar, el trasiego deturistas es muy fuerte, te lo impide totalmente. De allí nos fuimos aRevuelta, a volver a probar elmejor bacalao rebozado del mundo, a Casa Lucas, otro sitio que no recuerdoel nombre, está en frente de Lucio, y al Escaldón, que como el nombre nosdice, es de cocina canaria, donde pedimos papas arrugadas y queso asado conmojo verde. El día estaba a pleno sol, lo disfrutamos, como mismo hicimoscon la compañía de Víctor, disfrutarla plenamente. Llevábamos unos cuantosaños sinvernos, quizás muchos, ¿quizás muchos? No, demasiados. Los amigos nodeberíamos estar tanto tiempo sin dejarnos ver, nos lo deberíamos deprohibir. De lo compartido con Víctor, hablamos otro día, con mas anécdotasque están por venir, que si bien tengo muchísimas ganas, por una parte, porotra, veo que esto se nos va a hacer muy largo. Para los que estén en lasla Isla, y quieran conocerlo, o volverlo a ver, os digo que Víctor estaráen la Sala Caja Canarias de Santa Cruz de La Palma,en la calle Trasera, elviernes 8 de mayo, a las 20.00 horas, con José Luis Guerín. Les entrevistará Anelio.Nos despedimos de Víctor, hasta dentro de poco, en El Escaldón. Regresamos aTutor a velocidad degabarra, parando en las parroquias que seguían abiertas, y menos estresados, menos preocupados, menos tristes y menos amargados.Os decía al principio que me daba la sensación, que aún tengo, de nohaber llegado del todo a la Isla. Veo ahora, terminadas estas líneas, conmás claridad, que me faltaron aquellas dos horas de conversación en latienda La Conservera de Frinsa o en el Mercado de La Paz, con mi gemelo, que me hubiesencolmado la felicidad deaquella semana entera.

Abrazos por el lado del corazón.

Salud y alegría interior.

Las Cosas Buenas de Miguel

Queridos amigos:

Regresé de Madrid el pasado domingo, a donde había ido el lunes con lailusión de visitar intensivamente Ifema, Feria del Gourmet. Había tres pabellones con cerca de uncentenar de stand cada uno. Regresé, como os digo, pero yocreo que algo mío sigue estando por allí, todavía no he llegado enteramente,me falta algo.El martes, lo primero que hice fue ir a visitar los stands de dosproveedores míos que estaban presentes, Marqués de Valdueza, Bodega yAlmazara de la Tierra de Extremadura, del que ya oshablé de su labor en la feria, hace unos días, cuando os notifiqué delúltimo premio que le habían dado a la Almazara, y el otro proveedor, Bodegasy Pagos Matarredonda, de Toro, Zamora, a los que les agradezco una vez másel haberme facilitado el acceso a la feria, al mismo tiempo que todos losdetalles de amistad y profesionalidad que tuvieron conmigo. Por lo queobservé, en los movimientos del stand, también hicieron una buena feria. Enél, conocí al Sumiller de la Casa Real con el que estuve hablando comouna media hora sobre vinos, y, curiosamente, hablamos de los vinos de LaPalma, de los que tenía profundo conocimiento, los blancos, el tea.