Espacio de opinión de La Palma Ahora
La hora de las soluciones
Desde el comienzo de la legislatura, el conjunto de la sociedad palmera ha tenido que estar soportando, día sí y otro también, una constante “cantinela” que ha enturbiado la vida política, convirtiéndose en un tema central. Lo primordial, no ha sido la alarmante cifra de parados que arrastramos sino, por lo visto, los pactos, re-pactos, el intercambio de cromos entre CC, PP y PSOE y si, Anselmo Pestana y los suyos, seguían siendo socialistas.
“Y para muestras, desde luego, un botón”. Poco se ha avanzado en la Fuente Santa, en el Parque Cultural Islas Canarias, en el Centro de Visitantes del Roque de Los Muchachos, en el Complejo Ambiental del Jable, en el Centro de Urgencias Comarcal del Valle de Aridane, en el Centro Sociosanitario, por no hablar del dique de Puerto Naos o la tan reivindicada conexión Fuencaliente-Remo, entre otras tantas actuaciones que urgen. En definitiva, seguimos hablando de lo mismo… y me temo que seguiremos, por los siglos de los siglos, con una Isla estancada social y económicamente, si las cosas no cambian. Pues el cambio significa gestionar con coherencia y rigor, acorde a los tiempos que corren y no, desde luego, en cambiar de cobrasueldos.
La inacción, el circo político en el que nos encontramos inmersos, con recortes y medidas tomadas, no primando el interés general, ha provocado un desapego y desconfianza sin precedentes entre la ciudadanía insular. Todo ello, se incrementa cuando percatamos que, para nuestros mal gobernantes, contar con el ciudadano se traduce, únicamente, a darle besos y abrazos al ciudadano, cada cuatro años, para arañar votos.
Por todo ello, es esencial implicar y corresponsabilizar a los ciudadanos en la gestión pública. La desconfianza y el hastío deben dejar paso a la ilusión por una nueva forma de hacer política sustentada en una participación ciudadana amplia, plural, equitativa y equilibrada, que favorezca el consenso y evite conflictos, que facilite la toma de decisiones de los gestores públicos y en general mejore la relación gobierno-ciudadano.
Llegan los tiempos de las propuestas, de las soluciones, de las promesas y de los compromisos. También el tiempo del escepticismo, del cinismo y de los juegos florales. Pero en ese océano de dudas, miedos e ilusiones, hay un ancla aferrado a tierra sólida, esa garantía vecinal que viene jalonada por años de trayectoria y de batalla en pro del bien común, contra viento y marea, pero siempre sabiendo cuál es el rumbo y dónde está la meta. Llega el tiempo de los vecinos organizados políticamente, esos que manteniendo la juventud cuentan con la experiencia que dan los años y con la fuerza que proporciona el no tener más hipoteca que el servir con independencia y rigor a su municipio.
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