Me dicen que la Universidad de Granada también se une con tremendo swing a la honorable tarea de escarbar en nuestro sufrido suelo volcánico para ver qué cantidad de magma existe bajo nuestros pies. Pero, pero, pero ¿no habíamos quedado en que había cuatrocientos kilómetros cuadrados de magma? ¿Acaso les parece poco o es que quieren mantenernos acojonados todo el rato? Lo digo ahora que ya nos habíamos acostumbrado a caminar sobre la espalda del dragón y nos dedicamos a nuestros quehaceres de reconstrucción, no sólo de nuestro querido Valle de Aridane, sino también de nuestra alma y nuestro corazón que al menos simbólicamente quedó enterrado en Todoque. Claro, estos granadinos hacen su loable estudio, no faltaría más, se van con sus logros científicos para la Universidad cantando aquello de “Granada tierra soñada por mí, mi cantar se hace volcano cuando es para ti” dejándonos a nosotros con más información inquietante, por no decir otra cosa. Veo que los vulcanólogos dicen que cuando más sepamos mejor, que así estaremos preparados, me imagino que con una maletita en la puerta y un bono de Fred Olsen, pues de todos modos después de lo vivido con el Tajogaite si no estamos preparados sicológicamente para estos trotes que venga Dios y lo vea pues el Diablo sólo tiene que asomar la cabecita desde el suelo y decir: ‘Qué comiencen los fuegos artificiales’. Así que, por favor, no provoquen al subsuelo que ahora mismo parece tranquilito. Por favor, señores vulcanólogos, déjennos recuperar el aliento. Dejen dormir al dragón.