Diálogos en la periferia ¡Vuelve, doncella!

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- Gara: ¡Virgen Santísima! ¡Vaya cuadro! Pero ¿qué le ha podido suceder a la pobre Iballa para que se le haya puesto la cara llena de moratones? - Mayantigo: Pues ¿qué va a ser? Lo de siempre. Una paliza del zángano de su maridito, que no encuentra mejor diversión que la de zurrarla. Lleva haciéndolo toda la vida, en cuanto le da por el ‘drinky, drinky’. Y ella, claro, de criadita suya y a aguantar, ¡qué remedio!, a agachar la cabeza, como era lo habitual en la antigua usanza. No es como hoy en día que… - Gara: Oye, oye, mi niño ¿no serás tú de los que creen en la liberación de las mujeres, como se nos manda por todas partes? - Mayantigo: ¡Córcholis! alguna diferencia tiene que haber, digo yo, que para eso estamos en el siglo xxi, ¡el tercer milenio! Obsérvalas cómo salen de mañanita tan arregladitas y monas ellas, volante en mano, hacia sus respectivos oficios. ¿Me vas a decir que no han evolucionado las cosas, de cuando estaban ahí raska que raska, dale que dale al estropajo? Por fortuna ahora pueden ejercer una profesión digna y recibir un sueldo, sin depender para su subsistencia de ningún varoncito. -Gara: ¡Buff! ¡Cómo me repugna ese discurso! Como si el brindarse a ganar dinero no fuera ya de por sí una sumisión al poder! Que no te engañen, Mayantiguillo querido, que no te confundan con esos cuentos acerca de la emancipación de las féminas. Lo único que quizá ha cambiado han sido las formas de integrarlas al orden bajo la fatal argucia de igualarlas a los hombres. -Mayantigo: Pero, torrontudita, admitirás que por lo menos ahora gozan de su libre albedrío. ¿Que no les mola el maromo que les ha tocado en suerte? Pues, a por otro, nena, que el mar está lleno de peces, y algunos, muy gordos. Dueñas, dueñas son por fin de sí mismas y de su glorioso cuerpo. - Gara: Esa es la desgracia, que después de tantos trabajos de amor perdidos, apenas se ha conseguido nada. Al final se viene a recaer en lo mismo, el dominio eterno. - Mayantigo (en tono de broma): ¿Y qué argumentos de peso habría para querer domar a fieras tan lindas como vosotras? Con lo maravillosas que sois cuando rugis: gr..gr…gr…. - Ayatima: Sí, sí Gara, coméntanoslo, ¿de dónde se derivaría ese interés tan desmedido en humillar y reprimir a las mujeres? - Gara: Ay, amorcito, vete tú a saber… Algo desconocido y alarmante debieron ver los Señores en aquello que era una vida sin futuro, sin trabajo, ni Estado, ni dinero, ni sucesión de generaciones, una sabiduría sin fe y sin creencias. - Ayatima: ¿La vida del paraíso? ¿Eso que aflora en la narración bíblica del Génesis? - Gara: Eso es, Ayatima, la vida del recuerdo, esa razón más honda con la que Eva hablaba en su intimidad con la serpiente, cuestionando la Ley de Prohibición que se les había impuesto desde lo Alto: “No comáis de ese fruto. De lo contrario, sucumbiréis”. Bien sospechaban ellas que el alimento vedado era bueno, tan bueno que resultaba inconcebible. - Ayatima: No entiendo. ¿Cómo es posible que, siendo

el paraíso, se hubiesen instituido ya leyes? Parece un tanto contradictorio. - Gara: Es contradictorio, lo que nos lleva a pensar que no era tal Edén, pues ya estaba ahí el Todopoderoso, con su docto saber, imponiendo sus principios, y aquel, ¡cómo no!, era ya su jardín, su propiedad… Así es como nos han contado que comienza la historia, con la expulsión y condena por desobediencia. Desterrados quedan Adán y Eva, convertidos en un hombre y una mujer como Dios manda, establecida por tanto la primera división de clases y la primera guerra: ya son ellas trofeo del combate de los machos, ya caudal infinitamente superior a las vacas, puercos y demás reses. - Mayantigo: Pero ese deseo de conquista es algo completamente natural. Está lo que se llama el instinto sexual ¿te enteras, bobita?, las ansias de poseer a la mujer, de hacerla tuya. ¿O es que pretendes castrarnos a todos? - Gara: Eso de natural tiene poco. Efectivamente, en los pueblos del mundo se ha inventado de todo, en cuanto a convicciones de creer en esto o en aquello, instituyendo lazos férreos entre hombres con mujeres, hombres con hombres, mujeres con mujeres. No cambia en mucho la cosa, en cualesquiera casos, la vida se va consumiendo, llena de inutilidades. - Mayantigo: Pero así es como se perpetúa la especie humana, así es como la naturaleza, que es sabia, lucha por su supervivencia. De modo que ya va siendo hora de ir poniendo fin a la veda, capullito lindo…Anda, ven aquí, mofletuda, que te voy a comer a besos…Mmmm ¿a ver a qué sabe este precioso cuellecito? - Gara: ¿Te puedes estar quieto, brujito? ¡Qué perpetuación ni que rollos! Lo único que se sigue prolongando es este conflicto encarnizado que se oculta bajo los sublimes nombres de amor o de su lucrativo complemento, el sexo. - Ayatima: ¿Quieres significar que en el paraíso no había tal conflagración, no había algo como varón y mujer enfrentados? - Gara: Seguramente no. Ahí estaba nuestro divino Adán, durmiendo el más dulce de los sueños, sin tener conciencia de sí. Hasta que ¡milagro! apareció el buen Señor y ¡zas! creó de su costilla a Eva con el pretexto de aliviar su soledad. En ese momento, Adán pasa a convertirse en un hombre “masculino” frente a eso otro femenino que se ha desprendido de su costado y que podemos aludir como “lo otro”, lo que no es Adán, lo que no es Él. - Arminda: O sea que Eva sería entonces la negadora, la que nace de esa controversia. -Gara: Dices bien, Arminda. Su voz, como la esencia secreta de la Tierra, viene destilando, maldiciendo una y otra vez la ley y la cultura de los hombres, pues no hay más ley ni más cultura que la masculina, de otras no sabemos. Es por eso que se la fustiga y zahiere tanto desde los albores de la humanidad: primero a palos, despiadadamente, luego a través de diversas formas más astutas y sutiles. - Arminda: Y sin embargo, no logran acallarla. Así lo cantan los cubanos de Barranquilla: “Ay mamá, no puedo con ella” “es que no puedo con ella”… ay,ay,ay…, pam…, pam…, pam…, tralari, trarala…. - Gara: No, no logran silenciarla, ella sigue en eterno diálogo con la serpiente, y sintiendo vivamente la falsía total, para desesperación del mundo. - Ayatima: Pero casi no se la escucha por ninguna parte…- Gara: Por desgracia, apenas se la oye. - Ayatima y Arminda (a coro): ¡Vuelve, doncella! ¡Vuelve, Razón, boca muda del secreto! A ti te imploramos nosotros, tus hijos desterrados, surge, surge amica mea, et veni.                

 

8 de marzo de 2023. Día Internacional de la Mujer