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Esas impertinentes Evaluaciones de Impacto Ambiental

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La reciente anulación del Plan Territorial Especial de Ordenación de la Actividad Turística de La Palma (PTE) por parte del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), suena a victoria de una parte de la ciudadanía sobre la propuesta que el Cabildo Insular lanzó ilusionado hace unos años. Efectivamente, es un triunfo de los colectivos ecologistas que han batallado largamente en el marco legal y también en el de la movilización ciudadana, un triunfo que aún no se ha asimilado. Bien.

A partir de ahora ¿qué hacemos? Guadalupe González, hablando en calidad de presidenta del Cabildo, lo que la hace erigirse portavoz de los isleños, se planta dignamente y cuestiona la legislación medioambiental, considerando que lastra el desarrollo de la isla. Vaya hombre, qué desgracia, unas impertinentes Evaluaciones de Impacto Ambiental no realizadas han venido a perturbar la paz de un PTE que soñaba con salir a respirar aire puro, con ser el estandarte de la riqueza económica más desmelenada.

Pero además resulta que una Evaluación de Impacto Ambiental no es una pequeña incomodidad cotidiana con la que cumplir sucintamente, no, existen y se exigen porque sirven de análisis sobre si la intervención a cometer tiene cabida medioambiental, y eso, además, nos da pistas sobre si dicha intervención se sale del razonamiento lógico e incluso del buen gusto. Porque esa es la lucha actual, una guerra abierta entre el RACIOCINIO y el DISPARATE, y que va más allá de recursos judiciales, declaraciones lacónicas o reproches partidistas. Mientras haya quien considera un buen plan de futuro construir cinco campos de golf en La Palma tendremos un problema, y más si ese dislate viene de los organismos de poder. La isla es pequeña y no puede con el abrumador peso de sus contradicciones.

Queremos vender sostenibilidad, red de senderos, red de albergues (con esto podríamos escribir un libro), alojamiento rural, tranquilidad, espacios naturales únicos, transvulcanias? todo lo que se nos ocurra, pero queremos vender a la vez una rocambolesca propuesta turística plasmada en un PTE manido y caduco, mohoso, y esto, no es compatible, no, no es compatible, no se engañen más y no traten de engañar a la ciudadanía, ni pretendan rescribir el concepto “sostenibilidad”. La falta de trabajo en la isla, la ausencia de fuentes de capital no es efecto de la aplicación de las leyes medioambientales aunque lo afirme la presidenta con expresión dolida.

El conflicto entre las distintas maneras de concebir el desarrollo económico y social es inevitable y ocurre igual en cualquier lugar del mundo, ¿cómo no va a darse en Canarias, donde la conciencia ambiental está en pañales? Y digo en pañales, no se me ofendan, porque ante esta locura desarrollista tendríamos que levantarnos en masa y no sólo encomendar las tareas de oposición a los colectivos ecologistas que andan penando de flaqueza. Que cinco ayuntamientos reclamen la construcción de un campo de golf dentro de su término municipal es más que preocupante, porque denota una alarmante falta de ideas y recursos para edificar una economía más o menos sólida sin autodestruirnos como pueblo, porque son también nuestro territorio y paisaje, y la relación que tengamos con ellos, rasgos de nuestra personalidad colectiva. La labor futura es compleja y dura, el PTE no va a desaparecer, se parcheará y volverá como adalid de la abundancia, así que amuelen sus espadas porque más pronto que tarde volverán a sonar los aceros entre RACIOCINIO y DISPARATE. Paciencia y fuerza a la resistencia.

La reciente anulación del Plan Territorial Especial de Ordenación de la Actividad Turística de La Palma (PTE) por parte del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), suena a victoria de una parte de la ciudadanía sobre la propuesta que el Cabildo Insular lanzó ilusionado hace unos años. Efectivamente, es un triunfo de los colectivos ecologistas que han batallado largamente en el marco legal y también en el de la movilización ciudadana, un triunfo que aún no se ha asimilado. Bien.

A partir de ahora ¿qué hacemos? Guadalupe González, hablando en calidad de presidenta del Cabildo, lo que la hace erigirse portavoz de los isleños, se planta dignamente y cuestiona la legislación medioambiental, considerando que lastra el desarrollo de la isla. Vaya hombre, qué desgracia, unas impertinentes Evaluaciones de Impacto Ambiental no realizadas han venido a perturbar la paz de un PTE que soñaba con salir a respirar aire puro, con ser el estandarte de la riqueza económica más desmelenada.