Vistos los resultados de las elecciones europeas uno debe empezar a preguntarse muchas cosas. Entre todas las preguntas que me he hecho desde el momento que salieron los resultados de las elecciones hay una que me está mortificando y es la siguiente: ¿cómo es posible que la mayoría de los discursos de un gran número de ciudadanos europeos, españoles entre ellos, expongan que una de sus primeras acciones, una vez llegados al poder y producidos los cambios, sea la de expulsar a los que ellos llaman “los migrantes” alegando múltiples razones como que roban, violan y, entre otras lindezas, que se llevan nuestro dinero. He escuchado argumentos tan peregrinos como uno que oigo hace tiempo a mi alrededor y que viene a ser algo así como que estamos dándoles el dinero que mucha gente necesita en nuestro país incluso para comer y ellos se lo trajinan por la cara simplemente por el hecho de haberse establecido en él, lo cual es un eufemismo por aquello de “establecerse” y otras delicadezas por el estilo. De entre todos esos comentarios, por llamarlos de alguna manera, hay uno que me duele y mucho y es el que se hace fundamentalmente sobre los negros que consiguen arribar a nuestras costas procedentes de África. Proclaman en sus mítines que vienen en patera (me imagino que se refieren a los que llegan, claro, que de los muertos no se pronuncian) con una mano delante y otra detrás… Gente pobre que vete tú a saber qué vienen a buscar aquí.
Todo el mundo sabe a lo que vienen. Que no quieran oírlo es otra cosa. Que prefieran ignorarlo para no sentir el malestar de la culpa, otra. Lo que vienen a buscar es trabajo; lo que vienen a buscar es comida y una vida decente. Vienen huyendo de la muerte por hambre, por sed o por un machetazo si es de una etnia distinta a la que tiene el poder y el mando. Buscan una vida mejor, una vida tranquila, poder tener parte de lo que nosotros tenemos en exceso, de la comida que tiramos cada día, de la ropa que compramos sin necesidad, de los lujos que nos permitimos, de lo que nos sobra. Buscan ser lo que nosotros somos y hemos construido, precisamente a su costa. Los culpamos y decimos que vienen a robarnos, a quitarnos lo nuestro. ¿Qué es lo nuestro? ¿Qué decimos cuando decimos “lo nuestro”? Esa es la clave. Porque muchas de esas cosas nuestras se las hemos robado nosotros a ellos. Esa Europa que habla de echarlos de nuevo al mar o enviarlos a sus países de origen, colonizaron África y ningún europeo puede dar un paso atrás y decir yo no, yo no fui, yo no estaba. Estábamos todos en África robando sus productos, saqueando sus tierras, saqueando sus minas, sus bosques, la madera de sus árboles, levantando plantaciones de cacao en sus tierras y enviando las ganancias a Europa; utilizando a sus niños para entrar en las minas y sacar de ellas lo necesario para que nosotros utilicemos los móviles y otras muchas cosas que nadie conoce bien de dónde proceden ni a través de qué medios han llegado a nuestras manos.
Hay algo más y mucho más doloroso para mí. Lo he vivido y lo he visto. Les hemos sacado el agua, la comida, hemos explotado a sus animales para diversión de Europa en los safaris o para que el hombre blanco se lo pasara bien en las cacerías. Yo los he visto cazar elefantes y llevarse los colmillos a Europa; matar leopardos o serpientes para quedarse con sus pieles y hacerse abrigos o bolsos o zapatos. He observado cómo el hombre blanco destruía sus creencias, sus costumbres y su cultura. Y si digo todo esto es porque lo he visto de niña con mis propios ojos. Luego, sabes, te enteras, escuchas y ves, es decir, entiendes algo de unos y otros; de quién sufre y pierde y de quién gana. África pierde y Europa gana. Aún ahora, si somos algo suspicaces, podemos ver en el mapa algo tan simple como un campeonato de fútbol o de atletismo. ¿Y qué aparece? Una Europa colgándose medallas de oro con deportistas africanos o de origen africano. Desde Suecia hasta Italia pasando por Francia, Alemania y otros países que se enorgullecen de futbolistas, atletas y artistas negros. ¿Van a meterlos en un avión y devolverlos? Pregunto. ¿Van a expulsar sólo a los desgraciados sin documentación, sin dinero y sin hogar? Porque si la diferencia es la pobreza tendríamos que expulsar a mucho hombre blanco que duerme en la calle, pide limosna y hace colas interminables para poder comer.
Lo de robar lo dejo para otro día porque tengo muy claro que el color de la piel no tiene mucho que ver. Ayer un amigo me mandó una viñeta de un periódico. En ella se ve a dos negros, un hombre y una mujer, hundiéndose en el mar con el agua hasta el cuello cerca de un muelle y un señor bien orondo y trajeado que los mira desde arriba; a sus pies hay una bandera de la comunidad europea. Y el negro pregunta “¿Pero por qué cree usted que si venimos a su país es para robar?” Y el ilustre caballero responde: “Porque eso es lo que hicimos nosotros cuando fuimos al vuestro”. Debajo una frase: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. No tengo nada que añadir.
Elsa López
13 de junio de 2024